El embarazo va acompañado siempre de una serie de síntomas —algunos más molestos que otros— típicos, muy conocidos por todos. En un principio, por ejemplo, es común sentir cierto cansancio (motivado por los cambios hormonales que ocurren principalmente al comienzo), dolor o molestias en los senos, y también es posible que surjan náuseas, que pueden acrecentarse poco a poco a medida que avanza la gestación.
Pero, a medida que avanza el embarazo, también pueden surgir molestias y problemas nuevos. De hecho, cuando se está embarazada, no es raro que surjan dolores lumbares, cervicales y dorsales, además de ligamentos.
En el caso del dolor de ligamentos, por ejemplo, está especialmente relacionado con cambios tanto físicos como biológicos, que son esenciales para el buen mantenimiento de la gestación, algo que ocurre más habitualmente durante el segundo o tercer trimestre.
Si la futura mamá siente esta dolencia de manera bastante significativa, es posible que padezca lo que médicamente se conoce como síndrome de Lacomme, originalmente descrito por Maurice Lacomme en el año 1962 y que, se estima, afecta a alrededor del 20 por ciento de las embarazadas.
¿Qué es y en qué consiste el síndrome de Lacomme?
Consiste en una dolencia que, a menudo, es clasificado como un trastorno menor del embarazo. Se trata de una distensión de las articulaciones sacroilíacas y de la sínfisis púbica, así como una lesión tanto de los ligamentos como de los tendones, lo que origina dolor.
Este síndrome, en ocasiones, puede confundirse con otras enfermedades que pueden dar la impresión de estar sufriendo un aborto espontáneo o una amenaza de parto prematuro, cuando en realidad no es así.
¿Cuáles son las causas?
Existen una serie de factores tanto hormonales como biomecánicos que se convierten en la causa principal de este síndrome. Durante la gestación, la barriga aumenta de tamaño, al igual que el peso del bebé, que también se incrementa de forma rápida y significativa.
Esto origina un desplazamiento del centro de gravedad de la embarazada hacia adelante, conduciendo a una hiperpresión y un desequilibrio en la pelvis, lo que provocaría dolor. Precisamente, la compresión de la vena cava inferior durante determinadas posiciones prolongadas también puede producir dolor en la pelvis.
Básicamente, consiste en una dolencia que también suele estar asociada a una relajación de los ligamentos, lo que provocaría la relajación tanto de los músculos como de los huesos de la pelvis. Y, como mantienen los expertos, las hormonas podrían desempeñar un papel en la aparición de este síndrome.
Concretamente, la progesterona y la relaxina son hormonas que suavizan los ligamentos, facilitando con ello el paso del bebé en la pelvis. Y se cree que son estos cambios los que influyen en la aparición del síndrome.
Aunque determinadas deficiencias (como la deficiencia de calcio, potasio o magnesio), también podrían influir.
¿Cuáles son los síntomas que aparecen?
Este síndrome se manifiesta especialmente por dolor en la pelvis, fosa ilíaca o pliegues de la ingle. Una vez aparecen, las molestias o el dolor irradia en el perineo, las nalgas o los muslos, los cuales pueden llegar a ser debilitantes para la futura mamá.
Es más, la embarazada también puede sentir una sensación de pesadez y tirantez en la pelvis, incluyendo dolor de tipo lumbosacro, que en ocasiones puede llegar a confundirse con ciática.
Tratamiento del síndrome de Lacomme
Es posible que se prescriban analgésicos seguros durante el embarazo para poder aliviar el dolor pélvico. Además, se recomienda que la futura mamá evite realizar grandes esfuerzos, movimientos bruscos o largas caminatas, y descansar lo máximo posible.
Los tratamientos a base de fisioterapia también pueden ser recomendados, por lo que es útil acudir a un fisioterapeuta con experiencia.