Dulce, colorido y repleto de nutrientes, el mango es una de las frutas más completas y versátiles para la alimentación infantil. Su textura suave y su sabor agradable lo convierten en una opción perfecta para introducir a partir de los seis meses, cuando el bebé empieza a probar nuevos alimentos tras finalizar con la alimentación complementaria.
El otoño —especialmente octubre— es el momento de plenitud del mango nacional, cultivado en zonas como la Axarquía malagueña o la costa tropical de Granada. En estas fechas está más sabroso, con mejor textura y a un precio más asequible en la frutería y el supermercado, lo que lo convierte en una fruta ideal para incorporar a la dieta familiar.
No dudes en hacerlo con tu hijo o hija pequeño desde que complete la lactancia exclusiva. No lo decimos porque nos guste especialmente esta fruta, que también, sino porque, como tantas otras, el mango aporta numerosos beneficios nutritivos a la dieta de los niños
Según la Asociación Española de Pediatría (AEP), para introducirlo desde los 6 años, la clave en esta etapa es adaptar la textura a la madurez del bebé. El mango puede ofrecerse tanto en puré o chafado como en trozos grandes para quienes siguen el método baby-led weaning (BLW). En ambos casos, es importante elegir fruta muy madura y sin hebras largas.
🔗Antes de seguir, te recomendamos que consultes nuestra guía sobre el método BLW.

Mango y método BLW: cómo ofrecerlo sin que se resbale
El mango es una fruta excelente para el método baby-led weaning (BLW), aunque su textura resbaladiza puede dificultar el agarre al principio. Para facilitarle la vida a tu bebé, puedes cortarlo en bastones largos dejando un pequeño trozo de cáscara, que servirá como “asa” natural para las manitas del bebé. Si has higienizado previamente la fruta, y aunque debes estar pendiente por seguridad, no pasa nada si tu peque chupa o muerde un poquito de la cáscara.
Otra opción es cortar una rodaja ancha y hacer cortes en cuadrícula sobre la pulpa sin llegar a la piel, y luego darle la vuelta para que sobresalgan los cubitos. Así, el bebé puede ir mordiendo poco a poco y explorando la fruta de forma segura.
También puedes cortar el mango en gajos grandes dejando parte de la piel, o rebozar uno de los extremos con harina de avena o copos muy finos, machados, de cereal, lo que evita que se resbale y mejora el agarre.
Cuando el bebé ya aprende a hacer el movimiento de pinza, uno de los hitos del desarrollo del bebé alredodor de los 9 meses, puedes ofrecerle trocitos más pequeños sin piel. Si notas que el mango tiene fibras largas (algo habitual en algunas variedades), lo mejor es ofrecerlo en trozos pegados a la cáscara, de modo que las fibras queden más cortas y fáciles de masticar.
Recuerda, como te hemos señalado anteriormente, que en los primeros meses del BLW, conviene lavar muy bien la fruta y ofrecerla siempre madura y blanda.

Mango en texturas suaves: papillas, purés y batidos
Para los bebés que comienzan con la cuchara, el mango también puede presentarse en forma de papilla o puré. Basta con triturar la pulpa de un mango maduro o aplastarla con un tenedor. Si se quiere una textura más cremosa, se puede añadir un poco de yogur natural sin azúcar o queso fresco batido.
Otra alternativa es mezclar el mango con otras frutas suaves como plátano o pera. El resultado es una papilla naturalmente dulce y llena de vitaminas, perfecta para media mañana o merienda.
Cuando el bebé crece y ya tolera nuevas combinaciones, los batidos o smoothies son una manera ideal de seguir disfrutando del mango en familia. Puedes preparar un smoothie de mango, avena y leche vegetal (o leche entera, según la edad), añadiendo un poco de canela o coco rallado. Además de saciante, es una fuente excelente de energía y antioxidantes.
También puedes probar con tostadas integrales con crema de mango y aguacate, o preparar galletas caseras de avena, coco y mango deshidratado, que son perfectas para compartir en familia o llevar como merienda al parque.
Recuerda, eso sí, de ofrecer este tipo de mezclas cuando ya hayan probado los alimentos que pongas en ellas. Al menos todos menos uno, de manera que puedas detectar cualquier problema de alergia infantil.

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