Las 10 reglas vitales de la educación emocional para educar a tus hijos

La psicóloga infantil Carmen Esteban nos da las claves para una crianza respetuosa.
Educación emocional

Si estás buscando los mandamientos justos y necesarios para educar a tus hijos de una manera saludable y emocional, estás en el artículo adecuado.

También te presentamos el libro Educar con Paciencia, de la psicóloga Carmen Esteban (Ed. Espasa). Su principal objetivo es ofrecer formación e información a los padres sobre cómo las emociones van emergiendo y evolucionando desde la infancia.

Educar con Paciencia de Carmen Esteban

Además, ofrece pautas para saber cómo ayudarles a gestionar esas emociones, para que se sientan acompañados y seguros durante la crianza de los hijos. Un libro donde las protagonistas son las emociones, las de los padres y de los hijos, porque sin ellas el ser humano no sería humano.

1. Amarás a tu hijo sobre todas las cosas

“Hay un ejercicio que me encanta hacer con mi hija y es recordarle no solo lo mucho que la quiero, sino cuándo la quiero. De entrada, tal vez puede sonar algo cursi, pero si lo aplicas verás enseguida los efectos positivos que tiene, tanto en ti como en tu peque”, explica la psicóloga infantil Carmen Esteban.

Consiste en decir lo siguiente a tu pequeño: “Te quiero muchísimo, pero, sobre todo, te quiero siempre. Te quiero cuando nos lo pasamos bien, pero también cuando me enfado contigo. Te quiero cuando haces las cosas bien y también cuando te equivocas. Te quiero siempre, cariño. Te quiero cuando estamos juntas, pero también cuando no lo estamos. Siempre, siempre te quiero”.

2. No compararás tu hijo en vano

Muchos creen que las comparaciones entre personas son una herramienta de motivación, pero la realidad es que son una medida de presión que, a la larga, suele desembocar en problemas de ansiedad y autoestima.

3. Educarás en valores

Educar en valores no es tarea sencilla y requiere mucha dedicación y tiempo, e, incluso, en la etapa de la adolescencia, muchos de los valores transmitidos se verán cuestionados y transgredidos. 

Necesita, además de tiempo, ejemplo y constancia. Implica alejarse de los métodos inmediatos como el chantaje emocional, las tablas de recompensa y los castigos. Educar en valores significa educar partiendo de cómo se siente el niño ante su propio comportamiento.

De este modo, estás invitándole a reflexionar sobre cómo ese comportamiento suyo ha podido impactar en los demás, las consecuencias que ha tenido, tanto para bien como para mal. Existen infinitos valores y por ello es importante que cada familia revise cuáles son los importantes para ellos.

Educación emocional - monkeybusinessimages

4. Fomentarás su autonomía y desarrollo

Las familias tenemos la obligación de educar y criar futuros adultos autónomos e independientes. A diferencia de lo que piensen muchas familias, los hijos no son propiedad suya. Hay una delgada línea entre el adoctrinamiento y la educación.

Adoctrinar es imponer a tu hijo la forma de pensar y actuar que consideras correcta, mientras que educar consiste en guiarle, respetando su forma de pensar y actuar.

5. No alabarás a tu hijo sobre todas las cosas

Este mandamiento puede sonar chocante. ¿Cómo no voy a decirle cosas buenas a mi hijo? ¡Claro que sí! Pero hay una gran diferencia entre reforzar-alentar y alabar.

Anima a tu hijo comentando las cosas que ha hecho bien desde un plano de igualdad, no de superioridad hacia otros. Felicítale más por el proceso que por el resultado y haz críticas constructivas con el fin de mejorar.

6. No castigarás ni utilizarás el chantaje emocional

Reflexionar con tu hijo es la clave para el aprendizaje. Nos han enseñado que cada vez que un niño hace algo mal o se equivoca debe recibir un castigo porque, si no, “no aprende”.

Frente a los castigos tenemos no solo una, sino dos alternativas respetuosas: los límites y las consecuencias. La diferencia fundamental entre ambos es que los límites se establecen antes de que ocurra el problema, mientras que las consecuencias se aplican después.

7. No proyectarás tus fracasos o tus deseos en tus hijos

Si hay algo que los padres quieren para sus hijos es lo mejor. Pero este concepto es muy subjetivo y es probable que lo que es lo mejor para ti para otra persona no lo sea. “Lo mejor” es diferente para cada persona, y ninguna opción es mejor que otra.

El problema viene cuando los padres quieren imponer lo que ellos consideran que es “lo mejor” para sus hijos sin tener en cuenta lo que sus hijos piensan. 

Es frecuente ver padres y madres que proyectan sus sueños rotos en sus hijos porque consideran que es lo mejor para ellos, sin considerar los deseos o sueños reales que estos tienen.

Cada persona es diferente y lo que es mejor para un hijo no lo es para otro.

8. No le contarás falsos testimonios ni mentirás

Queremos que nuestros hijos nos cuenten las cosas y no nos mientan, pero lo cierto es que muchos adultos mienten a los niños. Hay un proverbio judío que dice: “Con una mentira suele irse muy lejos, pero sin esperanzas de volver”.

Todos sabemos que la mentira es un detonador de la desconfianza y estoy segura de que la mayoría de las familias buscan un clima de confianza y seguridad con sus hijos.

9. Validarás y sostendrás sus emociones

No hay emociones buenas ni malas, todas son necesarias y adaptativas si las tenemos bajo control. Sin embargo, cuando preguntas a una madre o a un padre qué quiere para su hijo, dirá: “Quiero que mi hijo sea feliz”.

Y muchos estaréis pensando: “¿Y qué hay de malo en querer que tu hijo sea feliz?”. ¡Pues nada! El problema es cuando ese deseo de felicidad para tu hijo anula o reprime la aparición de otras emociones menos agradables en tu hijo.

10. Te adaptarás a su ritmo y no viceversa

“¡Valeria, despierta, que llegamos tarde al cole!”. “Valeria, bébete más deprisa la leche”. “Valeria, ¿aún no te has vestido?”. “Valeria, ¿te has lavado ya los dientes? ¡Deja de enredar! ¡Vamos!”. “Valeria, corre, que no nos van a dejar entrar a clase si llegas tarde”.

¿Cómo crees que se siente Valeria? Seguramente estresada, agotada y superada. Los niños necesitan tiempo para poder desarrollarse. La infancia es como el cocido de pueblo: el secreto está en que lo han dejado horas y horas a fuego lento. La infancia, también se cuece a fuego lento.

Recomendamos en