Nos escribe un lector contándonos el caso de su hijo: «Hace unos meses, quitamos el pañal a Ignacio, de dos años, y empezó a ir al baño solito. Pero últimamente ha cogido la costumbre de hacerse pis cada vez que tiene una rabieta o le decimos que no a algo. ¿Es esto un retroceso? ¿Hasta qué punto esa actitud es normal?».
Lo que le ocurre a Ignacio es muy común. Si el pequeño ya controla más o menos los esfínteres (el control no será total hasta que haya cumplido los cinco o incluso los seis años), estos episodios se deben a una llamada de atención. A esta edad los niños quieren que estemos muy pendientes de ellos, para bien o para mal, aunque sea para estar enfadados. Estos «pequeños escapes» no suponen un retroceso en el abandono del pañal, porque son intencionados y buscados por el niño para obtener un fin. Pero, eso sí, debemos enseñarle que ésa no es la forma correcta ni adecuada de conseguir las cosas.
No te enfades y atiéndele
¿Qué podemos hacer? Sin duda, debemos atenderle, cambiarle de ropa y limpiarle, aunque de la forma más tranquila que nos sea posible. Si podemos contenernos, lo mejor es no decir nada y sobre todo no enfadarnos. A veces es mejor ignorar que regañar, porque si ve que con el pis consigue nuestra atención, repetirá este comportamiento una y otra vez para conseguir lo que se haya propuesto cada vez en su cabeza.
Normalmente, los niños se enfadan porque no les hemos dejado saltar en la cama de papá y mamá o porque se ha acabado la hora de jugar. Si les damos lo que quieren después de hacerse pis, habremos cedido a su pequeño «chantaje emocional» y no conseguiremos que cambien su actitud. Por esa razón es muy importante que nos mantengamos firmes en nuestras decisiones y que ese pequeño chantaje no nos convierta en rehenes de nuestros propios ojos. Evitarlo está en nuestras manos.
