Cómo hacer que tus hijos coman más despacio y por qué es importante que lo hagan

Es un hábito potencialmente peligroso para la salud que además cuesta mucho revertir, incluso en la vida adulta, en caso de que se adquiera.
Cómo hacer que tus hijos coman más despacio y por qué es importante que lo hagan

Tan malo es que las comidas sean eternas como que un niño engulla a toda velocidad. Esto, dado que lo primero se corrige con el tiempo, es más peligroso para su futuro porque es un hábito que cuando se adquiere cuesta muchísimo esfuerzo y concentración revertir. 

Pasa a ser algo inconsciente, de manera que tenemos que poner de nuestra parte para corregirlo, y es difícil incluso para los adultos que se lo proponen.

Por este motivo, es muy recomendable enseñar a los niños pequeños la importancia de tomarse su tiempo para comer, de masticar y digerir bien cada porción de comida que introducen en su boca. 

Y es que esta es una de las maneras más eficaces de cuidar el aparato digestivo, ya que al comer deprisa, el organismo no libera las enzimas necesarias para procesar los alimentos eficientemente: esto conlleva problemas digestivos a menudo; entre ellos, dolor abdominal, acidez, gases estomacales, sensación de pesadez e incluso a veces también vómitos o náuseas.

Además, entre cuestiones de salud como la obesidad con la velocidad a la que comemos. Si lo hacemos demasiado rápido, el organismo no procesa igual los alimentos y esto implica que no aparezca la sensación de saciedad. Puede llenarse más alguien que come una cantidad menor de la misma comida que otra persona que tenga más comida en el plato pero que la infiera más rápido.

A continuación, compartimos algunos consejos de sencilla aplicación para que los niños aprendan a comer más despacio.

Explícadselo

Aunque sean pequeños, hay que explicarles por qué les decimos las cosas. Que no es una imposición a capricho de sus padres, sino que existe una motivación concreta, que en este caso es cuidar su salud. Lógicamente, no es lo mismo decírselo a un niño de 2 años que a uno de 7 o de 12. Debemos ajustar el mensaje a su capacidad de comprensión.

Comed juntos

Más allá de que este es un hábito magnífico para fortalecer el vínculo familiar, si vuestro hijo come deprisa, os ayudará muchísimo compartir mesa y tiempo porque podréis tomaros tiempo para la conversación. Hablar en la mesa ayuda de manera indiscutible a comer más despacio.

Dad ejemplo

De nada sirve en este sentido que comáis juntos y no habléis, ya que el niño seguirá comiendo muy deprisa si ese es su hábito adquirido. Pero además de facilitar y potenciar la comunicación verbal en la mesa, es recomendable darles ejemplo. Es decir, haced un esfuerzo por marcar los tiempos adecuados de la comida en vosotros mismos para que el peque tome nota. No hay “arma” más poderosa en la crianza que el ejemplo.

Picad los alimentos

Cuando los niños todavía no se manejan con los cubiertos y comen con las manos, un consejo muy efectivo es picar los ingredientes que vaya a tomar en trozos un poco más pequeños de lo habitual y enseñarle a no comer varios a la vez del plato. Exactamente igual cuando empiece a manejar el tenedor: nada de pichadas dobles, que es algo muy típico en los niños que disfrutan de la comida.

Evitad distracciones

Todavía hay muchas familias que comen con la televisión encendida o ponen un dispositivo tecnológico tipo tablet a los niños mientras comen. Pues bien, a todos los argumentos que dan los expertos para desaconsejar este recurso hay que añadir uno más: las distracciones de este tipo no ayudan ni a controlar la cantidad de comida que se ingiere ni a llevar el ritmo adecuado. O bien les acelera o bien ralentiza el ritmo, convirtiendo en eterna una comida o cena.

Tomad agua

La hidratación es necesaria por múltiples cuestiones sanitarias, pero además es también un truco para aprender a comer más despacio. Las pausas son claves en ello, sobre todo cuando estamos trabajando de forma consciente en cambiar un hábito, y en esto el agua es una excusa perfecta.

¿Qué viene después?

Si hay una actividad o plan programado para después de comer que les resulte muy atractiva a priori, como por ejemplo ver una peli en familia, terminar el juego que estaban haciendo antes de empezar, o simplemente tomarse un dulce a la “hora del café”, puede que se aceleren comiendo para terminar cuanto antes. No hay que eliminar de la ecuación la actividad divertida, pero si debemos explicarles bien que todo tiene su tiempo y que no por acabar antes se van a poder levantar de la mesa a toda prisa.

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