Son muchas las familias que, por desgracia, viven la experiencia de tener un hijo ingresado en el hospital por alguna patología más o menos grave.

Aunque los hospitales intentan, día tras día, hacer un poquito más agradable la estancia de los niños dentro de sus paredes con juegos, proyectos y actividades para sacarles una sonrisa, lo cierto es que son días de incertidumbre, preocupación y aburrimiento para los más pequeños.
Además de la mejora de esas estancias, los niños hospitalizados cuentan con una serie de derechos que deben ser respetados por todas las partes implicadas.
Además de todos los avances que se están haciendo para los niños, también hace unos cuantos años, exactamente en 1986, se creó la Carta Europea de los Niños Hospitalizados, una resolución que hizo el Parlamento Europeo en dicho año, con el objetivo de que los niños que tienen que pasar sus horas y días en un hospital tengan derechos.
Estos son los derechos de los niños hospitalizados
- A no ser hospitalizado salvo en el caso de que no pueda recibir los cuidados necesarios en su casa o en un ambulatorio.
- A la hospitalización diurna, sin que ello suponga una carga adicional a los padres.
- A estar acompañado de sus padres o de la persona que los sustituya el mayor tiempo posible durante su permanencia en el hospital, sin obstaculizar la aplicación de los tratamientos necesarios para el niño.
- A recibir una información adaptada a su edad, su desarrollo mental y su estado afectivo y psicológico.
- A una recepción y seguimiento individuales, destinándose en la medida de lo posible los mismos enfermeros y auxiliares para dicha recepción y los cuidados necesarios.
- A negarse (por boca de sus padres o de la persona que los sustituya) a ser sujeto de investigación, y a rechazar cualquier cuidado o examen cuyo propósito primordial sea educativo o informativo y no terapéutico.
- Derecho de sus padres o de la persona que los sustituya a recibir todas las informaciones relativas a la enfermedad y al bienestar del niño, siempre y cuando el derecho de este al respeto de su intimidad no se vea afectado por ello.
- Derecho de los padres o de la persona que los sustituya a expresar su conformidad con los tratamientos que se aplican al niño.
- Derecho de los padres o de la persona que los sustituya a una recepción adecuada y a su seguimiento psicosocial a cargo de personal con formación especializada.
- A no ser sometido a experiencias farmacológicas o terapéuticas. Solo los padres o la persona que los sustituya tendrán la posibilidad de conceder su autorización así como de retirarla.
- Derecho del niño, cuando está sometido a experimentación terapéutica, a estar protegido por la Declaración de Helsinki de la Asamblea Médica Mundial y sus subsiguientes actuaciones.
- A no recibir tratamientos médicos inútiles y a no soportar sufrimientos físicos y morales que puedan evitarse.
- Derecho y medios de contactar con sus padres o con la persona que los sustituya en momentos de tensión.
- A ser tratado con tacto, educación y comprensión y a que se respete su intimidad.
- A recibir los cuidados prodigados por un personal cualificado, que conozca las necesidades de cada grupo de edad en el plano físico y afectivo.
- A ser hospitalizado junto a otros niños, evitando todo lo posible su hospitalización entre adultos.
- A disponer de locales amueblados y equipados, de modo que respondan a sus necesidades en materia de cuidados, de educación y de juegos, así como de las normas oficiales de seguridad.
- A proseguir su formación escolar y a beneficiarse de las enseñanzas de los maestros y del material didáctico que las autoridades escolares pongan a su disposición con la condición de que dicha actividad no cause perjuicios a su bienestar y/o no obstaculice los tratamientos que se siguen.
- A disponer de juguetes adecuados a su edad, libros y medios audiovisuales.
- A poder recibir estudios en caso de hospitalización parcial o de convalecencia en su propio domicilio.
- A la seguridad de recibir los cuidados que necesita, incluso en el caso de que fuese necesaria la intervención de la justicia si los padres o la persona que los sustituya se los niegan por razones religiosas, de retraso cultural, de prejuicios, o no están en condiciones de dar los pasos oportunos para hacer frente a la urgencia.
- A la necesaria ayuda económica, moral y psicosocial para ser sometido a exámenes y/o tratamientos que deban efectuarse necesariamente en el extranjero.