La vivencia de la maternidad fuera de tu lugar de origen, lejos de cualquier grupo de apoyo natural, te lleva a plantearte infinidad de preguntas, desde las referidas a los aspectos más prácticos como son el funcionamiento del sistema de salud o del sistema escolar, hasta preguntas más complejas que pocas veces alguien puede responderte: ¿Qué significa que tu hijo crezca lejos de tu familia y de tu país de origen? ¿Será muy diferente a ti? ¿Hablará tu idioma? ¿Cómo harás para trasmitirle tu cultura? Son solo algunas de ellas.

Incluso aunque hayas migrado hace tiempo atrás, esta nueva experiencia puede hacerte revivir mucho de lo que sentiste cuando llegaste al nuevo país. Echas mucho de menos a tus familiares más queridos, a la vez que te confrontas con las diferencias que pueden existir entre criar a tu hijo en el entorno en que tú creciste y criarlo en tu nuevo entorno. Por un tiempo, puedes volver a sentirte extraña y diferente.
Construyendo al bebé y a la madre

Desde el momento en que tú y tu pareja decidís tener un hijo, o si no, desde que te enteras que estás embarazada, se empieza a tejer un entramado de sueños y temores alrededor de la identidad del futuro bebé. Lo vas imaginando a la vez que lo vas dotando de vida.
Cuando estás fuera de tu país o sabes que vas a migrar, a esta identidad que le vas dando al bebé, le agregas también elementos que te resultan ajenos, un idioma o un acento que no te pertenecen, características de personalidad propias de quienes viven en ese país, costumbres que no son las tuyas. Todo esto puede hacerte sentir confundida y, por ratos, asustada.
“A los pocos meses de migrar salí embarazada. Pocas semanas antes de dar a luz, tuve un par de sueños en los que tenía un bebé de otra raza o incluso otro color de piel. Temía no reconocerme en él, temía que no me gustase. Lo hablé con una amiga que estaba en la misma situación que yo, había tenido sueños muy similares. Nos reímos y lloramos. Tener un hijo en un país diferente al tuyo mueve, y mucho”.
Tanto migrar como hacerte madre son dos grandes cambios, que necesitan de tiempo para ser digeridos y elaborados. Y es que, casi sin darte cuenta, te has sumado dos elementos a la respuesta que das cuando te preguntas ¿Quién soy? Entre muchas otras cosas, ahora también eres mamá y eres inmigrante. Sin duda, no es poca cosa, es por esto que te sientes tan removida, tan emocionada y tan confundida. Todas estas emociones son parte del proceso interno que se da con el objetivo de reconstruir tu identidad ¿Quién eras? ¿Quién eres? Y ¿Quién serás? Es un proceso, no solo normal y transitorio, sino también necesario.
Por un lado, hacerse madre en el extranjero representa un momento de pérdidas, no sólo por lo que dejas atrás al ser madre, sino también por lo que significa que tu hijo no crezca en tu propio país. Pero al mismo tiempo es un momento de conquista, serás madre, y además podrás ser la madre que quieras ser, lejos de la mirada crítica de las personas que han conformado tu núcleo más cercano.
Y esto es lo que hoy hemos querido compartir contigo, las oportunidades que se te presentan al ser madre inmigrante.
Ventajas de ser madre en el extranjero
- Podrás comprender al bebé. Quien migra se encuentra en condiciones semejantes a las de un bebé. No te reconoces en el nuevo lugar, te sientes un poco desarmado y, en ocasiones, agobiado ante tanta novedad, todo te resulta desconocido. Transcurres tus días descubriendo olores, formas, colores, palabras, caras. Son infinitas las nuevas experiencias y aprendizajes. Esta vivencia te puede hacer más fácil conectarte con tu bebé, comprenderlo, colocarte en su lugar, y entender lo que siente y cómo funciona.
- La crianza de tus hijos en un entorno extranjero les brinda a tus peques la oportunidad de crecer en un ambiente multicultural. Esto puede enriquecer su comprensión del mundo, fomentar la tolerancia y la empatía hacia diferentes culturas y perspectivas.

- La inmersión en una cultura que habla otro idioma puede ser una oportunidad muy valiosa para que tus hijos aprendan un nuevo idioma desde pequeños. El bilingüismo o multilingüismo puede tener grandes beneficios cognitivos y abrir muchas puertas en el futuro.
- Tanto para ti como para tus hijos, vivir en el extranjero puede fomentar mucho más la independencia y la autonomía que viviendo en un sitio donde estás acostumbrada. La necesidad de aprender nuevas habilidades, enfrentar desafíos y tomar decisiones en un entorno desconocido puede contribuir al crecimiento personal.
Definitivamente los beneficios de ser madre en el extranjero dependerán casi al 100% de tu actitud, enfoque y disposición para aprovechar las oportunidades que se presenten. Si bien puede haber una lista de desafíos, también hay muchas experiencias positivas y enriquecedoras que pueden hacer que la maternidad en el extranjero sea una experiencia valiosa.