“El juego libre ayuda a desarrollar las destrezas motrices, previene la obesidad infantil y fomenta la inteligencia emocional”. Así se refieren al juego libre desde la Asociación Americana de Pediatría.
Cuando hablamos del juego libre nos referimos a esas actividades que parten y se desarrollan desde la imaginación y la mente infantil. Actividades para las que no hay una guía, ni unos pasos de seguimiento, ni unas instrucciones a las que los peques se tengan que amoldar. El tipo de juego ‘libre’ que les permite ser, hacer e imaginar lo que ellos quieran imaginar. “Son actividades escogidas libremente (ya sea a nivel individual o de grupo), dirigidas por los propios niños y que éstos realizan por motivaciones intrínseca”. Así lo definen desde la web de Bosque Escuelas. De acuerdo a la misma fuente, en el juego libre los adultos ni interrumpen, ni dan aprobación ni ningún tipo de recompensa. Hemos de entender que es algo de ellos y que no tenemos por qué interferir en lo que estén haciendo, aunque nos parezca extraño.
Aparte de tener numerosos beneficios para el desarrollo del niño, el juego libre también tiene beneficios para la relación de ellos con los adultos. Y es que, observando jugar al niño de manera libre podremos recopilar mucha información sobre aquello en lo que podemos ayudarles, cómo enriquecer sus actividades o cómo introducir en ellos nuevas habilidades. Por ejemplo, si vemos que el niño juega a construir muros con las piedras, quizás ha llegado el momento de introducir en él juguetes de construcción. Y si vemos que practican el juego de imitación, nos dará pistas sobre que está listo para jugar con juguetes que les permitan imitar profesiones.
Partiendo de estas premisas, debería estar claro que el mejor entorno para desarrollar el juego libre sea la naturaleza, donde los niños pueden encontrar muchas posibilidades. Y es así. Pero esto no significa que nuestro hogar no sea un lugar propicio para este tipo de juego: “aunque nuestras casas no sean demasiado grandes, es posible crear varias zonas en las que nuestros hijos puedan desarrollar sus diferentes facetas con materiales sencillos y fáciles de encontrar”, nos contaba hace unos años Raquel Rodríguez, maestra Waldorf.
Basándonos en sus consejos, y en otros más, hemos seleccionado varios juegos y actividades con los que podemos fomentar el juego libre en los más pequeños.
Juegos de construcciones
Alrededor del primer año de vida los niños comienzan a desarrollar el conocido ‘juego de construcción’. Conforme vaya avanzando en edad, ese juego se volverá cada vez más complejo. Al principio solo se interesarán por las piezas, luego conseguirán apilarlas para, posteriormente, pasar a hacer construcciones más complejas.Una buena forma de fomentar el juego libre es poner a disposición del niño piezas de construcción con las que puedan experimentar tanto como ellos quieran. ¡Pueden ser lo que deseen!

Juegos de imitación
Otro de los tipos de juego que más desarrollan la creatividad y la imaginación infantil son los juegos de imitación. Así que podemos poner a su disposición juguetes que permitan desarrollarlo (jugar a las casitas, a las tiendas, a la escuela,…).Y es que ya te contamos que la imitación es la forma de aprender de los peques.

¿Hacemos un club de lectura?
Las actividades relacionadas con la lectura ayudan a fomentar el lenguaje y la expresión oral desde edades tempranas. Pero, además, ayudan a trabajar la imaginación y la creatividad de los peques.Para convertirlo en juego libre, podemos proponer una lectura activa, con debates, dejando a su imaginación el final del cuento.

Dejar a su disposición objetos que puedan apilar
Podemos crear un cesto de construcción. Dentro de él incluiremos un montón de artículos con los que los niños puedan experimentar apilando. Hablamos, por ejemplo, de un arcoíris Waldorf, piedras que encontréis por el campo, cajas de diferentes tamaños, piezas de construcción específicas para ello…

Dejar a su alcance botes vacíos, bolos,…
Igual que con el ejemplo anterior, pero esta vez con cosas que se mantengan de pie. Quedará en la imaginación del niño el uso que quiera darle.

Déjale libertad (dentro de unos límites)
La mejor manera de fomentar el juego libre tanto dentro como fuera de casa es dando espacio al niño para la exploración de lo que le rodea. Libertad, pero dentro de unos límites.Como adultos hemos de entender dónde están esos límites que eviten que el peque pueda hacerse daño o poner en peligro su integridad. Más allá de eso, no tengáis miedo a que se mueva libremente por todo el espacio y juegue con lo primero que encuentre.

Cesto de materiales naturales
Hojas, piedras, bellotas, flores secas, palos… Todo lo que os encontréis por la naturaleza es susceptible de estar dentro de este cesto. Una vez más, ponlo a disposición del niño para que sea él el que decida cómo juega con ello.Además, estaréis fomentando el amor por la naturaleza y el respeto al medio ambiente.

Cesto de manualidades
Si hay una actividad que fomenta la creatividad y la imaginación esas son las manualidades. El peque creará, construirá, pensará e imaginará todo lo que quiere conseguir.Mejor que darle una manualidad en la que haya que seguir pasos, podemos optar por hacer un cesto con un montón de materiales que le permitan crear manualidades: pegamento, tijeras, papeles de colores, témperas, pinceles, acuarelas, rotuladores, ceras para colorear… ¡todo lo que se os ocurra!Él decidirá qué quiere crear a partir de ello.

Instrumentos musicales
Este no es apto para padres a los que les moleste mucho el ruido. Pero es cierto que a través de los instrumentos musicales los pequeños también desarrollan sus capacidades a diferentes niveles.

Disfrazarse
No hace falta que sea carnaval, Halloween o su cumpleaños para montar una fiesta de disfraces en casa. A través de ellos fomentan la empatía, aprenden a expresarse, desarrollan la creatividad y también les permite ganar autonomía y asertividad, entre otras ventajas.Son otros de los grandes protagonistas del juego libre, ya que a través de ellos los niños pueden jugar como quieran.
