¿Cómo explicar a los niños que un ser querido tiene cáncer?

Explicar a un niño que un ser querido tiene cáncer puede ser un desafío emocional para muchos. Pero, ¿es importante que los niños sepan el diagnostico? La respuesta es sí. En el siguiente artículo te lo contamos.
cáncer infantil

Los diagnósticos de cáncer han seguido un aumento progresivo durante los últimos años. En 2022, concretamente, aparecieron 290.175 casos nuevos según cifras de la Asociación Española contra el Cáncer. Y este año, el crecimiento de casos persiste. Esto significa que los niños, muy probablemente, estén cerca de un caso de cáncer en algún momento de su vida. Y, además, es necesario explicarles de qué trata esa enfermedad que cada año se cobra la vida de miles de personas.

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Consejos para afrontar un diagnóstico de cáncer con el niño

Si, por desgracia, algún familiar cercano al niño ha sido diagnosticado con algún tipo de cáncer, lo mejor es incluir al pequeño en el proceso y no dejarlo fuera, aunque sea por protección. Es necesario que entiendan el momento y que se sientan parte del proceso pero, eso sí, también es necesario que los adultos se lo expliquen todo de una forma adaptada a su edad.

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Es muy importante que los adultos del entorno del niño, ya sean los padres, los maestros, los familiares cercanos o los amigos, les ayudemos a atravesar esta situación de la forma más natural posible para que la experiencia no sea tan dolorosa.

Hay que tener en cuenta que los niños no son ajenos a lo que sucede a su alrededor; el cáncer produce una serie de cambios en el entorno que el niño percibe. Puede que los adultos pasen menos tiempo con él, que las rutinas y los hábitos familiares cambien, que se produzcan tanto cambios físicos como en el estado de ánimo de los padres y familiares o un menor contacto con su ser querido. Si todo ello no es explicado y compartido con el niño, puede generarle sentimientos de incertidumbre, tristeza, soledad, miedo o culpa.

Se sufre más por lo que no se sabe que por lo que se sabe; de ahí la importancia de explicar en un lenguaje acorde a la edad del niño lo que está pasando. Es esencial que ajustemos las explicaciones según la madurez que el niño tiene y, sobre todo, emplear un lenguaje claro, simple y honesto. Algo que hay que tener en cuenta es evitar los tecnicismos médicos complicados que puedan confundirlos. De hecho, antes de hablar con el niño, es importante asegurarnos saber qué es lo que les vamos a decir, qué explicación le daremos sobre lo que significa cáncer, etc.. 

Es importante ser sincero con el niño acerca de la enfermedad, pero sin asustarlo innecesariamente. Podemos decirle que el cáncer es una enfermedad seria, pero también asegurarle que los médicos están trabajando para ayudar a la persona querida a sanar. Una preparación adecuada, nos permitirá responder a las posibles preguntas que tenga el peque de manera más precisa.

Lo más adecuado sería que la información la transmita un adulto de referencia para el niño: padres, abuelos, tíos o maestros; de este modo le daremos libertad y confianza para manifestar cómo se siente y las dudas que pueda tener. Es muy importante que se encuentre en un lugar y momento idóneo para hablar con el niño, sin distracciones que interrumpan la conversación y que se invite al menor a comentar todo aquello que le inquieta.

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Además, facilitaremos su expresión emocional invitándole a que nos comente cómo se siente y también podemos expresar cómo nos sentimos nosotros, abriendo la posibilidad de compartir sentimientos generando de esta manera alivio y confianza. Al hablar sobre el cáncer con los niños, es natural que experimenten una amplia gama de emociones, como miedo, tristeza, confusión o enfado. Al permitirles expresar sus sentimientos, validamos su experiencia y les mostramos que sus emociones son legítimas y aceptables. Además, el hecho de expresar las emociones es un mecanismo de liberación y alivio emocional para los niños: los ayuda a sacar lo que sienten en su interior y a procesar lo que está sucediendo en sus vidas.

Es mejor que llamemos a las cosas por su nombre, y que mencionemos que el ser querido “está enfermo” y qué es lo que está haciendo para curarse; tratamientos, hospital, médicos, etc. En este momento podemos explicar a través de metáforas con animales, personajes de cuentos, aventuras, plantas, árboles, etc., que los seres vivos enferman y que en ese proceso se producen cambios que alterar la forma de ser y de sentirse de los enfermos (cambios corporales, en el estado de ánimo, en sus ocupaciones y responsabilidades habituales) y que esto es lo que está pasando con el adulto enfermo, que no somos responsables de lo que sucede y que por el contrario podemos contribuir a que el enfermo se sienta mejor, cuidándole y apoyándole, que podemos ser sus “pequeños médicos”.

El mensaje debe ser lo más ajustado a la realidad posible, ni fatalista ni generador de falsas expectativas, lo mejor es decir lo que está pasando y las consecuencias directas que la enfermedad va a tener en el ambiente familiar: cambios en las rutinas, cuidados, hábitos, etc., e ir dando respuestas a medida que el tratamiento evolucione a la par que las vamos obteniendo nosotros. 

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De este modo, generamos la confianza en el niño de saber que no le mentimos y que puede acudir siempre a nosotros en caso de dudas. Habrá preguntas que no tengan una respuesta segura, clara o inmediata. También podemos decir que hay cosas que no sabemos pero que lo que si podemos hacer es ayudar, en la medida de lo que cada uno podemos en la familia a solventar la situación.

La participación activa en el proceso es fundamental, hacerles sentir útiles en el proceso de curación es muy positivo; hablar con el ser querido y verlo, hacer cosas con y por él: llevarle el desayuno, ayudarle a ponerse los zapatos, peinarle, leerle un cuento, etc.; hacen que el niño se sienta partícipe y esto le genera bienestar.

Puede que en algunos casos nuestros hijos no quieran hablar del tema, ni participar en nada que tenga que ver con la enfermedad, o por el contrario se muestren muy tranquilos y continúe con su vida normal como si no pasara nada; en ambos casos debemos dar el tiempo que cada uno necesite y respetar sus momentos, cada niño es diferente, lo más importante es que ellos nos vean accesibles y dispuestos a compartir cuando quieran todo aquello que necesiten, pero sin presionar.

Nuestros hijos necesitan seguridad y protección, y por ello vamos a ser nosotros quienes les apoyemos en estos momentos, adelantando y prediciendo lo que va sucediendo, es bueno que comentemos esta situación en su entorno más cercano: colegio, profesores, cuidadores, padres de amigos, vecinos, etc., para puedan apoyar al niño si lo necesita. Es fundamental que mantengamos, en la medida de lo posible su rutina y si algo va a cambiar comentarlo previamente con el niño, esto les brindará seguridad en nosotros, ante una situación tan difícil y cambiante como es el cáncer.

Por último, no debemos olvidar que los sentimientos positivos, como la alegría, satisfacción, felicidad y amor, deben seguir presentes en nuestro día a día y en el de nuestros hijos.

¿Y si reacciona mal ante la explicación?

niño enfadado - Getty Images

Si un peque reacciona negativamente ante la noticia de que un ser querido tiene cáncer, es fundamental mostrar aún más empatía y tener mucha paciencia. Recuerda seguir validando sus emociones y permitiéndole expresar sus sentimientos de tristeza o miedo sin ningún juicio. Lo importante es escuchar activamente sus preocupaciones y preguntas, brindándole un espacio seguro para desahogarse. Además, es esencial ofrecer consuelo y apoyo, recordándole que está rodeado de amor y que pueden compartir sus sentimientos en cualquier momento. 

Considera proporcionar información adicional si es necesario, adaptándola a su nivel de comprensión. Sin embargo, si la reacción persiste, lo más recomendable es buscar ayuda de un profesional de la salud mental para que pueda ayudar al peque y a su familia.

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