Siempre es una buena opción jugar con amigos pero a veces, viviendo en una ciudad, es complicado conocer a niños y niñas con los que compartir experiencias y vivencias a través del juego. Por eso son tan interesantes las ludotecas, porque son espacios donde se fusiona el juego con el desarrollo infantil, donde se fomenta la imaginación y la creatividad de los niños y al mismo tiempo se promueven las relaciones sociales.
Jugar es la forma más natural de aprender que tiene un niño y jugar en un entorno donde hay más niños y niñas, como puede ser una ludoteca, hace que se desarrollen competencias ciudadanas en los niños, se fomenta de forma natural el desarrollo afectivo-social de los más pequeños de la familia.
Desde grandes figuras de la filosofía clásica como fueron Platón o Aristóteles, muchos pensadores han llegado a la conclusión de que el juego es una herramienta muy valiosa con la que formar la mente de los niños y prepararlos para la complejidad de la vida adulta.
A través del juego el niño o la niña, explora el mundo con sus propios sentidos, aprende mientras crece, explora y observa su entorno. Porque el juego no solo implica diversión o entretenimiento aunque se trate de dos aspectos muy importantes.
Aprender mediante el juego
“Los niños y las niñas no juegan para aprender, sino que aprenden porque juegan”, es una de las frases más conocidas del psicólogo Jean Piaget, que enfocó gran parte de su trabajo a la educación infantil.
Francesco Tonucci, también desarrolló una importante labor investigadora en el campo del aprendizaje infantil y sostenía que “jugar para un niño y una niña es la posibilidad de recortar un trocito de mundo y manipularlo para entenderlo”.
De ahí la importancia que ambos le daban al hecho de jugar como método de aprendizaje infantil. El juego, la llamada experiencia lúdica, permite al niño y a la niña aprender a resolver problemas, aprender a planificar sus acciones, desarrollar su pensamiento, su atención y su memoria, al mismo tiempo que descubren esquemas y patrones. Es un aprendizaje que le va a acompañar durante toda su vida y que se puede desarrollar en juegos sencillos como los que encontramos en la mayoría de las ludotecas a las que podemos acudir con nuestras hijas e hijos.
Juegos tradicionales como el de las sillas, que se colocan en el centro de la sala siendo una menos que el número de niños que participan en el juego, o el escondite o el juego de los vasos que es una variación del tradicional de los bolos.
A estos juegos que se desarrollan en equipo, en los que el niño o la niña tiene que interactuar con otros compañeros para el desarrollo óptimo del juego, se suman los juegos más tranquilos que se pueden llevar a cabo en soledad o en compañía de más niños o niñas.
Los tradicionales juegos de bloques de construcción con los que los niños más pequeños desarrollan habilidades como la concentración, la organización, el trabajo en equipo o la colaboración.
Los juegos de adivinanzas o de acertijos, con los que se desarrolla la lógica y la capacidad reflexiva de los niños, las actividades experimentales en las que se ponen a prueba los conocimientos, la creatividad y la curiosidad de los niños y las niñas o los juegos con los que se trabajan las emociones a través de objetos que pueden divertir a los más pequeños como las marionetas, por poner solo algunos ejemplos de las muchas opciones de que disponen las ludotecas.
El comodín de los juegos de mesa
Siempre es un acierto reunirnos en torno a un juego de mesa, es muy probable que el aprendizaje y la diversión vayan de la mano si elegimos un juego de mesa acorde con la edad de nuestros hijos o hijas y si además, nos sumamos al juego. Pocas cosas les divierten y les emocionan más que jugar con los adultos, con mamá y papá.
A partir de 3 años podemos jugar a El Frutalito (de HABA), uno de esos juegos que viajan en las mochilas y las maletas de las familias con niños pequeños porque es sencillo y entretenido, ejercita la memoria de los participantes y favorece el trabajo en equipo y la colaboración entre los jugadores.
A partir de los 5 años tenemos el Time’s Up Kids (de ASMODEE), un juego perfecto para niños y adultos, en el que se desarrolla la creatividad, la imaginación y la capacidad de expresarnos sin palabras.
A partir de los 6 años, Dobble (de ZYGOMATIC) se ha convertido en un clásico por lo sencillo de jugar, lo cómodo de transportar y lo entretenido que resulta. Lo mismo que pasa con Cortex (de ASMODEE), también a partir de los 6 años que además de ser muy pedagógico es también muy divertido.
A partir de los 8 años tenemos Code Master (de THINKFUN) un juego de mesa con el que aprender programación informática a un nivel muy inicial, mientras jugamos y nos divertimos juntos.

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