Mi bebé ya sabe trepar, ¡socorro!
Una vez descubra que se puede desplazar hacia adelante, el niño querrá comprobar si puede moverse también hacia arriba. Para ellos es solo un juego, pero trepar supone un gran avance en su evolución.
Autor: Luz Bartivas.
Eso sí, con un año, los peques no tienen miedo y no son conscientes del peligro, así que cuando los niños empiezan a andar a los padres les toca extremar la vigilancia.
Respetar su ritmo
Los niños suelen empezar a desarrollar la capacidad de trepar a partir del primer año, incluso sin saber andar primero.
Los expertos en psicomotricidad infantil aseguran que cuanto más tiempo pase un niño en el suelo, antes aprenderá a trepar. Un bebé que está siempre acostado o sentado en la sillita tarda más en aprender a sentarse solo, gatear y caminar.
Por otro lado, si se fuerza al bebé a ponerse de pie o caminar cuando aún no está preparado, se puede retrasar su evolución.
Facilitar la escalada
¿Qué hacer cuando el niño insiste una y otra vez en subirse al puf del salón? Pues dejar que lo intente él solo, siempre que el lugar sea seguro y le estemos vigilando. Los niños aprenden a base de repetir la misma acción.
Cuando llega arriba se plantea otro reto muy interesante: bajar. Seguramente llegará a la conclusión de que es mejor volver por donde ha subido. No temamos: los bebés son pequeños, pero no tontos. Nuestro hijo no se tirará en plancha al suelo y, si no ve la posibilidad de bajar con seguridad, llorará para que le ayudemos.
Cuando consiga hacer él solo el recorrido completo habrá adquirido una nueva habilidad que le producirá una gran satisfacción y le hará más autosuficiente.
Hay que motivarle
Que el pequeño se lance o no a trepar depende de su propia evolución, pero también de la actitud de sus padres.
Si somos demasiado protectores y cada vez que el niño intenta trepar le lanzamos mensajes negativos como: "¡Cuidado!, ¡ahí no te subas!, ¡te vas a caer!", se sentirá atemorizado e inseguro y probablemente se acabará cayendo.
Es mucho más positivo darle ánimos y potenciar su deseo de jugar y moverse, haciéndole saber que papá y mamá siempre estarán a su lado para que no le pase nada malo.
Respetar los espacios
Desde que nace, el niño comienza un aprendizaje global para adaptarse al mundo en el que es decisiva la educación de sus padres y cuidadores.
Por eso desde muy pequeño conviene ir enseñándole lo que está bien y lo que está mal, poner unos límites, aunque al principio le cueste entenderlo.
Aunque necesite correr, trepar y explorar, también conviene enseñarle a respetar los espacios.
Por ejemplo, podemos decirle que puede jugar libremente en su cuarto, en el pasillo, e incluso, si nos parece bien, en el salón (una vez adaptado), pero que no puede entrar en el baño, en el cuarto de estudiode sus hermanos o en la cocina. Así matamos dos pájaros de un tiro: le enseñamos a respetar los espacios de los demás y evitamos posibles peligros.