Minifaldas, tops sin tirantes, camisetas que dejan el ombligo al descubierto, botas con taconcito... En muchas tiendas, la sección de ropa para niñas en edad escolar está llena de prendas de este tipo. Son vestimentas que parecen sacadas de los videoclips más modernos. Y los comerciantes saben que se venden bien.
Y es que muchas chicas quieren vestirse igual que sus cantantes favoritas o como las actrices de las series de televisión juveniles. Lo que antes hacían a modo de juego, para disfrazarse (probarse los tacones de mamá, usar su pintalabios, ponerse sus abalorios...), algunas niñas pretenden convertirlo en indumentaria habitual para salir.
Así las cosas, elegir ropa para una hija puede convertirse en un dilema. La cuestión de fondo es que las niñas pueden confundir estar guapa con resultar sexy sin ser conscientes de la carga sexual que ciertos atuendos implican.
¿Cómo explicarles que ese tipo de imagen no resulta adecuada para su edad? ¿Les hablamos de los peligros que podría acarrearles vestir de forma demasiado provocativa? ¿Lo prohibimos sin más? ¿Lo aceptamos para evitar mostrarnos excesivamente estrictos o parecer antiguos?
Si, encima, en las tiendas nos encontramos que los tops y las minis están disponibles desde la talla seis... el asunto se complica lo suyo.
Cómo tratar el tema
- Comprar ropa con nuestra hija constituye un buen momento para preguntarle cómo se siente con unas prendas o con otras, cómo se visten las chicas más apreciadas de la clase, a quién le gustaría parecerse y qué comentarios suelen hacer las amigas sobre la ropa que lleva cada una, en el colegio y en las fiestas.
- Debemos transmitirle que es loable su esfuerzo por tener una imagen agradable y cuidada, pero que ha de diferenciar ese cuidado de una actitud provocativa o sexy, inadecuada para su edad.
- Es preciso hablarle de la atracción sexual, explicarle que las chicas mayores o las mujeres adultas a veces se visten de forma llamativa porque les gusta, se sienten orgullosas de su cuerpo y desean atraer a los chicos. Pero si una niña va vestida así, también puede encontrarse con la mirada de chicos mayores o incluso hombres, algo que seguramente no desea.
- No se trata de meterle miedo, pero sí de que aprenda que hay una edad para cada cosa. Está bien que juegue a disfrazarse, a maquillarse y a imitar a sus cantantes favoritas. Pero una cosa es el juego y otra la realidad. Es normal que una niña de ocho años se pinte los labios en una fiesta de cumpleaños, pero no parece lo más apropiado para ir al colegio o salir de paseo.
- No hay que olvidar que vivimos en una sociedad que sobrestima el aspecto físico, y eso afecta sobre todo a las mujeres, desde pequeñas. Nosotros podemos y debemos transmitir otros valores. Por eso no es bueno comentar tanto el aspecto externo de las personas, ni insistir demasiado en lo guapa que está nuestra hija o lo mucho que le favorecen ciertas prendas.
- Tenemos que enseñarle a estar orgullosa de sí misma por ser quien es, ensalzando otras virtudes distintas del aspecto físico: su alegría, su inteligencia, su fortaleza, su bondad... Y dejar que la niña sea niña; ya tendrá tiempo de ponerse tacones y maquillarse cuando sea mayor.