Tu hijo ha convertido el tocar el pelo en una válvula de escape ante situaciones diversas (aburrimiento, estrés, conciliar el sueño...), como si fuese una muleta que le ayuda a afrontar la situación. Pero si continuamos por ese camino, corremos el riesgo de desarrollar una personalidad dependiente (primero de cosas y luego de personas).
Mi consejo: retirar poco a poco esas muletas, empezando por lo que resulta más fácil, que es cuando te reclama en el sofá. Una vez conseguido, hay que decirle que no puede estirarte el pelo al dormirse, aunque tú permanezcas a su lado transmitiéndole confianza y seguridad.