Ahora que los problemas en la vista se detectan cada vez antes en los niños por el buen trabajo de prevención que hacen los padres al respecto se ven también más pequeños con parche. Quizá, si tu hijo no tiene que usarlo, te preguntes qué motiva que otros menores lo lleven. O a lo mejor te lo preguntas porque tu hijo se hace la misma pregunta al ver a alguien que lo lleva.
La causa más habitual para que un oftalmólogo recete un parche oclusivo a un niño es la ambliopía, patología conocida de forma coloquial como ojo vago. Esta, según define la Asociación Española de Pediatría (AEP), consiste en la “disminución de la agudeza visual en un ojo que no se debe de forma directa a una lesión o enfermedad”.
La ambliopía se produce por una falta de estimulación visual en los primeros años de vida. “Si un ojo envía imágenes de mala calidad al cerebro, éste tiende a ignorar las imágenes de ese ojo”, explica la AEP. Estos cambios en las estructuras cerebrales pueden hacerse irreversibles si se prolongan en el tiempo, de ahí que sea “importante el diagnóstico precoz de un ojo vago, para que se pueda iniciar el tratamiento pronto y así recupere la visión en menos tiempo”, apuntan desde el Centro de Estrabismo.
El equipo de la clínica barcelonesa indica que “el parche para recuperar un ojo vago sólo es efectivo durante la infancia, en general hasta los 8-10 años”, por lo que cuanto antes se detecte y el oftalmólogo lo receta más eficaz será el tratamiento para recuperar un ojo ambliope. Mejor si el niño tiene 3 años que 6. De hecho, si se convierten en permanentes, pueden desembocar en patologías como el estrabismo y en problemas de refracción como la miopía, hipermetropía y el astigmatismo, indican desde la AEP.
¿A qué edad se pone?
El parche ocular infantil se aplica sobre todo en niños de 3 a 6 años para tratar la ambliopía y que los niños recuperen la agudeza visual. No es la única solución pero sí una de las más utilizadas por los oftalmólogos porque se ha comprobado su eficacia. Lo que se hace en estos casos es “tapar el ojo sano y forzar así al ojo afectado, para conseguir mejorar la visión de este”, explican desde Oftalvist. “Según mejora la visión del ojo vago, las horas de uso del parche se pueden ir reduciendo”, de ahí que haya niños que lo lleven dos horas y en futuras visitas, si el problema mejor, el especialista reduzca en media hora o incluso en una hora el tiempo que debe llevarlo.
Otras razones para llevar parche ocular
El ojo vago es, como decimos, el motivo mayoritario por el que un oftalmólogo receta este tratamiento para la vista de un niño pequeño. Pero hay alguna excepción, tal y como apunta el equipo de Centro de Estrabismo.
Por ejemplo, cuando se recurre al parche para mejorar el movimiento del ojo. “Este es el caso de los estrabismos congénitos o muy precoces en los que el niño adopta un tortícolis unas veces hacia un lado y otras para otro utilizando cada vez un ojo, moviendo así la cabeza para evitar mover el ojo”, explican desde el centro oftalmológico. “En estos casos al tapar un ojo se obliga al destapado a moverse saliendo de su posición de reposo”, añaden al respecto.
Mucho menos frecuente es el caso del uso del parche ocular para tratar el estrabismo paralítico, pero es otra causa por la que puede ser recetado este accesorio. Esta patología aparece “por una enfermedad neurológica que no sea capaz de compensar con un movimiento de cabeza”, indican desde el Centro de Estrabismo.
En función de cuál sea la patología a tratar y las características de cada caso, el oftalmólogo recomendará el uso de los parches oculares que dejan pasar ligeramente la luz o los que son totalmente oclusivos. Ambos se venden en farmacias en distintos tamaños.
También existe una alternativa más sostenible a estos parches adhesivos, que son de un solo uso. Se trata de los parches de paño, fabricados en tela, que se suelen aconsejar para niños cuya piel se irrita con los adhesivos. Existen una gran variedad de parches de tela con diversos diseños y colores. Son reutilizables y personalizables pero es esencial que cubran bien el ojo del pequeño.