Las dificultades para conciliar y un nuevo tipo de crianza más desvinculada del sentido de comunidad y tribu en el que se ejercía antaño, hace que cada vez más padres se planteen a partir de qué edad es legal, moral o incluso seguro dejar a sus hijos solos en casa.

Legislación vigente
El primer parámetro a tener en cuenta, para ya después tomar decisiones más personalizadas en base a las circunstancias de cada uno, es el legal. Aunque no hay una legislación totalmente clara al respecto: la ley española no establece una edad mínima para que los padres puedan dejar legalmente a sus hijos menores solos en casa. Mientras que el Código Civil establece lo que se denomina “situación de desamparo”, que es aquella que se produce por el incumplimiento de los deberes de protección de menores, quedando estos privados de la necesaria asistencia moral o material.
Por su parte, el Código Penal sanciona, mediante el artículo 229, el abandono de un menor con la privación de libertad, la cual se agrava cuando se ha puesto en peligro la vida o la salud del menor.
Sin embargo, los expertos recomiendan esperar a los 9 o 10 años para barajar si el niño está o no preparado para estar solo en casa sin la supervisión de un adulto.
Los niños de la llave
Un reciente informe sobre Accidentes en la población infantil española, señala que el 9,1% de los menores de 12 años se quedan solos en casa. Y de ellos, un 5% tiene menos de cuatro años. Los, conocidos, "niños de la llave", una realidad creciente en España, directamente relacionada con la precariedad laboral y las dificultades económicas.

Recayendo en muchas ocasiones el cuidado de los más pequeños en la responsabilidad de sus hermanos mayores y traduciéndose esta desestructurada situación en fracaso escolar, accidentes domésticos, problemas de conducta y trastornos psicológicos.
La ausencia y la culpa
Y cuando hablamos de trastornos psicológicos nos referimos a los que pueden sufrir potencialmente esos niños que no pasan el tiempo suficiente con adultos que construyan un lugar sano y seguro, pero también podríamos hablar sobre la salud mental de aquellos padres que tienen que dejar a sus hijos a solas más tiempo de los que les gustaría, o del que consideran correcto, por motivos laborales y que cargan con la culpa de una situación que no les corresponde.
Por lo tanto, convendría hacer una reflexión sobre dónde hemos de poner la lupa a la hora de juzgar la triste realidad de estos "niños de la llave", e incluso para pensar a quién hemos de exigirles responsabilidades: si a unos padres que duplican la jornada laboral para poder tener una nevera llena o a un sistema que no facilita la conciliación y que permite una inflación desmedida.
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