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Los mejores trabalenguas para niños
Los trabalenguas son divertidos y ayudan a mejorar el habla. ¿Te atreves a practicarlos con los niños?
Los trabalenguas son textos u oraciones muy breves compuestos por palabras que suenan y se pronuncian de forma parecida (y que, en ocasiones, ni siquiera existen) con gran complejidad para pronunciar y cuyo objetivo es vocalizarlos a la perfección lo más rápido posible. Es un juego de toda la vida y que se mantendrá de generación en generación. Además, a los niños les encanta jugar y ver como, después de confundirse varias veces a la hora de vocalizarlos, acaban diciéndolos de forma perfecta.
Uno de los beneficios más importantes de los trabalenguas, en la época en la que los niños están aprendiendo sus primeras palabras, es la capacidad que les proporcionan para ser capaces de aprender a hablar y a leer más rápido sin atascarse al decir las palabras. Les dará soltura a la hora de aprender a vocalizar.
Pero, más allá del beneficio que todos conocemos, existen otros que también son muy interesantes. Por ejemplo, mejora la memoria de los niños. Esto se debe a que deben ser memorizados para poder decirlos rápidamente sin confundirse. ¡Leyéndolo sería prácticamente imposible!
Además, les ayudará a adquirir el espíritu de superación: la difícil pronunciación hará que no se den por vencidos hasta que no consigan decirlo a la perfección a la velocidad que ellos elijan que es la correcta.
También puede servir como terapia. Pueden servir para corregir problemas de pronunciación muy comunes en los pequeños, tales como la “R” o la “Pr”. Les ayudará a tener una dicción perfecta.
Por otro lado, los trabalenguas pueden ser un entretenimiento perfecto para una tarde en casa o para una tarde con amigos. Así mismo, se pueden utilizar como juegos en fiestas de cumpleaños o reuniones familiares. Estamos seguros de que los niños se lo pasarán en grande repitiendo una y otra vez palabras que no habían escuchado antes.
Si os habéis quedado sin ideas, os presentamos quince que os sacarán de apuros en cualquier situación (y además, te ayudarán a rememorar tu infancia).

¡Zum, zum, zum!
La abeja Azucena
zumba y zumba sin parar;
con su zumbido
nadie puede descansar.

Yo tengo una gallina pinta, piririnca, piriranca, rubia y titiblanca.
Esta gallina tiene unos pollitos pintos, piririncos, pirirancos, rubios y titiblancos.
Si esta gallina no fuera pinta, piririnca, piriranca, rubia y titiblanca,
¡no tuviera los pollitos pintos, piririncos, pirirancos, rubios y titiblancos!

La bruja piruja prepara un brebaje,
con cera de abeja,
dos dientes de ajo,
cuarenta lentejas y un pelo de oveja.

Cuando cuentes cuentos
cuentacuentos cuentas,
porque sino cuentas cuentos, cuentos cuentas.
Nunca sabrás cuántos cuentos sabrás contar.

Pepe Pecas pica papas con un pico.
Con un pico pica papas Pepe Pecas.

Si la bruja desbruja al brujo
y el brujo a la bruja desbruja,
ni el brujo queda desbrujado,
ni el brujo desbruja a la bruja.

Pablito clavó un clavito.
¿Qué clavito clavó Pablito?

El hipopótamo Hipo está con hipo.
¿Quién le quita el hipo al hipopótamo Hipo?

Como poco coco como, poco coco compro.

Tres tristes tigres trigaban trigo en un trigal.

El cielo está enladrillado.
¿Quién lo desenladrillará?
El desenladrillador que lo desenladrille,
buen desenladrillador será.

El perro de San Roque no tiene rabo
porque Ramón Ramírez se lo ha cortado.

Debajo de aquella pequeña peña,
hay otra peña más pequeña
que la peña pequeña,
que había encima
de la peña más pequeña.

Las ruedas son redondas
de aquel ferrocarril,
las ruedas son redondas
para rodar sin fin.

Si al pronunciar
te trabas con las palabras,
practica con trabalenguas,
porque trabalenguando,
trabalenguando,
te irás destrabalenguando.