Estudio de la Universidad de Harvard demuestra la importancia del entorno en la salud de los niños

Incluso antes de nacer, justo en los primeros días del llamado periodo perinatal, ya nos está influyendo el entorno y esta influencia continuará a lo largo de toda nuestra vida, según el último documento de trabajo que ha publicado la Universidad de Harvard.
Familia

El Consejo Científico Nacional sobre el Desarrollo Infantil de la Universidad de Harvard redactó el documento de trabajo titulado “El lugar importa: el entorno que creamos da forma a las bases del desarrollo saludable.”

En este estudio, los científicos de la Universidad de Harvard que han participado en la investigación, ponen en valor la amplia gama de condiciones que tienen los lugares en los que los niños viven, en los que crecen, en los que juegan y aprenden a diario. Esos lugares van modelando e influyendo en el modo en el que se desarrollan nuestros hijos y conviene tenerlos en cuenta, según señalan los autores.

Condicionamientos y oportunidades

Las condiciones que marcan los lugares en los que crecen los niños tienen la capacidad de penetrar bajo la piel, afectando al desarrollo no solo del cerebro sino de otros sistemas biológicos como son el inmunológico, el metabólico e incluso el microbioma.

Estos sistemas biológicos interactúan entre sí y se moldean entre sí, influyendo incluso en el desarrollo del cerebro de los niños y las niñas, así como su salud física y su salud mental.

En el documento se enfatiza en el hecho de que los estudios científicos más actuales pueden ayudarnos a rediseñar los entornos en los que nos movemos, para que los niños puedan crecer entre oportunidades y no entre peligros o limitaciones.

La Dra. Lindsey Burghardt, directora científica del Centro para el Desarrollo del Niño, de la Universidad de Harvard, “nuestro conocimiento sobre los efectos de los espacios verdes en la salud está aumentando a medida que aprendemos más y más sobre la ciencia que hay detrás de cómo la exposición a los espacios verdes afecta a la salud y el desarrollo de los niños”.

Los accesos a espacios verdes tienen importantes beneficios para el sistema inmunológico, para la salud mental infantil de distintas maneras, para la Dra. Burghardt esta exposición a los espacios verdes puede incluso “compensar algunas de las exposiciones ambientales más negativas como el calor y la contaminación del aire” a las que los niños están a veces expuestos con demasiada frecuencia.

A menos años más sensibilidad

Los niños más pequeños son más sensibles a las influencias que tiene el entorno sobre ellos que los niños más mayores y estos a su vez son más sensibles y vulnerables a estas influencias que los adolescentes.

En general, la adolescencia es más sensible que los adultos a las exposiciones ambientales y estas conclusiones a las que llegan los investigadores de la Universidad de Harvard, son aún más importantes al considerar la importancia y el impacto de las exposiciones ambientales, debido a una mayor sensibilidad, durante la primera infancia.

El Dr. Dominique Lightsey-Joseph es Director de Estrategia de Equidad. Diversidad, Inclusión y Pertenencia en el Centro para el Desarrollo del Niño de la Universidad de Harvard y coincide en valorar que aquellos niños “que crecen en áreas con altos niveles de contaminación o acceso limitado a espacios verdes tienen más probabilidades de sufrir problemas de salud como asma.”

Él también señala que existen “datos sobre los determinantes sociales de la salud, como las tasas de pobreza o las oportunidades de empleo que también pueden ser fundamentales para comprender los desafíos que enfrentan los vecindarios.”

El contacto con la naturaleza mejora la salud de los niños.

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