Como preparar a un niño para la muerte de un ser querido

Perder a un ser querido es uno de los momentos más difíciles que podemos afrontar. En este artículo te damos algunos consejos para que ayudes a tu peque a superar sanamente este episodio.
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La muerte puede sobrevenir de golpe en nuestro entorno más cercano, pero también hay muchas ocasiones, desgraciadamente, en las que avisa de su llegada. Pasarán los años y en ambos casos seguirá siendo una de las cuestiones más difíciles de afrontar con nuestros hijos, tanto si son pequeños como si son adolescentes.

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No es fácil abordar el tema con uno mismo, como para que lo sea hacerlo con los demás, sobre todo si son menores. Pero de nada sirve evitar lo inevitable. La muerte es parte de nuestra existencia y como tal hay que tratarla con los peques de la casa: con naturalidad y honestidad, sin mentiras piadosas ni lenguaje enrevesado.

En un magnífico artículo divulgativo titulado El dueño en los niños (la pérdida del padre/madre), los oncólogos Amalio Ordoñez Gallego y Maria Antonia Lacasta Reverte abordan desde un prisma profesional esta cuestión. El artículo es digno de ser leído con atención por profesionales y padres; por lo que cuenta y por cómo lo hace, ya que cita a numerosas fuentes especializadas en cómo abordar la muerte de un ser querido con un menor.

Plantean ambos médicos que “La edad en la que se puede empezar a hablar de duelo suscita muchas controversias entre los distintos autores, desde los que niegan su existencia antes de la adolescencia (una minoría) hasta los que observan manifestaciones de duelo a partir de los seis meses de vida. A partir de esta edad puede decirse que el niño experimenta la angustia de la separación cuando la madre está ausente”.

La edad y el desarrollo del niño son determinantes

 

A partir de este punto de partida, los dos oncólogos desarrollan la visión más consensuada sobre el duelo y los niños por parte de médicos y psicólogos. Esta es la que diferencia por edades: en función del desarrollo del niño y su edad así es cómo afrontan el duelo, más allá de que luego existan circunstancias personales que pueden agravar este proceso ya de por sí muy duro.

“En realidad, antes de los cincos años no se llega a entender los tres componentes básicos de la muerte: 1. Es irreversible, definitiva y permanente, 2. Consiste en la ausencia total de las funciones vitales y 3. Es universal, es decir, que nadie escapa de morir”, explican. “También antes de esa edad es muy escasa la tendencia a llorar por un duelo. Lo que suele haber, sobre todo, es perplejidad y confusión. Es por eso que preguntan reiteradamente por el fallecido: dónde está y cuándo volverá”, añaden. Es por lo tanto diferente la manera en la que debemos abordar el duelo y la pérdida con un niño pequeño de manera distinta a como lo hacemos con un preadolescente o adolescente.

Educar en la muerte

Explicar a un niño el fallecimiento de un familiar es un tema delicado y complejo. Los expertos dan algunas pautas para hacerlo.

En todos los casos, eso sí, los dos oncólogos señalan que “convendría “educar para la muerte” a nuestros hijos desde los primeros años, quitando dramatismo a un hecho natural y que nos rodea en todo momento” y que “Sería muy conveniente introducir el tema de la muerte en los colegios” para tratar de romper el tabú que la sociedad mantiene sobre la muerte. Al fin y al cabo, como destacan en su artículo los doctores Ordoñez y Lacasta, “Casi la mitad de los niños entre dos y seis años han vivido alguna experiencia cercana de muerte”.

Aunque los factores personales son muy importantes a la hora de analizar previamente cuál es la mejor forma de preparar a un menor para la muerte de un ser querido, los dos médicos se atreven a elaborar una serie de pautas generales eficaces y apropiadas tanto previas al fallecimiento como a posteriori. En este caso, dado que el enfoque de la pieza se centra en la preparación para la muerte de alguien cercano, profundizamos en los primeros, pero es muy recomendable completar la lectura del artículo para adquirir recursos de cara a cómo tratar la pérdida una vez se ha producido.

Consejos para preparar a un niño para la pérdida

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Antes del fallecimiento, en caso de que este se pueda prever, los doctores aconsejan “no apartar a los niños de la situación planteada” e inciden en que “acompañarlos en el duelo no significa apartarle de la realidad que está viviendo con el pretexto de ahorrarle sufrimiento”.

Lo más recomendable es abordar de frente esta cuestión vital. Para ello, en la línea de lo expuesto por los dos oncólogos en su artículo, insisten en tres consejos por encima de todo: elegir bien el momento adecuado para hablar con ellos; utilizar un lenguaje sencillo y claro, que les resulte sencillo de asimilar; y no sobreprotegerlos evitando hablar de ello. “Conviene informar a los niños de lo que está sucediendo de la manera más sencilla y natural lo antes posible y para ello debe buscarse el lugar y el momento oportunos”, aseguran los doctores Ordoñez y Lacasta.

De igual manera, los adultos debemos estar preparados para ser capaces de responder a todas las dudas y preguntas que tengan de manera tranquila y directa. Es importante responder a sus inquietudes de forma sincera y adecuada, siempre teniendo en cuenta su edad y nivel de comprensión. Escucharlos y brindarles respuestas honestas les ayudará a procesar y a entender mejor lo que está sucediendo. La comunicación abierta y empática les da la confianza para expresar lo que sienten y les permite enfrentar este difícil proceso de manera más saludable.

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Además de la comunicación, en caso de que los menores puedan ver al ser querido que está gravemente enfermo, los doctores Ordoñez y Lacasta tienen claro que “es importante que los niños y adolescentes puedan despedirse de sus personas queridas si así lo desean, sobre todo cuando el enfermo mantiene la consciencia”, apuntan. Es más, recomiendan incluso ofrecerles la posibilidad de llevarles “ dibujos o cualquier otro tipo de regalo personal ya que los buenos recuerdos contribuyen mucho a suavizar el dolor de la pérdida”.

Por otro lado, es fundamental brindarles apoyo emocional y validar sus sentimientos. Permitirles expresar libremente su tristeza, miedo y confusión sin juzgarlos es crucial para que superen este momento sanamente. Es importante escuchar atentamente a los peques para brindarles la seguridad de que sus emociones son válidas y aceptadas. En este proceso, es esencial recordar que cada niño tiene su propio ritmo para sanar. Ser comprensivo y paciente, estando presentes sin forzarlo a superar el dolor rápidamente, permite que el niño encuentre consuelo y aprenda a afrontar la pérdida posterior con resiliencia.

Por último, a pesar de la difícil situación que se esté atravesando, es recomendable pasar más tiempo en familia para prevalecer la unión y enfocarnos en los momentos felices y especiales que compartieron junto con el ser querido. Recordar las experiencias llenas de alegría y amor puede ser reconfortante tanto para los adultos como para los peques.

A todos estos consejos hay que añadir un último recurso que siempre se debe tener en cuenta en la educación y crianza de los hijos: la ayuda psicológica. 

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