En muchas casas, la escena se repite: un niño o una niña termina su redacción para clase, la entrega con cierta satisfacción y lo primero que escucha al recibirla de vuelta es: “Te falta una tilde aquí, esto está mal escrito, esta palabra es incorrecta”. La reacción habitual de muchos padres y madres es lanzarse de lleno a corregir la ortografía o la gramática. Pero ¿y si estuviéramos olvidando lo más importante?
Una investigación reciente liderada por la profesora Ruth Newman, de la Universidad de Exeter, plantea un giro radical en cómo ayudar a los alumnos a escribir mejor. Su trabajo, publicado en Research Papers in Education y basado en tres años de observación en aulas reales, muestra que hay algo incluso más determinante que conocer las reglas: el hábito de hablar sobre lo que se quiere escribir antes de escribirlo.
Un hábito invisible que marca la diferencia
El estudio se centra en lo que los expertos llaman metalinguistic talk, o lo que es lo mismo, hablar sobre cómo se usa el lenguaje. No se trata de explicar normas, sino de hacer preguntas como: “¿Por qué has usado esta palabra?”, “¿Qué quieres que sienta quien lo lea?”, “¿Qué pasaría si cambiaras esta expresión?”.
Newman sostiene que crear este espacio de conversación en el aula transforma la escritura de los alumnos, especialmente en Secundaria. Según explica en el estudio, este tipo de diálogo “permite conectar los conocimientos previos y las intuiciones de los estudiantes con una reflexión más consciente y explícita sobre las decisiones que toman al escribir”.
Escribir bien empieza mucho antes de coger el bolígrafo o de abrir un documento en el ordenador
Para la investigadora, los niños y niñas no solo mejoran en aspectos técnicos, sino que desarrollan un pensamiento crítico sobre lo que escriben, se convierten en escritores más seguros y dueños de su estilo.

Qué hacen los profesores que consiguen que sus alumnos escriban mejor
Los docentes que participaron en el estudio de Newman no se limitaban a corregir o a pedir un texto acabado. Su estrategia era mucho más sutil y eficaz: lanzaban preguntas abiertas, escuchaban sin interrumpir, permitían respuestas imprevistas y, sobre todo, ayudaban a verbalizar lo que a menudo queda solo en la cabeza del estudiante.
Una de las claves que Newman destaca es que estos profesores sabían utilizar lo que ella llama preguntas de encuadre. Estas cuestiones “dirigen y maniobran la atención de los alumnos hacia aspectos concretos del texto”, como explica literalmente el artículo: “Las preguntas de encuadre de los profesores ponen en primer plano y dirigen la atención de los alumnos hacia el texto escrito”.
Pero no se trata solo de hacer preguntas. Según Newman, el verdadero impacto llega cuando esas preguntas se combinan con lo que ella llama movimientos de respuesta: peticiones para que el alumno explique mejor su idea, para que justifique su elección de palabras o para que imagine alternativas.

Por qué este hábito también debería estar en casa: un cambio de paradigma
Este enfoque no solo es útil en clase. También puede ser una herramienta poderosa para padres y madres que quieran ayudar a sus hijos a escribir mejor sin caer en la corrección directa. De hecho, los expertos en educación llevan tiempo alertando de que corregir demasiado pronto puede bloquear la creatividad y generar rechazo hacia la escritura.
Hablar sobre el lenguaje ayuda a pensar mejor en el lenguaje
En lugar de preguntar “¿Qué nota has sacado?” o “¿Cuántas faltas has tenido?”, sería más útil plantear cuestiones como: “¿Qué querías contar exactamente aquí?”, “¿Cómo pensaste en ese final?”, “¿Crees que al leer esto el otro entenderá lo que querías transmitir?”
Como señala el estudio, este tipo de diálogo permite que los niños pasen de ser escritores pasivos —que solo cumplen lo que se les pide— a ser escritores activos, conscientes de que cada palabra que eligen tiene un efecto en quien la lee.

Qué ocurre en clase cuando se dedica tiempo a hablar antes de escribir
Durante tres años, Newman observó decenas de clases en las que se trabajaba con este método. Una de las escenas más llamativas que recoge el estudio es la de un profesor que analiza con su alumnado una frase de El Señor de los Anillos. Les pregunta: “Si la frase terminara aquí, ¿qué efecto tendría? ¿Cómo cambia si añadimos esta otra palabra?”.
Gracias a este tipo de preguntas, los alumnos empiezan a darse cuenta de que escribir bien no es solo cuestión de técnica, sino de efecto. Como se recoge en el artículo: "Un diálogo cuidadosamente orquestado sobre el texto escrito refleja y, al mismo tiempo, promueve el pensamiento metalingüístico que está en la base de la producción escrita".
En otras palabras, hablar sobre el lenguaje ayuda a pensar mejor en el lenguaje, y eso se traduce en textos más claros, más personales y más eficaces.
Cómo se aprende a escribir pensando como escritor
El estudio también señala que no basta con preguntar por preguntar. Las preguntas deben estar bien pensadas y adaptadas al momento y al alumno. Por eso, Newman insiste en la necesidad de formación específica para los docentes, para que puedan gestionar bien este tipo de diálogo en clase.
Y lo mismo ocurre en casa. No se trata de convertir una conversación sobre un cuento o una redacción en un interrogatorio, sino de crear un clima en el que el niño o la niña se sienta cómodo para hablar y explorar ideas.
El objetivo no es tener razón ni buscar la respuesta perfecta, sino acostumbrar a los más jóvenes a pensar en lo que escriben, a justificar sus decisiones y a ser creativos a la hora de encontrar soluciones.

Un cambio de mirada necesario para padres y docentes
En un mundo obsesionado con las notas, las tildes y las comas, este estudio nos recuerda que escribir bien empieza mucho antes de coger el bolígrafo o de abrir un documento en el ordenador. Empieza con un hábito que puede parecer invisible, pero que marca una diferencia enorme.
Como concluye Newman: "El metalinguistic talk puede ser un mecanismo clave en la enseñanza de la escritura porque favorece un intercambio de ideas entre escritor y lector". Es decir, hablar sobre el lenguaje convierte a los niños en escritores conscientes de su poder y de su responsabilidad.
Y eso, seguramente, vale más que una redacción sin faltas.
Referencias
- Ruth Newman. Developing metalinguistic understanding in the secondary English classroom: the role of teachers’ framing questions and responsive talk moves in dialogic metalinguistic talk about written text. Research Papers in Education. 2025. DOI: https://doi.org/10.1080/02671522.2024.2447559.