Aunque es mucho más común en la etapa adulta, los bebés también pueden contraer herpes. Incluso durante el parto, el conocido como herpes adquirido es un tipo de infección por el virus del herpes que el recién nacido puede contraer en el momento del nacimiento. De hecho, puede desarrollarse poco después del nacimiento, y son bebés que lo contraen de madres que están infectadas con herpes genital.
Pero el herpes adquirido al nacer no es el único tipo de infección por el virus del herpes que pueden contraer los bebés. Por ejemplo, tampoco podemos olvidarnos del herpes labial, que tanto en bebés como en niños pequeños cursa con la aparición de ampollas alrededor de los labios, y que a menudo los padres pueden confundir con una infección bacteriana o con una erupción alérgica.
¿Qué es el herpes adquirido al nacer y cuáles son las causas en los bebés?
El conocido como herpes adquirido al nacer, también denominado médicamente como herpes congénito (debemos recordar que congénito se refiere a cualquier condición o afección que está presente desde el nacimiento del bebé).
Cuando se trata de este tipo de herpes, es común que el recién nacido presente una infección en la piel, o bien una infección generalizada, conocido con el nombre de herpes sistémico (de hecho, pueden producirse ambas infecciones). No obstante, el herpes sistémico es considerado como una infección mucho más grave, la cual puede causar otras complicaciones, como convulsiones, problemas respiratorios y daño cerebral.
Dado que se trata de una afección grave que puede poner en peligro la vida del bebé, es imprescindible que sea rápida y adecuadamente tratada.
La causa la encontramos en el virus del herpes simple. Cuando la embarazada presenta infecciones de herpes activas las probabilidades de transmitir el virus al bebé durante el parto vaginal es muchísimo mayor, especialmente cuando el pequeño entra en contacto con ampollas de herpes en el canal del parto, lo que podría acabar causando la infección.
Después de la primera vez que se produce el contagio, y los síntomas se resuelven y desaparecen, el virus permanece inactivo en el organismo durante períodos bastante largos de tiempo, hasta que los síntomas vuelven a aparecer de nuevo. Cuando el virus se reactiva, es lo que médicamente se conoce como infección recurrente.
Cuando la futura mamá tiene una infección por herpes no activa en el momento del nacimiento del bebé, también es posible su transmisión, sobre todo cuando contrajeron la infección por primera vez en algún momento de la gestación.

No obstante, también es necesario tener en cuenta que los bebés también podrían contraer el herpes cuando tocan una lesión activa de herpes labial, otra forma que causa infección en los labios y alrededor de la boca. En estos casos, el virus puede transmitirse a través de besos y el contacto cercano. Cuando se produce, es considerado como herpes neonatal, y tiende a ser menos grave.
En el caso del herpes labial, el bebé ha podido contraer el virus por contacto directo con la lesión de una persona infectada, por compartir utensilios, durante el nacimiento o por compartir paños y toallas previamente utilizadas por una persona con una infección activa. Por este motivo, no se recomienda besar al bebé cuando se presenta algún tipo de lesión compatible con virus del herpes simple en la boca o alrededor de los labios.
¿Cuáles son los síntomas del herpes en los bebés y cómo se trata?
Todo dependerá del tipo de herpes. Por ejemplo, los síntomas del herpes adquirido en el momento del nacimiento suelen aparecer pocas semanas después, o incluso pueden estar presentes al nacer. Cuando aparece como una infección cutánea, suele ser más fácil de identificar, y por tanto de diagnosticar, dado que el bebé podría ampollas llenas de líquido, las cuales aparecen en el torso o alrededor de los ojos.
En el caso del herpes labial, las llagas se forman alrededor de los labios o de la boca, y también pueden estar llenas de un líquido transparente que puede supurar cuando se rompe. En ocasiones la fiebre suele acompañar a la infección (habitualmente de 37,7 º C), motivo por el cual son también conocidas como ampollas febriles. Son ampollas de pequeño tamaño, de color amarillento, que suelen aparecer agrupadas alrededor de los labios, aunque también pueden formarse encima del labio superior, en las mejillas, en la barbilla e incluso en los labios.
Respecto al tratamiento, aunque es cierto que la infección puede tratarse, no se cura. Esto significa que, una vez contraído, el virus permanece en el cuerpo del niño durante toda la vida, aunque los síntomas sí pueden controlarse. Los medicamentos antivirales administrados por vía intravenosa pueden ser de mucha utilidad a la hora de tratar la infección.
En caso de que el herpes se contraiga durante el embarazo o en el pasado, es esencial hablar de la situación con el médico antes de la fecha de parto. Por ejemplo, es posible que al final del embarazo se administren una serie de medicamentos para ayudar a disminuir las posibilidades de transmisión. Y si existen lesiones genitales activas, un parto por cesárea puede ser de utilidad a la hora de reducir el riesgo de transmitir el herpes al bebé.