El vómito del bebé es una causa común de preocupación entre los padres, sobre todo entre los más primerizos. Desafortunadamente, lo más probable es que tengamos que acostumbrarnos, pero hasta cierto tiempo. Como posiblemente sepas, muchas enfermedades comunes, que habitualmente ocurren en bebés y niños, pueden ser una causa común de vómitos. Y puede ocurrir, incluso, aunque el pequeño no tenga fiebre u otros síntomas.
Por suerte, la mayoría de las causas que ocasionan los vómitos en el bebé tienden a desaparecer por sí solas, de manera que, en la mayoría de las ocasiones, es también probable que el lactante no necesite tratamiento (aunque siempre que haya vómitos, al igual que diarrea, es esencial vigilar el nivel de hidratación del pequeño). A excepción, eso sí, del baño y el cambio de ropa.
No obstante, otras causas menos comunes de vómitos en lactantes sí pueden hacer que sea necesaria la visita al pediatra. Y, en algunos casos, podrían convertirse en motivo de alarma. ¿Por qué ocurren, y qué síntomas pueden acabar siendo preocupantes?
¿Se trata realmente de vómito o saliva?
En ocasiones es bastante complicado distinguir entre el vómito y la saliva. Especialmente entre los más pequeños, ambos pueden presentar el mismo aspecto, puesto que el bebé lactante sigue una dieta constante de leche materna o leche de fórmula. Pero sí es posible intentar al menos diferenciarlos cuando observamos en cómo son expulsados.

Cuando se trata de saliva, lo más común es que ocurra antes o después de un eructo. Es más común en bebés menores de 1 año de edad, y ésta tenderá a fluir con cierta facilidad de la boca del bebé. Es, por así decirlo, como una baba blanca con textura lechosa.
El vómito, sin embargo, tiende a ser con fuerza, independientemente de que se trate de un bebé, un niño o un adulto. Esto es debido a que el vómito ocurre cuando los diferentes músculos situados alrededor del estómago son activados por el conocido como el “centro de vómitos” presente en el cerebro. Cuando esto ocurre, el estómago expulsa todo lo que tiene.
En el caso de un lactante, el vómito puede verse como una combinación de saliva lechosa y jugos de estómago más claros. De hecho, también puede tener una apariencia similar a la leche fermentada durante un tiempo.

Aunque es cierto que ahora mismo no te resulte muy agradable leerlo, cuando ocurre es más probable que su textura u olor no te moleste, dado que estarás más preocupado/a por el bienestar del pequeño.
Antes de vomitar, el bebé también podría toser o hacer pequeños ruidos de arcadas. Posiblemente ésta sea la única señal de advertencia de que debes coger un balde, una toalla, un paño o, en definitiva, cualquier elemento que tengas cerca y que pueda ayudar a impedir que el vómito acabe en el sillón o en el suelo.
Eso sí, mientras que la saliva es totalmente normal y puede ocurrir en cualquier momento, el lactante únicamente vomitará si tiene un problema digestivo o una enfermedad.
¿Cuáles son las causas del vómito en lactantes, cuando no tiene fiebre?
Virus o gripe estomacal
La gastroenteritis es una causa común de vómitos no solo en lactantes, sino también en niños. Cuando se debe a ello, es posible que el bebé pueda tener ciclos de vómitos que van y vienen, durante alrededor de 24 horas. También pueden surgir otros síntomas, como diarrea leve, llanto, irritabilidad, disminución del apetito, dolor y calambres estomacales. Estos síntomas pueden durar 4 días o más.

Aún cuando el virus pueda también causar fiebre, en realidad es menos común en los bebés. Por suerte, la gastroenteritis en realidad suele verse mucho peor de lo que es. De hecho, es generalmente causada por un virus que desaparece por sí solo en alrededor de una semana.
- Cuidado con la gastroenteritis severa. En los bebés, si existe gastroenteritis severa aumenta el riesgo de deshidratación. Debes acudir al médico, o llamar al pediatra de inmediato, si el bebé presenta síntomas de deshidratación, como: llanto sin lágrimas y débil, somnolencia y cansancio inusual, la piel, boca u ojos se muestran secos, y no moja el pañal durante 8 a 12 horas.
Resfriado y gripe
Los bebés tienen sistemas inmunes que aún se encuentran en pleno proceso de desarrollo. Especialmente si están en la guardería, o rodeados de adultos que no son capaces de resistirse a besarlos y tocarlos continuamente, pueden contraer resfriados y gripes con demasiada facilidad. De hecho, se calcula que, solo durante el primer año, el lactante puede tener hasta 6-7 resfriados.
Junto con la secreción y la congestión nasal tan comunes en estos casos, el lactante también puede presentar vómitos sin fiebre. En la mayoría de las ocasiones se debe a la presencia de mucosidad en la garganta, que puede acabar desencadenando ataques de tos fuerte.
Como ocurre con los niños más grandes y con los adultos, tanto los resfriados como las gripes tienen una causa viral, y desaparecen luego de alrededor de una semana.

Reflujo
Al igual que los adultos podemos tener reflujo, algunos lactantes también puede sufrir de reflujo infantil. Lo más común es que surja en las primeras semanas o meses de la vida del bebé, y el vómito ocurre cuando los músculos situados en la parte superior del estómago se encuentran demasiado relajados. El vómito surge poco después de la alimentación. Es lo que los pediatras denominan regurgitaciones.
En la mayoría de los casos, el reflujo se va de la misma manera que apareció. De hecho, a las pocas semanas o meses, cuando los músculos del estómago se fortalecen, el vómito del bebé desaparece por sí solo.
- Qué hacer. Mientras tanto, puedes ayudar a reducir el vómito evitando la sobrealimentación, proporcionando al pequeño una alimentación en menor cantidad y con mayor frecuencia, brindarle la posibilidad a que eructe más, y dejarle descansar en posición vertical durante al menos 30 minutos después de que se haya alimentado.
¿Cuáles son las principales señales de alarma?
Aún cuando la mayoría de las causas de vómitos en lactantes son absolutamente normales y no requieren más preocupación (como podría ser el caso de las regurgitaciones o la gastroenteritis leve), sí se aconseja acudir al pediatra cuando:
- El bebé está muy irritable.
- Llora con el vómito, y además presente gesto de dolor o calambres abdominales.
- Sufre de estreñimiento o diarrea.
- Si al intentar tomar el biberón o el pecho se echa hacia atrás, se arquea y llora (es decir, no se alimenta con normalidad).
- Si está perdiendo peso, o no lo gana adecuadamente.
También es recomendable acudir a urgencias cuando:
- Los vómitos son muy violentos, empeoran de forma brusca en 2 a 3 días, o surgen de repente y son muy abundantes.
- Se muestra decaído, apático y no presenta mucha actividad.
- Los vómitos presentan un color verde (son biliosos).
- Además de vomitar, presenta algunas lesiones en la piel, como ronchas en la cara o eccemas.