Lo que no sabías de la alimentación de tu bebé: compartir la mesa en familia se asocia con menos rechazo a nuevos alimentos

Diversos estudios muestran que compartir las comidas en familia favorece hábitos más saludables y una relación positiva con la alimentación en niños y adolescentes.
Bebé sonriente sentado a la mesa con sus padres, rodeado de frutas y verduras frescas durante la comida familiar.
Un momento de complicidad en la mesa: comer en familia ayuda a que los niños adopten hábitos más saludables. Midjourney-RG

Sentarse a la mesa en familia es la mejor forma de potenciar hábitos alimentarios saludables desde la infancia temprana. Muchos padres y madres, algunos recordando que a ellos y ellas les hacían justo lo contrario (comían antes que los adultos), no saben que no solo llena el estómago, también nutre de experiencias, vínculos y aprendizajes. Y lo más importante: los niños y niñas que comen junto a sus padres tienden a interesarse más por los alimentos saludables, imitan lo que ven en el plato de los adultos y construyen una relación más positiva con la comida.

Prácticamente todos los expertos en nutrición pediátrica coinciden en recomendar que los niños y niñas coman junto a los adultos (y que lo hagan además sin pantallas, también muy importante). Sin ir más lejos, la Asociación Española de Pediatría (AEP) recomienda las comidas compartidas como una herramienta cotidiana para favorecer tanto la salud física como la emocional de los niños, ya que los pequeños no solo aprenden qué comer, sino cómo se vive la alimentación en familia.

El consenso es mayoritario porque la ciencia nos ha dado suficientes pruebas de los beneficios de este hábito familiar. Por ejemplo, una investigación publicada en la revista Appetite (2023) analizó a más de 50.000 adolescentes y encontró que quienes compartían comidas familiares de forma habitual tenían un menor riesgo de presentar síntomas depresivos, conductas de riesgo y trastornos alimentarios.

Tiene todo el sentido del mundo que así sea porque los niños y niñas copian lo que ven. Si los padres disfrutan de una ensalada, probablemente ellos también la prueben. Y si la mesa se convierte en un lugar de conversación tranquila, los niños asociarán la comida con un momento de conexión.

Familia sentada a la mesa disfrutando de una comida saludable con frutas y verduras.
Una familia comparte la cena con frutas y verduras frescas en la mesa, recordando que el ejemplo en casa es clave para la alimentación de los niños. Midjourney-RG

Otros consejos para favorecer una buena relación con los alimentos

Además del hábito de comer juntos, de la mano de la nutricionista pediátrica Conchi García, divulgadora en redes sociales de su especialidad, compartimos otros consejos efectivos para favorecer una buena alimentación desde bebé cuyos beneficios quizá no conozcas todavía.

No añadir azúcar, edulcorantes ni sal a los alimentos complementarios

La introducción temprana de azúcar o sal no solo es innecesaria, sino que puede condicionar las preferencias alimentarias futuras. Además, el exceso de azúcar se asocia con riesgo de sobrepeso, diabetes y caries.

Ofrecer una alimentación variada en colores, sabores y texturas

Diversificar los alimentos desde el inicio aumenta la aceptación y se relaciona con un mayor consumo de frutas y verduras. No se trata solo de nutrir, sino de despertar la curiosidad sensorial de los niños.

Una familia disfruta de un banquete
Para el nutricionista Pablo Ojeda, aprender a comer también pasa por disfrutar y tener una relación sana con la comida (Midjourney - RG)

Involucrarles en la compra y la preparación

Permitir que los pequeños participen en la elección y elaboración de los alimentos mejora su disposición a probarlos. Exploran texturas, colores y sabores de forma lúdica, y aceptan mejor los alimentos nuevos.

No obligar ni forzar a comer

Presionar a un niño para que coma puede generar rechazo. Los expertos coinciden en que es preferible ofrecer variedad y confianza: los niños tienen una sorprendente capacidad de autorregular su apetito.

“Los niños/as no necesitan azúcar para crecer, ni para ser felices, ni para disfrutar de los alimentos. Pueden disfrutar perfectamente de un yogur natural, de unas fresas sin azúcar o de unos copos de avena sin azucarar ni chocolatear… El problema es que tendemos a trasladar nuestras aversiones y preferencias alimentarias a nuestros/as pequeños/as. La primera infancia es una etapa de formación de las preferencias alimentarias, que tendrán un impacto directo en los hábitos alimentarios y por tanto en la salud no solo en la infancia, sino en la edad adulta“, argumenta la nutricionista pediátrica Conchi García.

Referencias

  • Berge, J. M., Hazzard, V. M., Trofholz, A., Noser, A. E., Hochgraf, A., Neumark-Sztainer, D. (2023). Longitudinal associations between family meal quality and quantity: Does one matter more for child, parent, and family health and well-being or are they synergistic? Appetite, 191, 107080. doi:10.1016/j.appet.2023.107080.

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