Se habla mucho de la dificultad para introducir elementos de las llamadas pedagogías alternativas en la escuela tradicional. Pero lo cierto es que hay grietas en el sistema clásico que permiten implementar de una manera efectiva y sencilla ideas propias de métodos educativos vanguardistas como el método Montessori. Te explicamos cómo hacerlo de la mano de una voz experta.
Óscar Elipe, guía Montessori y educador en Disciplina Positiva, defiende que no es tan complicado introducir elementos de pedagogías alternativas como el método Montessori en aulas tradicionales.
En un contexto en el que muchas familias sienten que el sistema escolar todavía prioriza el resultado sobre la experiencia, las propuestas de Elipe son una invitación a cambiar el foco. Más allá de los recursos o de contar con materiales específicos, el verdadero giro está en la forma de mirar el aprendizaje.
El guía Montessori incide, fiel al espíritu y las lecciones sobre educación de María Montessori, en que el proceso importa más que el producto final, el tiempo debe ser gestionado por los propios niños y las evaluaciones pueden repensarse sin necesidad de números ni exámenes estandarizados. Ideas sencillas que, sin romper con la estructura escolar, pueden aportar aire fresco a cualquier aula.
Además, buena parte de estas reflexiones pueden trasladarse al hogar: desde cómo acompañar los deberes hasta cómo reforzar la autonomía de los hijos en la vida diaria.

Estaciones de aprendizaje: explorar, equivocarse y descubrir
La primera propuesta del guía Montessori es olvidar el producto y atender al proceso. Esto significa que lo más importante no es tanto el resultado final de una actividad, sino el camino recorrido para alcanzarlo.
En lugar de cerrar las unidades didácticas con un único ejercicio válido, el experto plantea situaciones de aprendizaje abiertas, donde los alumnos pueden explorar distintos métodos y llegar a soluciones variadas. Y donde se puedan equivocar con naturalidad y aprendan así a convivir con el error. Este enfoque fomenta la creatividad, la capacidad de resolver problemas y, sobre todo, la curiosidad natural de los niños.
Un ejemplo práctico de esta filosofía propia del método Montessori para introducir en un aula tradicional serían las estaciones de aprendizaje en lugar de las clases tradicionales: pequeños espacios dentro del aula donde los alumnos trabajan un mismo concepto de formas diferentes (con material manipulativo, con actividades escritas, con dinámicas en grupo) después de haber escuchado una pequeña presentación por parte del docente.
En esta forma de aprendizaje el foco no está en quién lo hace “mejor” o más rápido, sino en descubrir distintas maneras de acercarse al conocimiento.

El tiempo es de los niños, no del adulto
Otra idea central que propone Óscar Elipe es dar a los niños y niñas la posibilidad de gestionar su propio tiempo. “El tiempo es suyo, no tuyo”, recuerda Elipe. Esto implica que el adulto —docente o progenitor, porque también se puede extrapolar a casa esta idea— debe confiar en su capacidad para organizarse, cometer errores y encontrar sus propios métodos de trabajo.
Aunque pueda parecer arriesgado, aprendiendo de esta manera, siendo dueños de su tiempo, los niños y niñas se sienten más responsables, desarrollan autonomía y, a largo plazo, adquieren estrategias de autorregulación. Para el adulto, además, supone una descarga de la presión constante de tener que supervisar cada paso.
En la práctica escolar, según el guía Montessori, este consejo puede aplicarse en aulas tradicionales en tareas donde el alumno o alumna decide el orden en que resuelve actividades, elige con qué materiales comenzar o cuánto tiempo dedicar a un reto. En casa, podéis dar margen de maniobra a vuestros hijos e hijas para que sean ellos y ellas quienes gestionen los deberes de la tarde a su ritmo, siempre con un marco claro de tiempo.

Evaluar sin exámenes: el aprendizaje como camino
Este consejo es el más difícil de implementar en un aula tradicional porque muchas familias y docentes siguen siendo reacios a, en el ciclo de Primaria, enseñar y evaluar sin exámenes.
Para Óscar Elipe es perfectamente compatible en un aula tradicional. La clave, apunta, radica en observar y documentar los avances día a día. Sin exámenes, el aprendizaje se construye en los pequeños progresos, en los logros personales, en las habilidades que cada niño y niña consolida de manera única.
En lugar de pruebas escritas periódicas, el experto propone un seguimiento continuo, donde el docente recoge evidencias del trabajo cotidiano y el esfuerzo personal. Esta forma, argumenta Elipe, ofrece una imagen más completa del alumno o alumna y reduce la ansiedad que generan los exámenes tradicionales.
Aquí los materiales cotidianos juegan un papel esencial: no es necesario disponer de recursos especiales para acercar el aprendizaje a la realidad. Un envase, una receta, un objeto cotidiano puede convertirse en material educativo, conectando lo que se enseña en clase con la vida real de los alumnos.

Autonomía y diferenciación libre
Otro consejo interesante de Óscar Elipe para introducir ideas Montessori en aulas tradicionales es trabajar en fomentar la autonomía de los alumnos y alumnas y permitir que los niños y niñas participen en su propia diferenciación. Esto último significa que conozcan cuáles son sus niveles de aprendizaje, que entiendan los retos que tienen por delante y que sean ellos mismos quienes decidan ponerse a prueba.
Sobre la autonomía, el experto pone un ejemplo muy sencillo que no se da en la mayoría de aulas tradicionales: confiar y dejar que un alumno o alumna vaya solo al servicio sin necesidad de pedir permiso. De este modo, con este tipo de acciones y hábitos, no solo se fortalece la motivación intrínseca, también se cultiva la confianza mutua entre el adulto y el niño.
El resultado es un alumnado más implicado, capaz de asumir responsabilidades y de comprender que el aprendizaje no es una competición contra los demás, sino un camino personal.

Los materiales Montessori: alternativas válidas
Por último, cabe destacar también la gran oportunidad que suponen los materiales Montessori para mejorar la experiencia del aprendizaje en aulas tradicionales. Pero ni siquiera es necesario tener lo soriginales; hay alternativas de sobra al alcance de cualquier persona, ya sea docente, para el cole, o familiar, para casa.
"No es necesario comenzar con recursos especiales. Tenemos a mano una gran gama de oportunidades para utilizar como materiales y acercar a la realidad el aprendizaje", apunta Óscar Elipe.
El guía Montessori cita algunos ejemplos concretos:
- Para las perlas Montessori, utilizar garbanzos.
- Para la tabla perforada de la multiplicación, una tabla con legumbres.
- Para nomenclatura y tarjetas se pueden usar cartulinas y plastificar creaciones propias.
Aunque estas propuestas están pensadas para la escuela, buena parte de ellas pueden aplicarse también en casa. Permitir que los hijos e hijas organicen sus tiempos de estudio, dar valor a sus avances diarios sin fijarse solo en las notas o confiar en que asuman pequeñas responsabilidades son estrategias que refuerzan la autonomía y la autoestima infantil.