Es arriesgado bañarse en el mar si las olas son grandes, que pueden dar golpes demasiado fuertes para la embarazada. Y tampoco conviene bañarse en agua fresca.
Con el frío los vasos sanguíneos se contraen y eso hace que disminuya el aporte de sangre y oxígeno que llega al feto a través de la placenta. Por lo demás, a las embarazadas les vienen muy bien las temperaturas suaves del norte.