Los cuentos fantásticos no confunden a los niños, sino que pueden impulsar su aprendizaje

Un nuevo estudio muestra que los niños pueden aprender relaciones causa efecto tanto de cuentos realistas como fantásticos. Las historias con mundos mágicos y personajes imposibles no solo no confunden, sino que pueden enriquecer su desarrollo.
Los cuentos fantásticos despiertan la imaginación y pueden reforzar el pensamiento científico en los niños.
Los cuentos fantásticos despiertan la imaginación y pueden reforzar el pensamiento científico en los niños (Midjourney-RG)

Si alguna vez has dudado entre leer a tu hijo o hija un cuento de hadas, dragones o monstruos, o una historia más realista, no eres un bicho raro. El llamado “dilema del lector infantil” —qué parte de un cuento con elementos fantásticos se puede aplicar a la vida real— ha sido objeto de debate en pedagogía, crianza y psicología infantil durante años.

Ahora, un estudio reciente realizado por investigadores de la Universidad de Texas y la Universidad de Maryland ofrece nuevas claves. El mensaje principal es tranquilizador para las familias: los cuentos mágicos no obstaculizan el aprendizaje de los niños y niñas. De hecho, a partir de los 5 años, los menores son capaces de aprender conceptos científicos básicos —como relaciones causa efecto— incluso cuando estos se presentan en escenarios irreales o protagonizados por ranas parlantes.

Una afirmación que pone en duda la idea, más o menos extendida y discutida, de que las historias y cuentos de universos mágicos puedan confundir a los más pequeños. Es, por lo tanto, una invitación a disfrutar —sin culpa ni filtros— de esos mundos de ficción, repletos  de personajes que vuelan y se transforman, que tanto fascinan a la infancia.

l hábito de leer juntos desde pequeños fortalece el vínculo y estimula el aprendizaje infantil.
l hábito de leer juntos desde pequeños fortalece el vínculo y estimula el aprendizaje infantil (Midjourney-RG)

El estudio, en detalle: resultados concluyentes a los 5 años

El estudio se basó en dos experimentos con un total de 214 niños y niñas de entre 3 y 5 años. Los investigadores querían saber si los menores eran capaces de aprender una relación causa efecto física —concretamente, que si lanzas una piedra plana y haces un gesto de muñeca, la piedra rebota sobre el agua— a partir de cuentos ilustrados.

Para ello, crearon versiones de un mismo cuento con distintos niveles de fantasía:

  • Una historia totalmente realista
  • Una con escenario fantástico (río de color morado y árboles estrellados)
  • Otra con animales que hablaban
  • Y una cuarta con personajes que volaban

Todos los cuentos mostraban exactamente el mismo evento central: cómo un personaje consigue que una piedra salte cinco veces sobre el agua tras hacer un gesto específico.

Después de leer el cuento, se preguntó a los niños y niñas si entendían qué había pasado, si creían que lo mismo ocurriría en la vida real, y si eran capaces de imaginar qué pasaría si cambiamos alguna condición. Por ejemplo, si el personaje no hiciera el gesto, o usara una piedra rugosa.

Fig. 1. Fragmentos de cuentos. Páginas de ejemplo de cuentos en condiciones de Realidad (A), Fantasía Básica (B), Fantasía Intermedia (C) y Fantasía Profunda (D).
Fig. 1. Fragmentos de cuentos. Páginas de ejemplo de cuentos en condiciones de Realidad (A), Fantasía Básica (B), Fantasía Intermedia (C) y Fantasía Profunda (D).
Fig. 2. Relación de causa y efecto objetivo presentada en los cuentos. Se muestra la relación de causa y efecto objetivo tal como aparece en el cuento de la realidad.
Fig. 2. Relación de causa y efecto objetivo presentada en los cuentos. Se muestra la relación de causa y efecto objetivo tal como aparece en el cuento de la realidad.

Los resultados dejan claro que, a partir de los 5 años, los niños y niñas aprendieron igual de bien el concepto causa efecto, independientemente de si el cuento era realista o fantasioso. Además, los más mayores fueron capaces de aplicar ese conocimiento a una situación nueva, e incluso de razonar sobre condiciones alternativas. Es lo que los expertos llaman pensamiento contrafactual.

La fantasía —con sus ríos de color, animales parlantes y personajes voladores— no fue un obstáculo para el aprendizaje, e incluso en algunos casos lo potenció. Por ejemplo, los niños y niñas del grupo “fantasía profunda” mostraron mejor comprensión de qué tipo de piedra había que usar para que rebotara.

En otras palabras, no hay por qué evitar los cuentos mágicos si el objetivo es que nuestros hijos e hijas aprendan. No hay evidencia de que los confundan, y sí razones para pensar que incluso podrían mejorar su atención y compromiso emocional.

Esto encaja con estudios previos como el de Hopkins y Weisberg (2021), que también encontraron que los niños y niñas podían aprender conceptos científicos desde cuentos con elementos mágicos, especialmente si se trataba de principios físicos, como el equilibrio.

¿Y si mi hijo tiene menos de 5 años?

El estudio también analizó cómo reaccionaban los más pequeños (3 y 4 años), y encontró que su rendimiento era menor. Aunque algunos niños y niñas de estas edades mostraron comprensión, aún tienen dificultades para aplicar lo aprendido a situaciones nuevas o imaginar escenarios alternativos.

Esto no significa que no debamos leerles cuentos de universos de fantasía. Al contrario: la exposición regular a historias variadas puede fortalecer su comprensión del lenguaje, su creatividad y su capacidad para pensar en posibilidades. Pero sí conviene saber que, antes de los 5 años, pueden necesitar más apoyo para conectar lo que oyen con la realidad.

Un escenario mágico no impide que los niños comprendan relaciones reales como causa y efecto.
Un escenario mágico no impide que los niños comprendan relaciones reales como causa y efecto (Midjourney-RG)

En definitiva, el estudio refuerza algunas cuestiones que otros trabajos científicos anteriores ya habían avanzado. Cuestiones que tienen una aplicación práctica en la crianza de los hijos e hijas:

  • Leer cuentos de fantasía no confunde a los niños y niñas, ni les impide aprender hechos del mundo real.
  • A partir de los 5 años, los menores pueden identificar conceptos causales incluso en escenarios imposibles.
  • Las historias mágicas pueden captar mejor su atención y favorecer el pensamiento contrafactual.
  • En edades más tempranas, conviene acompañar el cuento con diálogo y preguntas para facilitar la comprensión.

Como señala el estudio, los niños y niñas tienen contacto con lo fantástico desde muy pequeños. Por ello, aprenden a distinguir lo real de lo imaginario, y pueden usar ambos para construir conocimiento.

Así que la próxima vez que leas un cuento sobre un grupo de monstruos de colores, por ejemplo, sobre una niña que vuele o sobre animales que hablan y viven como personas, no pienses que estás perdiendo el tiempo: estás, quizá, abriendo una puerta a nuevas formas de aprender.

Referencias

  • Jonah Brenner, Katherine Steele, Jacqueline D. Woolley. Children learn cause-and-effect relations from fantastical and realistic storybooks. Journal of Experimental Child Psychology, 2025. DOI: 10.1016/j.jecp.2025.106198
  • Emily J. Hopkins, Deena S. Weisberg. Investigating the effectiveness of fantasy stories for teaching scientific principles. Journal of Experimental Child Psychology, 2021. DOI: 10.1016/j.jecp.2020.105047

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