¿Cómo se puede conseguir que nuestros hijos e hijas sean felices? Esta es la pregunta del millón, la que se hacen muchísimas familias con niños y niñas a su cargo, con adolescentes en casa. Es más, se la hacen también muchos adultos que no tienen a nadie a su cargo. Y la respuesta no es sencilla, de ahí que no haya mejor aproximación que escuchar las voces de expertos como Silvia Álava, doctora en psicología clínica y educativa.
En esta interesante ponencia para la comunidad Educar es todo disponible en YouTube, Silvia Álava aborda junto a otra voz autorizada y muy popular en el ámbito de la crianza, la de Rafa Guerrero, la pregunta con la que hemos arrancado esta pieza: cómo lograr que nuestros hijos sean felices.
“Si nos preguntaran qué queremos para nuestros hijos, la mayoría de los padres y madres responderían ‘que sean felices’, ¿verdad?”, reflexiona la psicóloga al comienzo de su exposición. Lo hace a modo de introducción de la primera clave que destaca: la definición del concepto de felicidad.
Dice la psicóloga educativa que en nuestro concepto de la felicidad “reside gran parte del problema”, ya que tendemos a confundir con felicidad la emoción de la alegría. “Felicidad no significa estar alegre todo el rato estar todo el rato haciendo cosas divertidas”, asegura la experta. “La felicidad —agrega— es un estado en el que caben emociones agradables y desagradables, y tenemos que permitir que nuestros hijos convivan con ambas”.
Silvia Álava profundiza en esta idea de la deformación del concepto de felicidad y su confusión con el de alegría: “Hemos de saber que la felicidad constante y permanente no existe. Que la vida es una sucesión de circunstancias y acontecimientos que nos provocan diferentes emociones”, expone.
Por lo tanto, la psicóloga incide en que “no se puede ser feliz haciendo solo cosas importantes”. Esto no significa que como padres nos convirtamos en ogros, sino en que la clave para conseguir niños felices, o al menos una de las más importantes, reside en que les ayudemos a trabajar la felicidad “que no está ligada al placer”, dice Álava.

El acompañamiento
Esa parte de la felicidad que no tiene que ver con el placer a la que se refiere Silvia Álava es aquella que también tiene que ver con lo que Rafa Guerrero llama “la mala prensa de las emociones consideradas negativas”, que son la rabia, el miedo y la tristeza, todas ellas esenciales en la felicidad también.
Para Silvia Álava, en línea con su colega de profesión, es esencial que dotemos de tiempo a nuestros hijos e hijas y que les acompañemos, también por este tipo de emociones que suelen generar las experiencias menos agradables. “El tiempo es esencial para desarrollar el cerebro de forma correcta”, asegura Álava, que recalca la importancia de ese tipo de juego no reglado que es el que les ayuda más a madurar sus cerebros.
“Su cerebro tiene que ir madurando, y a los 3-4 años deben empezar a regular red de control ejecutivo, fundamental para el éxito en la vida, y esto se consigue en primer lugar a través del juego, de algo tan sencillo como decidir qué juguete cojo y qué roles tengo en el juego”, reflexiona Silvia Álava. Esto no ocurre si papá o mamá deciden por el peque, si lo hace un monitor o si lo hace un juego digital, por ejemplo.
Y, al mismo tiempo que darles tiempo, para Silvia Álava es importante también poner límites y no etiquetar. Sí, en su felicidad impacta este tipo de cuestiones. “Hay veces que les tenemos que corregir. Desde el respeto, desde la ausencia de etiquetas. En español tenemos dos verbos, ser y estar, y no los tenemos que fusionar”, argumenta la psicóloga, que pone el ejemplo del niño al que por no hacer los deberes un día le etiquetamos como vago. “Y luego, si se comportan según la etiqueta que les ponemos, nos sorprende…”, agrega la especialista, que aconseja y destaca la importancia, reconociendo la dificultad que entraña, poner esos límites o corregir siempre “desde la emoción de la calma”.

Para Silvia Álava, es fundamental que entendamos en qué consiste la felicidad, y que acompañemos a nuestros hijos e hijas desde el respeto y la calma, dándoles espacio para sentir, experimentar, acertar y equivocarse, y protegiéndoles al mismo tiempo cuando sea necesario, algo necesario también como especie vulnerable que somos.
“Necesitan a su papá, a su mamá, y hay que estar presentes, hay que estar a su lado lo primero de todo para que se sientan vistos, para que podamos corregular las emociones, acompañarles en el proceso, hacerles seguros, autónomos e independientes… En definitiva, dotarles de estrategias para que puedan dotarse de estrategias en la vida”, concluye.
Nadie dijo que fuera sencillo conseguir que nuestros hijos e hijas fueran felices. Pero no es imposible.