Gatear, es cierto, parece siempre el rito de iniciación de un bebé. Es emocionante, sobre todo para los padres, y proporciona muchas experiencias excelentes para el niño, ya que lo ayuda a desarrollar y fortalecer otras áreas. Se considera, de hecho, como la primera forma de movimiento independiente.
Es útil para ayudar a desarrollar y mejorar su sistema vestibular / de equilibrio, el sistema sensorial, la cognición, la coordinación y las habilidades para resolver problemas. Por ejemplo:
- Les enseña a comprender el movimiento.
- Permite la exploración independiente.
- Establece la conciencia corporal en el espacio, así saben dónde están y cómo maniobrar en el entorno que les rodea.
- Desarrolla la responsabilidad tanto del movimiento como de la movilidad.
- Proporciona una base para las habilidades de resolución temprana de problemas.
- Ayuda a mejorar la percepción de la profundidad.
- Ayuda a que los lados derecho e izquierdo de su cuerpo trabajen juntos para mejorar la coordinación.
Pero, además, recientemente los investigadores han encontrado que el gateo sería un paso importante en el desarrollo de la percepción del riesgo en los bebés. Eso sí, como también señalan, aunque se trata de un hito importante, es imprescindible dejar que el pequeño se desarrolle a su manera, y a su propio ritmo.
¿Qué nos dice el estudio?

Se estima que, alrededor de los siete y los diez meses de edad, la mayoría de los bebés empiezan a moverse de manera independiente. Y, en la mayoría de las ocasiones, tienden a hacerlo gateando. Como hemos visto, esto les permite explorar su entorno, mejorar la coordinación y el equilibrio, y perfeccionar sus habilidades para la resolución de problemas.
Es más, estudios publicados recientemente también encontraron que una mayor experiencia de gateo puede ayudar incluso al bebé a mantenerse seguro, lo que aumentaría los beneficios positivos que el gateo tendría sobre la propia independencia del bebé.
En uno de esos estudios, publicado en Infancy y llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Otago, se estudió la correlación entre el rastreo y la percepción del riesgo. Y encontraron que los bebés más experimentados tenían menos probabilidades de caer en aguas abiertas.
En esta investigación los científicos analizaron el efecto de la experiencia de distintos métodos de movimiento (también conocida como experiencia locomotora), en la forma en que los bebés evitan los descensos repentinos.
Así, el equipo de investigadores evaluó el comportamiento de los bebés cuando se encontraban alrededor de una tina llena de agua. Según los autores, “en el depósito de agua, los resultados muestran que la cantidad de experiencia en el gateo informaría acerca del comportamiento adaptativo de los bebés. Poco después de que los bebés comienzan a gatear, tienden a caer al agua. Pero después de algunas semanas de experiencia de rastreo, comienzan a evitar la caída”.
Curiosamente, y como resaltaron los estudiosos, incluso cuando los bebés empiezan a caminar, la diferencia entre aquellos que caían al agua y los que la evitaban fue la cantidad de experiencia de gateo que tenían antes de dar los primeros pasos.
Otro estudio, esta vez publicado en Developmental Psychobiology, y que se centró en el comportamiento de los bebés alrededor de una pendiente que conducía a aguas profundas, no encontró, sin embargo, un efecto notable relacionado con la experiencia de gatear.
Según los autores de este estudio, “este resultado sugeriría que, aunque la experiencia auto-locomotora enseña a los bebés a percibir el riesgo de caídas, dentro o no del agua, no tendría ningún impacto en su percepción de los cuerpos de agua como ambientes de riesgo que deban evitar”.
En este sentido, cuando los investigadores compararon el comportamiento de los bebés que caían al agua, con su comportamiento en la pendiente que dirigía al agua, era más probable que cayeran a ella cuando se ofrecían pendientes para acceder.
¿Qué sugiere el estudio?
Los hallazgos de ambos estudios sugieren que, en realidad, gatear es muy útil para los bebés, al explorar su entorno. De hecho, al tener contacto directo con el piso, y una visión distinta del mundo que los rodea, son más capaces de identificar superficies menos seguras.