Alrededor de los ocho años en las niñas y de los 9 años, aproximadamente, en los niños, pueden aparecer determinados comportamientos que a muchos padres y madres, sobre todo si son sus hijos e hijas más mayores, les pueden pillar por sorpresa. “¡Es que nadie me entiende!”, ¡Déjame en paz!”... Estas frases son propias de estas edades, pero no significa que estos peques estén entrando ya en la adolescencia. Hay un motivo científico que explica su comportamiento: la adrenarquia.
La adrenarquia es “una fase del desarrollo sexual en la que, a diferencia de la pubertad, los cambios físicos no son muy evidentes pero sí los emocionales”, explica el psicólogo Alberto Soler, que describe como “completamente normal” que alrededor de los 8 o 9 años los niños y niñas se comporten de esa manera que parece dar a entender que se acercan a la preadolescencia.
Sin ser lo mismo que la adolescencia, la adrenarquia también está vinculada al crecimiento y, por ende, al desarrollo hormonal. “Es una etapa del desarrollo de la que no se habla mucho. Se da sobre los 8 años en las niñas y alrededor de los 9 en los niños, y se debe a cambios en la liberación de andrógenos y estrógenos por parte de las glándulas suprarrenales", apunta Soler.

Aunque a nivel físico también conlleva algunos cambios —”aparición de vello púbico, vello axilar u olor corporal (de ahí que podamos dudar si les hace falta usar desodorante para niños)”, indica la Asociación Española de Pediatría (AEP)—, Alberto Soler hace hincapié en los cambios emocionales que conlleva esta tema que, como aclaran desde la AEP, “es independiente de la pubertad y, por lo tanto, no va acompañado de ningún otro síntoma físico asociado a esta”, ni el desarrollo de las mamas en las niñas (telarquia), ni aumento de volumen testicular en los niños, etcétera.
En los peques en los que la adrenarquia aparece de forma más intensa, pueden darse experiencias emocionales “sin una razón aparente”, señala Alberto Soler. “Altibajos emocionales frecuentes, irritabilidad, cambios en las amistades, rebeldía…” son también comportamientos compatibles con esta fase, en la que empiezan a aparecer “las típicas de: ‘¡es que nadie me entiende!’, ‘déjame en paz’, acompañadas del clásico portazo…”, relata el coautor de ‘La gran guía de la crianza’.

¿Qué se puede hacer?
Como dice Alberto Soler, no estamos ante la preadolescencia, sino ante una etapa con identidad propia, una etapa que “es lo que toca a estas edades”. Por eso, no debemos alarmarnos, aunque sí es conveniente conocer la existencia de la adrenarquia para entender por qué se pueden estar produciendo estos cambios descritos propios del comportamiento de los niños y niñas de los 8 años en adelante.
El objetivo no es otro que acompañar de la mejor forma posible a nuestros hijos e hijas. Por ello, como recalca Alberto Soler, ante la adrenarquia y sus consecuencias no hay que hacer “nada muy diferente a lo que ya deberíamos estar haciendo desde antes y lo que tendremos que seguir haciendo después”. Esto es, añade el psicólogo, “comunicación, apoyo emocional, buen clima en casa, empatía, sensibilidad, evitar el uso de chantajes y amenazas…”.
Eso sí, también es importante, subraya el propio Alberto Soler, no atribuir a las hormonas todos los cambios que se pueden dar en niñas y niños de estas edades. “No atribuyas todos los cambios de estas edades a las hormonas porque no son las únicas responsables. Pensarlo nos va a hacer pasar por alto otras situaciones que tenemos que atender también”, concluye.