A partir de cierta edad, no precisamente muy tarde, cuando adquieren autonomía en el juego sobre todo, los niños y niñas pueden empezar a poner en práctica una especie de sordera selectiva y no escuchar las llamadas de sus padres y madres. Los motivos por los que esto, que suele poner muy nerviosos a los adultos, suele ocurrir, están descritos por la psicología. Álvaro Bilbao les pone nombre.
Según el neuropsicólogo Álvaro Bilbao, “los niños pequeños desean más que nada estar al lado de sus padres y sentirse queridos”. Lo dice para dejar claro que si hacen que no escuchan a sus padres y madres es por alguna razón en concreto. Razones todas las posibles descritas por la psicología, su especialidad.
En concreto, el experto en el cerebro de los niños, esta sordera selectiva empieza a desarrollarse desde el año de vida aproximadamente. “Cuando los niños comienzan a caminar los padres comenzamos a llamar a los niños para que vengan a nuestros brazos. Al principio las escenas son de los más tiernas, pero pronto nos damos cuenta de que los niños no siempre van a venir cuando les llamamos”, relata.

En la sordera selectiva puede haber una razón médica, como dificultades de audición o trastornos del desarrollo como los trastornos del espectro autista. “En estos casos el niño no suele responder a su nombre en casi ninguna situación y puede tener dificultades para mantener contacto visual o en el desarrollo del lenguaje”, puntualiza Álvaro Bilbao.
Pero esto no es lo más habitual; lo más común es que las razones tengan más que ver con aspectos psicológicos. Simplemente, explica Álvaro Bilbao, “el niño parece más bien poco interesado en venir cuando le llamamos”. En todos los casos, que ahora veremos, funcionarán mejor las estrategias de psicología para evitar gritar a los niños que ponernos a dar voces porque no nos hacen caso.

Razones por las que tu hijo no te hace caso
El neuropsicólogo Álvaro Bilbao describe hasta cuatro razones propias de la psicología de por qué los niños niñas pueden desarrollar sordera selectiva cuando les llaman sus adultos de confianza para obtener su atención. Son las siguientes:
- Flujo mental
El flujo mental o flujo de pensamiento “es el estado mental para aprender” se da cuando “cuando un niño descubre algo que le gusta, que le emociona o simplemente está entretenido descubriendo un nuevo juego o desarrollando una nueva habilidad tiende a entrar en un estado cerebral”.
En este caso, “el niño o niña está metido en un flujo atencional donde suprime otros estímulos”. Según Álvaro Bilbao, es normal y saludable que el niño permanezca enfrascado en su tarea. “No está desobedeciendo, simplemente está siguiendo una orden de mayor rango que la tuya; la de su instinto que le dice que es bueno que aprenda cosas nuevas”.
Bilbao propone la siguiente manera de actuar: “simplemente dale tiempo para terminar lo que está haciendo o acércate y explícale con cuidado que es lo que necesitas”.
- Estímulos que compiten
La segunda razón puede ser que el niño o niña tiene ante sí otro estímulo más potente que tu llamada. Es una competición en las que tienes las de perder porque “un estímulo más poderoso (normalmente una pantalla) acapara toda su atención”, dice Bilbao. “Es como si sólo tuvieran un canal por el que pueden comunicarse con el mundo exterior y su cerebro tiende a elegir el canal más llamativo para prestarle toda su atención”, añade.
El consejo del neuropsicólogo es que reduzcas el estímulo antes de pedirle que preste atención. Por ejemplo, que le des al pausa si es una película o bajes el volumen.
- Extinción
El fenómeno de la extinción se produce “cuando llamamos constantemente a un niño o le llamamos y no hacemos una actividad relevante”, ya que “su cerebro registra que esas llamadas no son relevantes y deja de prestar atención”, explica Álvaro Bilbao.
Es algo parecido a la sobreutilización de su nombre, a llamarle demasiado: “Si el niño escucha muchas veces su nombre deja de llamar su atención; este fenómeno se llama habituación cerebral y es la segunda causa más frecuente de que los niños no atiendan a su nombre dentro de casa”, apunta el neuropsicólogo.
Su consejo ante esta situación es claro: “no juegues a llamarle a ver si viene. Llámale sólo cuando vayas a jugar o decirle algo importante. Si está entretenido o entretenida dale su espacio”.
- Evitación
La razón por la que los niños o niñas más hacen uso de la escucha selectiva es por evitación. “Si cuando llamas a tu hijo le gritas, le regañas o le haces sentir mal, el niño aprenderá rápidamente que acudir a tu llamada no le hace sentir bien y, lógicamente, evitará acudir cuando le llamas”, señala Álvaro Bilbao.
Su recomendación es “no llamarles para regañarles y acercarte cuando quieras corregirles o decirle algo que tiene que mejorar”. De lo contrario, concluye, “acabará evitando tu llamada”.