Tanto si has hecho colecho, como si el bebé ha dormido en su cuna desde casi prácticamente el primer momento, no hay duda que siempre llega el instante en el que pensamos en dar el paso de que empiece a descansar en su propia cama. A diferencia de lo que erróneamente se suele pensar (de hecho, existen muchos mitos relacionados tanto directa como indirectamente con esta maravillosa y única opción), el colecho no hace que “el niño se malacostumbre”, o que el paso a la cama o incluso a su propia habitación, pueda ser mucho más difícil. Al contrario, siempre que el niño esté preparado para ello, será suficiente con dar el paso.
Ya sea que al pequeño le guste su cuna, o que simplemente desee salir de ella, es importante para todo padre y madre dar el paso a su habitación. Aún cuando es más sencillo cuando ya el niño es grande, las dudas se acrecientan cuando el niño es todavía pequeño. Y es normal que surjan preguntas tales como ¿cuándo debe pasar a una cama, y cómo podría hacerlo sin problemas, y de forma total y completamente segura?
Aún cuando el momento ideal es aquel en el que el niño expresa claramente que desea dormir en su cama, y por tanto en su habitación (se convertirá, básicamente, en el mensaje más claro de que está listo para decir adiós a la cuna o a la cama de sus padres, si por ejemplo se había practicado el colecho), también hay ocasiones -más de la que originalmente puedas pensar en un primer momento- en las que el pequeño pueda acabar verbalizando su descontento.
Cuándo es el momento ideal para cambiar a una cama para niños pequeños
A diferencia de algunos hitos del desarrollo que ocurren sobre todo en la conocida como primera infancia, como podría ser el entrenamiento para ir al baño y dejar los pañales, o empezar con la alimentación sólida, el paso de la cuna a la cama no siempre es tan natural como podría gustarnos en un comienzo. No obstante, como regla general, la mayoría de pediatras coinciden en señalar que los padres deberían hacer el cambio antes de que el pequeño sea capaz de salir por sí solo de la cuna, con el consiguiente riesgo de lastimarse.
En este sentido, la mayoría de los niños pequeños tienen la capacidad de saltar sobre el riel de la cuna cuando miden alrededor de 1 metro de altura y tienen entre 18 a 24 meses de edad. Esto no significa que, algunos bebés más ágiles, intentan salir antes.
Si el pequeño continúa sintiéndose cómodo en su cuna, y todavía no se ha convertido en un escalador nato, entonces está bien dejarlo dormir ahí después de los 2 años, siempre y cuando se tengan en cuenta aspectos directamente relacionados con la seguridad.
¿Qué ocurre cuando se necesita la cuna para otro bebé?
Otro factor que podría determinar el momento de pasar de la cuna a la cama, o de la cama de los papás a su habitación, es la llegada de un nuevo hermano. Es, de hecho, lo que me ocurrió a mi. Soy papá de dos niñas, una de 5 años y otra de 1 año. Hasta los 4 años, nuestra hija mayor dormía con nosotros (sí, hacíamos y disfrutábamos de los beneficios que nos proporcionaba el colecho). Pero cuando mi mujer se quedó embarazada, y a medida que su barriguita crecía, también hacía que todos descansáramos un poco peor cada noche.
Así que aprovechamos el momento para dar el paso, y animar a nuestra hija mayor a empezar a quedarse en su habitación. Y lo hicimos de tal manera que ella se sintiera partícipe en todo momento: escogió el color de la pintura de su cuarto, nos ayudó a pintar las paredes… Y lo cierto es que quedamos gratamente sorprendidos, ya que desde el primer momento, sobre todo las primeras noches, se lo tomó bastante bien (no obstante, todavía continúo echándola de menos por las noches).

Y no: el colecho no hizo que nuestra pequeña estuviera más apegada emocionalmente, ni ocasionó que la transición a su cama fuera más complicada o difícil. Al contrario, somos nosotros quienes “sufrimos” más el proceso, hasta el punto que aún seguimos añorándola por las noches.
Eso sí, aún cuando a nosotros nos fue bien, hay que tener mucho cuidado cuando éste es el motivo del cambio, o de la transición. Tener un nuevo hermano es un cambio importante, y posiblemente no desees que tu hijo mayor se sienta como si estuviera siendo desplazado. Por tanto, es de vital importancia comenzar con la transición entre tres a dos meses antes de la llegada del nuevo bebé, suponiendo, eso sí, que el niño tenga ya al menos 18 meses de edad. Y es que si lo hacemos inmediatamente a los pocos días de que el nuevo miembro de la familia llegue a casa, irremediablemente sentirá que está siendo desplazado.
Si es posible, es aconsejable desmontar la cuna o guardarla en una habitación donde se encuentre fuera de su vista. O intenta que la cuna no sea un lugar cómodo donde descansar, por ejemplo llenándola con peluches, mantas y juguetes. Sea como fuere, independientemente de cuál sea la razón del cambio, idealmente deseemos hacerlo en un momento en el que no hayan otros cambios importantes en la vida del pequeño. De ahí que no sea recomendable evitar hacer la mudanza cuando el pequeño está abandonando su chupete, o se encuentre en medio del entrenamiento para ir al baño.
Cómo facilitar la transición a una cama para niños pequeños
Antes de proceder al cambio, es de vital importancia planificar toda la logística necesaria para conseguirlo. A continuación te proponemos algunos consejos y trucos que te serán de mucha ayuda. Toma nota.
Escoge la cama más adecuada (para niños pequeños)
Algunos padres buscan una cama específicamente diseñada para su uso por parte de niños pequeños, la cual generalmente se encuentra situada cerca del suelo, y ofrece la posibilidad de acomodar un colchón de cuna ya existente. A menudo, estas camas suelen venir con diseños infantiles llamativos, como castillos, automóviles u otras formas interesantes para los más pequeños.
Otros padres, sin embargo, optan directamente por poner el colchón de la cuna en el suelo con la finalidad de facilitar la transición. No obstante, sea de una forma o de otra, es fundamental mantener la seguridad ante todo, sobre todo durante las primeras semanas. Siempre es posible instalar una barandilla extraíble para evitar que el pequeño se caiga.
Deja que el pequeño participe
Dejar que el niño/a escoja el color de las paredes, que nos ayude a pintar si ya tiene la edad suficiente como para ello, elegir las sábanas, fundas de almohadas, edredones y peluches… La clave está en hacer que el pequeño participe, lo que hará que la idea de dormir en su nueva cama le parezca más atractiva.

Es importante establecer una rutina a la hora de acostarse
Como en cualquier momento y etapa de transición, es fundamental ayudar al pequeño a establecer una rutina, más o menos predecible, para la hora de acostarse. Se trata de una rutina sencilla, que puede incluir leerle un cuento todas las noches, hablar sobre lo que habéis hecho en el día…
Los niños pequeños a menudo tienden a ser ambivalentes acerca de crecer y dejar atrás su infancia, por lo que el cambio puede ser enormemente difícil para ellos. Por ello, mantener un ritual constante a la hora de irse a la cama ayudará mucho. De hecho, una vez dominan esa nueva habilidad, ya sea moverse de una cuna a una cama, o renunciar a los pañales, les brindará un verdadero sentido de orgullo, y un auténtico logro.
Ten paciencia: no esperes que la transición pueda ser fácil o sencilla
Al comienzo es absolutamente normal que el niño llore e insista en querer recuperar su cuna, o en volver a la habitación de los padres. Trata de mantenerte positivo, y esperar al menos uno o dos meses para que finalmente se adapte completamente.
Esta nueva libertad, recién descubierta, puede también llevar al mamá o a la mamá a hacer bastantes excursiones durante la noche. Por ejemplo, es normal que tras poner al niño/a en la cama, y pensar que ya está dormido, de repente descubrimos que se ha bajado y está caminando por la habitación. O cuando lo volvemos a poner en ella, y él vuelve a salir, nuevamente.
La clave, como vemos, está en la paciencia y en mantener la constancia.