Una de las tareas más importantes en la crianza es establecer normas y límites en nuestros hijos. Sin embargo, la disciplina tiene múltiples beneficios para el desarrollo de los más pequeños. Tener disciplina los ayudará a entender cómo regular su comportamiento, a ser responsables y a ser respetuosos con los demás.

Los límites son fundamentales para que los niños aprendan hasta dónde pueden llegar con las figuras de autoridad: padres, cuidadores, abuelos... Ellos desarrollan su personalidad mientras ensayan y comprueban estos límites. Las normas son la moldura en la que el niño se mueve para crecer y crear libremente, mientras desarrolla su autonomía, capacidades y habilidades sociales.
A decir verdad, la ausencia de límites tiene consecuencias negativas en el desarrollo del niño. La falta de límites puede hacer que un niño sienta inseguridad y ansiedad. Además, pueden tener comportamientos no adecuados por la confusión o falta de estructura en la disciplina. De hecho, si no se les enseña a asumir responsabilidad por sus actos, los niños pueden tener dificultad en su autorregulación, toma de decisiones y compromiso. Sin límites, los niños pueden tener dificultades para entender los límites personales de los demás y pueden tener falta de respeto hacia el prójimo o, incluso, pueden desafiar a la autoridad.
La disciplina en los niños pequeños es esencial para que tengan un desarrollo óptimo. Cuanto más temprano comencemos a poner límites y normas, más beneficios obtendrán los niños a lo largo de su vida. Los límites o normas deben ser consensuados por ambos padres; es decir, ambos progenitores deben estar de acuerdo. Además, es importante informar acerca de éstos al resto de personas que convivan con el niño o cuiden de él, para que todos los hagan cumplir. Asimismo, para poner límites y normas se debe tener en cuenta distintos aspectos: la edad cronológica del niño, el nivel de madurez que tiene, sus capacidades y la situación familiar.
Pero, ¿cómo lograr que los niños puedan aprender de una manera adecuada las normas y los límites?
Trucos para que los niños aprendan normas y límites

Los mensajes deben ser concretos. Establece límites claros que sean comprensibles para tu hijo según su edad y su nivel de desarrollo. Es importante evitar reglas demasiado abstractas que sean difíciles de aprender. Además, es recomendable explicarles por qué es importante esa norma y cómo beneficia su bienestar y seguridad. Esto les ayudará a entender el propósito de los límites y a desarrollar un sentido de responsabilidad. No vale con decir “pórtate bien”, sino explicar qué conductas son esas que queremos que tengan (los pies fuera del sofá, hablar sin gritar, mantener la habitación ordenada…). Lo mismo sirve para el “siéntate bien” o “habla bien” y parecidos. Necesitamos explicar primero qué significa eso de “bien”.
Mejor en frases positivas. Los niños responden mejor a normas y límites que se expresan de forma afirmativa en lugar de negativa. Disciplinar utilizando frases en positivo puede ser una estrategia efectiva, ya que nos centramos en comunicar lo que esperamos del niño en vez de enfocarnos en lo negativo.
En lugar de decirles que “no chillen”, podemos pedirles que hablen en voz más baja o más tranquila, en vez de explicarles únicamente que no se debe pegar, podemos hablarles de que hay que tratar con respeto y cariño al resto de niños. Utilizar frases en positivo tiene varias ventajas como: aumenta la probabilidad de que el niño siga las instrucciones, refuerza el comportamiento adecuado y mejora su autoestima.

De forma firme y tranquila. Se debe elegir el momento adecuado para explicarles las normas por las que no están actuando conforme a lo que queremos. Es mejor hacerlo de forma tranquila, pero estableciendo un tono algo serio y no negociable.
¡Un buen truco! Podemos dibujar las normas o poner fotos (si el niño es demasiado pequeño para saber leer) o escribirlas (mejor dejar siempre que las escriban o dibujen ellos, para que se involucren en la importancia de las normas de la casa). Es importante recordarles las normas de forma tranquila cuando las están incumpliendo, pero si nos alteramos es muy posible que ellos se contagien y terminen actuando peor.
No ceder. Este el otro momento complicado, porque se trata de mantenerse firme en el NO ante sus peticiones, ruegos, llantos o incluso agresiones. Si hemos establecido una regla que creemos esencial y que consideramos que el niño puede cumplir, lo mantenemos pase lo que pase. Si cedemos lo acostumbramos a que puede cambiar lo que no le gusta mediante agresiones o llantos y lo que pretendemos es que se acostumbre a la frustración de no conseguir lo que quiere y ser capaz de controlar el enfado que siente y manifestarlo adecuadamente.
Así pues, es fundamental ser coherentes al aplicar las normas y límites. Si los padres no mantienen una postura firme, los niños pueden confundirse y no entender lo que se espera de ellos.

Dar alternativas. A pesar de que no debemos ceder, sí podemos proponer alternativas a lo que pide o, incluso, negociar dentro de lo que consideremos que nos parece bien o estamos dispuestos a ser flexibles.
Aunque las normas y los límites son importantes para establecer una estructura y enseñar a los niños sobre el comportamiento adecuado, también es fundamental reconocer que cada situación puede tener circunstancias únicas que requieran de cierta flexibilidad. Recuerda que la flexibilidad no significa abandonar las normas sino adaptarlas según el contexto.