"¡Caca por la boca, caca por la boca!", fueron las últimas palabras de Diego, de dos años y medio, antes de vomitar generosamente en la tienda de sofás.
Su madre aún estaba dando las gracias al empleado que fregaba el suelo cuando un inconfundible y penetrante olor inundó el local: la "caca".
¿En qué consiste?
Es una inflamación de la mucosa intestinal caracterizada esencialmente por un aumento de las deposiciones y una menor consistencia de éstas. Pueden ir acompañadas de vómitos, fiebre, dolor abdominal y disminución del apetito.
Su causa suele ser una infección gastrointestinal producida en la mayoría de los casos por virus (especialmente el rotavirus), aunque en ocasiones puede tener un origen bacteriano.
Es la enfermedad más frecuente en los niños sanos de Europa, generalmente no es grave y dura entre tres y cinco días.
Se trata con algo más que agua
Debido a su principal síntoma, la diarrea, existe riesgo de deshidratación y, si el cuadro se prolonga, de malnutrición. Con las heces el cuerpo expulsa sodio, potasio e iones que se necesitan para llevar a cabo las funciones vitales.
Hidratar se convierte en algo más que ofrecerle agua (o zumo o leche), ya que el niño debe recuperar también esos iones. Cuanto más pequeño es, más grande es el riesgo de deshidratación.
"Desde el primer momento hemos de ofrecerle soluciones de rehidratación oral", afirma la doctora Josefa Barrio, del servicio de Gastroenterología Infantil del hospital Universitario de Fuenlabrada.
Se venden en la farmacia en dos formatos: tetrabrik o sobrecitos para diluir en casa. "Mejor comprar el tetrabrik, porque así no hay riesgo de cometer errores al preparar la solución", apunta la doctora.
Es primordial ofrecerle tanto la solución de farmacia como cualquier otro líquido despacio, a sorbos pequeños al principio, sobre todo si el niño vomita.
¿Qué le doy de comer?
“Lo que le apetezca al niño según tolerancia, por lo que no es necesario seguir una dieta especial. Eso sí, se deben evitar alimentos procesados, grasos (comida rápida), azúcares…", según detalla Aroa Arias, dietista materno-infantil.
En general "se recomienda continuar con su dieta habitual, ofrecer líquidos con frecuencia, mantener la lactancia materna o fórmula a demanda si continúa en periodo de lactancia, agua y suero oral si el pediatra lo recomienda por riesgo de deshidratación. Puede ser recomendable ofrecer sólidos en pequeñas cantidades más veces al día, siempre que al pequeño le apetezca o tenga hambre", concluye la experta.
Hay que acudir al médico si:
“Si tiene fiebre alta, la diarrea es severa y persiste o sigue vomitando y no tolera líquidos, acudir a urgencias o consultar con el pediatra de inmediato.”
