A la redacción de Ser Padres nos llegó una consulta relacionada con la alimentación infantil, enviada por Antonio y Tamara, una pareja de padres que, como muchos otros, está preocupada por ofrecer a su hijo una dieta adecuada y equilibrada. Su inquietud refleja el interés creciente de las familias en garantizar una nutrición saludable desde las primeras etapas de la vida.
“Nuestro bebé, de once meses, no sabe beber de un vaso ni usar la cuchara, tenemos que darle la comida. Además, solo quiere alimentos triturados, cuando le damos trozos de fruta o patata machacada con el tenedor se atraganta y vomita”, explican.
Nuestro experto en alimentación, Carlos González, responde
- Tu hijo sabe comer solo. Tiene once meses y, como cualquier niño desde los seis meses o incluso antes, ya tiene el reflejo natural de llevarse objetos a la boca. ¿Acaso nunca se ha chupado el dedo, ni ha mordido las llaves del coche, o se ha entretenido probando un juguete? Seguro que más de una vez habéis tenido que quitarle de la boca un trozo de papel humedecido o algún objeto que no debería estar ahí. ¿Y acaso no os ponéis alerta si veis botones, piezas pequeñas u otros objetos que puedan ser un peligro? Este comportamiento demuestra que tiene la habilidad innata de explorar el mundo con la boca, una capacidad que también le permite aprender a comer por sí mismo. Solo necesita que confiéis en él y le dejéis practicar, bajo vuestra supervisión, en lugar de limitarlo por miedo al desorden o a posibles accidentes.
- Tu hijo es perfectamente capaz de llevarse la comida a la boca por sí mismo. Si no lo hace, lo más probable es que no tenga hambre o simplemente no quiera comer en ese momento, más que un temor relacionado con atragantarse. Además, cuando es él quien toma la comida y la introduce en su boca, el riesgo de atragantamiento disminuye significativamente en comparación con cuando sois vosotros quienes le alimentáis directamente. Esto ocurre porque, al controlar el ritmo y la cantidad, puede coordinar mejor los movimientos de masticación y deglución, aprendiendo así a comer de forma segura y autónoma. Confiar en sus habilidades y respetar sus señales es clave para que desarrolle una relación saludable con la comida.

Como un pajarito
A los niños les encanta la idea de alimentarse por sí mismos, ya que es una forma natural de explorar y desarrollar su autonomía. Sin embargo, cuando no se les permite hacerlo por temor a que ensucien o desordenen todo, este impulso innato puede verse frenado. Con el tiempo, los pequeños tienden a volverse pasivos en el proceso de comer: se limitan a abrir la boca, como hacen las crías de pájaros en el nido, esperando que alguien más, generalmente sus padres, les dé la comida directamente. Esto no solo puede dificultar su aprendizaje, sino también afectar su relación con la comida, limitando su curiosidad y capacidad para decidir por sí mismos qué y cómo comer. Permitirles experimentar, aunque implique un poco de caos, es clave para fomentar su independencia y confianza.
Dr. Carlos González es pediatra, autor de Mi niño no me come y Un regalo para toda la vida (Ed. Temas de Hoy).