Lo hiciste, seguro. Te prometiste no ser tu madre, ni esa vecina que se había abandonado por completo cuando los bebés llegaron a su vida. Cuando viste el claro positivo en tu test de embarazo, empezaste a desarrollar tus primeras teorías sobre qué tipo de madre serías y estabas totalmente segura de que no serías una "de esas que se olvidan de ellas mismas".
¿Qué cuesta hacer un hueco para tener las uñas a punto? Estabas convencida de que las uñas descascarilladas de las madres que veías en el supermercado acopiando paquetes de toallitas en el carro de la compra estaban más relacionadas con una pérdida del foco que con una falta de tiempo o presupuesto para hacerse la semipermanente.

Pero entonces llegó el momento, el de la verdad, no el parto, ni la primera semana, sino los días que se sucedían, sin ser ya ninguna novedad, con una persona totalmente dependiente a tu cargo y tus prioridades cambiaron drásticamente. Todas tus ideas preconcebidas sobre la madre que serías fueron derrumbándose una tras otra, en una suerte de efecto dominó.
Y ya estás en el mismo punto que yo. Bienvenida. Y aunque creas que has desconectado de tu verdadera esencia y que no te reconoces, este viaje tan brutal sólo te está haciendo desprenderte de lo innecesario para que reconsideres tus prioridades. Y volverás a llevar las mechas a punto, o no. Pero hagas lo que hagas, lo harás desde una madurez y una autocompasión que te facilitarán el aplomo y la seguridad en ti misma que tantas veces habías deseado antes de ser madre.

Yo me siento muy satisfecha de priorizar el autocuidado bastante en mi día a día. "¿Y esta loca qué dice?" Podríais pensar si me estuvierais viendo tecleando con el moño y las cejas despeinadas. Y es que resulta que el concepto de autocuidado ha dado un giro de 360 grados en mi vida desde que mi tiempo es tan limitado y mis prioridades han sido reorganizadas a raíz de la maternidad.
Para mí ahora priorizarme es hacer una parada en mitad de mi mañana de trabajo para salirme un rato a la terraza de mi casa a tomar el sol, es dejar la casa tal y como esté cuando los niños se duermen, desestimando la tentadora idea de organizar y limpiar, para tomarme el sandwich de la victoria (¡otro día más que sobrevivimos!), es decir no a ese plan que antes hubiera aceptado sin apetecerme por no quedar mal.
Así que aunque lo ideal sería ir peinada y con determinación por la vida, si estás en mi mismo punto, en lugar de juzgarte por las pintas, felicítate por la autoestima conquistada, que ya habrá tiempo de retomar la agenda beauty.
TAMBIÉN LEE: