La Asociación Española de Pediatría señala que el 75% de los niños y jóvenes de los 7 a los 17 años tienen déficit de contacto con la naturaleza y eso repercute negativamente en su salud.
La tecnología y tener tan ocupado el tiempo libre durante la infancia consigue que niños y adolescentes desconecten de la naturaleza, una relación que para las generaciones anteriores formaba parte de su vida de forma habitual.
La exposición temprana y frecuente a la naturaleza es de vital importancia para tener una infancia feliz y cuando se llega a la edad adulta. Sin embargo, según los datos de la Asociación Española de Pediatría el 25% de la infancia y la adolescencia de nuestro país, sale alguna vez al mes a jugar al aire libre y solo un 25% visita un parque urbano o natural a diario.
¿Qué es el TDN?
Porque hacer algo al aire libre siempre va a ser positivo y saludable, a cualquier edad, se trata de una experiencia que nos ayuda a vivir mejor según plantean desde el movimiento mundial “1000 Hours Outside” que anima a la población a organizar actividades al aire libre.
Según la Organización Mundial de la Salud pasamos el 90% de nuestro tiempo en interiores y esto genera lo que se conoce ya oficialmente como Trastorno por Déficit de Naturaleza (TDN).
Esta desconexión con los entornos naturales está provocando una serie de efectos negativos tanto en la mente, en el estado de ánimo de las personas, como en su salud física y sin embargo, es sorprendentemente fácil enseñar a nuestros hijos el saludable hábito de conectar con la naturaleza.
Richard Louv publicaba en 2005 su conocido libro “Los últimos niños en el bosque” (Capitán Swing) y en él acuñaba por primera vez este concepto de “trastorno por déficit de naturaleza” que ya ha sido adoptado por la comunidad médica y científica como las carencias que derivan de un limitado contacto con la naturaleza especialmente en los niños.
“Al faltarles la experiencia directa de naturaleza, los niños empiezan a asociarla con el miedo y el apocalipsis, no con la alegría y el asombro” señala el propio Louv que relaciona la necesidad de salvar a la naturaleza salvando a una especie en peligro que es la de “el niño en la naturaleza” y para eso, nada mejor que enseñar a tus hijos de forma sencilla el saludable hábito de conectar con la naturaleza.
Cómo puedes inculcar a tus hijos el hábito de conectar con la naturaleza
En Japón, desde hace tiempo se está estudiando el efecto que tiene sobre la salud lo que han definido como “baños de bosque”, la sencilla práctica de pasear por el bosque de manera consciente.
Un estudio de la Universidad de Stanford demostró que cuando entramos en un bosque, las sustancias químicas que los árboles de forma natural, fabrican para protegerse de las plantas, tienen propiedades terapéuticas para el ser humano porque consiguen relajarnos y bajar nuestros niveles de estrés, especialmente en los niños.
Pero además de estos “baños de bosque” hay otra serie de pasos sencillos que todos conocemos por propia experiencia, que hemos visto lo bien que funcionan y que recopilamos a continuación. Acciones sencillas y eficaces que podemos ir dando con nuestros hijos para que conecten con la naturaleza y experimenten todos los beneficios que les puede proporcionar.

- Empieza poco a poco pero de forma regular. El parque local puede ser un punto de inicio perfecto en el que los niños pueden descubrir maravillas naturales, desde un charco a un montón de hojas secas, los distintos tipos de terreno, las piedras del camino, la arena. Todo es un descubrimiento si lo miran los ojos de un niño.
- Deja que conduzcan sus propias experiencias. Estás ahí para supervisar que no haya peligro pero no para dirigir sus descubrimientos, intenta verlos con sus ojos para compartirlos con ellos, déjate guiar.
- Haz que la naturaleza forme parte de la rutina de la familia. Se pueden visitar distintos parques de la ciudad o el campo que quede más cerca de casa o salir al monte de excursión o tumbarnos en la terraza a ver las nubes.
- Se pueden llevar otras actividades a los entornos naturales. Siempre hay sitio para un juego de cartas por ejemplo o incluso el almuerzo o la merienda de vez en cuando o algo que añada a una actividad concreta los beneficios de estar al aire libre, la luz del sol, el sonido del entorno natural.
- Buscad animales. A los niños y a las niñas les atraen los animales de forma innata, los insectos son todo un mundo que descubrir, no hace falta limitar estos descubrimientos a las visitas al zoo, las hormigas y con un poco de suerte las ardillas pueden ser tan interesantes y tan salvajes como el más fiero león.
- Crea un jardín en casa. Cultivar plantas en casa ya es una manera de que los niños conozcan de primera mano el proceso del crecimiento vegetal. Un hueco para hacer un pequeño jardín o unas macetas, lo que sea posible ya es un avance.
- Haz una “toma de tierra”. Así se llama a la práctica de caminar descalzo sobre la hierba, la arena, la tierra. Es una práctica sencilla que cada día practican más personas porque además de ayudar al desarrollo de los pies de los niños, mejora desde los niveles de estrés que tenemos hasta el sueño.