Más que una simple definición, hay un viaje a través del tiempo para descubrir cómo una palabra antigua transformó la educación moderna.
Por eso, comencemos por lo básico: ¿De dónde viene esta palabra? Pues su origen es del griego “paidagogos”, que resulta una combinación de dos términos muy curiosos: “paidos”, que significa niño, y “agogos”, que significa guía o conductor. Literalmente, “paidagogos” se refería a las personas a cargo de la crianza de los niños.
En sus inicios, la pedagogía no estaba asociada a la enseñanza en el sentido moderno de transmitir conocimientos académicos, sino más bien a una función de guía moral y disciplinaria. Con el tiempo, el término se fue ampliando hasta abarcar todo lo relacionado con la educación y el proceso de aprendizaje.
En la antigua Grecia, filósofos como Sócrates y Platón sentaros las bases de la educación al discutir sobre la importancia del conocimiento, el desarrollo intelectual y la moralidad en los jóvenes. La pedagogía, en este contexto, era más bien un proceso de auto-descubrimiento, y el enfoque se centraba más en la reflexión que en la enseñanza formal.

Ya en el siglo XlX, Johann Heinrich Pestalozzi y Friedrich Froebel revolucionaron la tecnología al poner énfasis en la importancia de la educación temprana y la experiencia directa como parte del proceso de aprendizaje. Froebel, además, es conocido por haber creado el concepto de jardín de infancia, un entorno en el que los niños pequeños pudieran aprender a través del juego y la interacción social.
Pestalozzi: El pedagogo que revolucionó la forma de enseñar
Pestalozzi nos enseñó que el mejor camino hacia el conocimiento es la observación directa. Si queremos que nuestros hijos comprendan el mundo, primero debemos permitirles observarlo, tocarlo y experimentarlo. Por ejemplo, en lugar de enseñar solo teoría, Pestalozzi utilizaba objetos cotidianos para que los niños aprendieran de forma práctica. Enseñaba a los pequeños a contar usando tablillas con letras y números, de tal manera que no solo aprendían matemáticas, sino que también fortalecían sus habilidades lingüísticas.
¡Y nada de memorizar sin sentido! Por ejemplo, imaginad que estamos enseñando a un niño sobre las frutas. Pues en lugar de hacerle recordar una lista de nombres y características como “manzana, redonda, roja”, Pestalozzi apostaba por algo más interesante: Que el niño sostenga una manzana en sus manos, observe su forma, la toque y por supuesto, olerla. ¿Es rugosa? ¿Cuál es su color? Cuando se pone tanto énfasis en los sentidos, el niño identifica la manzana de una forma más auténtica y en lugar de simplemente recordar sus características, adquiere una experiencia directa, que facilita una comprensión más profunda y duradera. Pues bien, ¡también se puede aplicar a otras materias! Como las matemáticas o la geografía. Explorar, experimentar y descubrir, en lugar de depender únicamente de la memorización. En definitiva, la educación es, como decía Pestalozzi, un proceso de descubrimiento y no de imposición.

Juegos de mesa: Una forma divertida de aprender
¿Quién dijo que aprender es aburrido? Los juegos de mesa son la auténtica prueba de que la educación y la diversión pueden ir de la mano. Hay 20 juegos de mesa educativos perfectos para los más pequeños de casa. ¡Y no solo por el hecho de ganar! Todo tiene mucho que ver con todo lo que venimos hablando: el aprendizaje activo. Se puede estimular el pensamiento lógico y estratégico. ¡Sí, por supuesto! Los niños pueden aprender mientras juegan sin darse cuenta. ¿Y cómo? El simple hecho de pensar con anticipación, planificar sus movimientos y anticipar las jugadas del oponente, lo que mejora su concentración, memoria y habilidades para la resolución de problemas. ¡Y aún hay más! Algunos, que consisten en formar palabras, ayudan a mejorar su vocabulario y comprensión verbal.
¿Y qué adulto no ha jugado alguna vez al Domino? Un juego ideal para que los niños aprendan matemáticas de una forma sencilla. Al sumar, restar y contar puntos en realidad están practicando sus habilidades numéricas sin darse cuenta de que están haciendo matemáticas.

Fomentar y promover los buenos hábitos
Se trata de crear rutinas saludables, tanto en el estudio como en el tiempo libre. Hablamos precisamente de esos momentos de lectura o relajación antes de dormir, de una hora fija para hacer la tarea, o de dejar un ratito cada día para disfrutar de una actividad creativa o que les guste mucho. Algunas de las recomendaciones más efectivas para un rendimiento académico más optimo en los niños son: Crear un entorno adecuado y bien iluminado para estudiar, libre de distracciones, hacer resúmenes, mapas mentales y enseñar a otros lo que ha aprendido, planificar el tiempo y por supuesto… ¡Mucha motivación! Los elogios y recompensas (no solo materiales, sino también verbales) fomentan la autoestima y el buen compromiso con el aprendizaje.
La Técnica Pomodoro: Domina tu tiempo para trabajar con más eficacia
No es la receta para una salsa italiana, aunque también puede ser muy sabrosa. Es un truco de productividad que va a cambiar la forma en que trabajas, ¡y tal vez incluso la forma en que te enfrentas a tus tareas más pesadas!
Aquí va la receta:
- Elige una tarea en familia (estudiar, limpiar, escribir… lo que sea)
- Pon un temporizador (uno de 25 minutos, ¡nada de trampas!)
- ¡A darle caña! Trabaja sin distracciones: Este es tu momento para brillar, concentrado en tu tarea.
- Cuando suene el temporizador, toma un descanso de 5 minutos: Puedes estirarte, bailar, tomar un vaso de leche o de zumo… o incluso mirar por la ventana.
- Repite el proceso: Cuando hayas hecho 4 pomodoros, es hora de un descanso largo. ¡De 15 a 30 minutos será suficiente para recargar las pilas!

Esta técnica, fue inventada por el italiano Francesco Cirillo en los años 80 y es bastante popular entre los estudiantes, y también recomendada por muchos pedagogos y expertos en productividad. Es un método para superar la procrastinación y evitar ese agotamiento mental cuando pasamos horas haciendo una tarea.
En resumen: Pomodoro = trabajo con ritmo + descanso para recargar. ¡A probarla!