Ahora que está empezando a desplazarse por sí mismo, tu hijo se estrena en todo un mundo de sensaciones, entusiasmos y frustraciones. Y como a esa edad no sabe hablar, no tiene palabras para expresar sus emociones, el niño recurre a los gritos.
Es muy útil que traduzcas en palabras lo que crees que siente el bebé. Por ejemplo, dile "Mi niño grita porque está muy contento, ¿verdad que sí?" o "¡Huy! Ya veo que estás enfadado".
También ayuda que las personas de la casa no os dejéis contagiar por sus gritos y le habéis siempre con tranquilidad y en un tono suave. Él está empezando a hablar y, a medida que vaya aprendiendo palabras con las que expresar sus emociones, los gritos ya no serán necesarios y disminuirán.