Muchos padres saben que su propio pulso —o frecuencia cardíaca— debe situarse entre 60 y 100 latidos por minuto. Sin embargo, es posible que te sorprendas al descubrir que tus hijos generalmente tendrán una frecuencia cardíaca aún más alta. Y se trata de algo absolutamente normal, que no indica en absoluto la existencia de algún tipo de problema o condición.
Entendiendo la frecuencia cardíaca en niños
Saber por tanto qué se considera como un pulso y una frecuencia cardíaca normal, y cómo controlar el pulso de tu hijo, puede ayudarte enormemente a la hora de evitar preocupaciones innecesarias sobre el ritmo cardíaco del pequeño. Y podría, además, ayudarte a identificar un pulso lento o rápido cuando el niño está enfermo conociendo cuándo es necesario buscar atención médica.
¿Qué es la frecuencia cardíaca?
La frecuencia cardíaca es la cantidad de veces que el corazón late por minuto. Las actividades diarias pueden cambiar lo rápido o lento que fluctúa la frecuencia. Así, podemos tener un ritmo lento y constante mientras dormimos o nos encontramos relajados, y tener una frecuencia mucho mayor cuando practicamos ejercicio físico.
El corazón de un niño late más rápido que el de un adulto debido a su metabolismo más rápido y las demandas de crecimiento. Durante el sueño, la frecuencia cardíaca disminuye, lo que es un signo de que el cuerpo está en reposo. Por el contrario, durante el juego activo o situaciones de estrés, el corazón puede latir más rápido para suministrar más oxígeno y nutrientes a los músculos y órganos.
Frecuencia cardíaca normal en niños según la edad
La frecuencia cardíaca de un niño puede variar enormemente a lo largo de todo el día. Y, dependiendo de la edad del niño, así como de la propia composición biológica del pequeño en particular, existe una variación ciertamente amplia en lo que podríamos considerar como una frecuencia cardíaca normal.
Cuando tu hijo está sentado, y tranquilo, la frecuencia cardíaca registrada en esos momentos es considerada como una frecuencia cardíaca en estado de reposo. Esta frecuencia puede variar según la edad, pero se considera saludable y adecuada cuando se sitúa entre los rangos que te indicamos a continuación:
- Recién nacidos de 0 a 1 mes de edad: 70 a 190 latidos por minuto.
- Bebés de 1 a 11 meses de edad: 80 a 160 latidos por minuto.
- Niños de 1 a 2 años: 80 a 130 latidos por minuto.
- Niños de 3 a 4 años: 80 a 120 latidos por minuto.
- Niños de 5 a 6 años: 75 a 115 latidos por minuto.
- Niños de 7 a 9 años: 70 a 110 latidos por minuto.
- Niños de 10 años y más: 60 a 100 latidos por minuto.
Incluso si el pulso se siente muy rápido, es probable que el pulso del pequeño permanezca dentro de estos rangos considerados como saludables. Por tanto, comprender las variaciones en las frecuencias cardíacas, así como verificar adecuadamente cuál es la frecuencia cardíaca de tu hijo, puede ayudarte a la hora de realizar un correcto seguimiento, y evitar, sobre todo, preocupaciones y dudas innecesarias.
Frecuencia cardíaca en recién nacidos: ¿qué esperar?
Los recién nacidos suelen tener frecuencias cardíacas más altas que los niños mayores y los adultos. Un ritmo cardíaco de entre 70 y 190 latidos por minuto se considera normal para un bebé de hasta un mes de edad. Esta alta frecuencia se debe a que los recién nacidos tienen un metabolismo acelerado y un sistema cardiovascular que aún se está desarrollando. A medida que el bebé crece, la frecuencia cardíaca disminuye gradualmente.
Frecuencia cardíaca en niños de 6 a 12 años
En los niños de 6 a 12 años, la frecuencia cardíaca normalmente se sitúa entre 70 y 110 latidos por minuto. Durante esta etapa, el cuerpo del niño sigue desarrollándose, y su frecuencia cardíaca refleja tanto su nivel de actividad como su estado emocional. Los niños en este grupo de edad son más activos, lo que puede causar variaciones en su ritmo cardíaco.

Factores que afectan la frecuencia cardíaca en niños
Como ocurre con los adultos, la frecuencia cardíaca de un niño varía según su nivel de actividad, lo que depende de si el pequeño está dormido o despierto, tranquilo o estresado, o si incluso se encuentra sano o enfermo.
Actividad física, emociones y otros factores
De ahí que, como opinan muchos pediatras, en realidad la frecuencia cardíaca del niño no está relacionada directamente con la presencia de un problema cardíaco. Especialmente porque la frecuencia cardíaca puede aumentar con cualquier cosa que los excite o los incomode, y sucede como respuesta natural ante algo que les pueda estar causando estrés.
Por ejemplo, un niño puede tener una frecuencia cardíaca más elevada y rápida si:
- Juega o realiza algún tipo de ejercicio físico intenso.
- Se siente ansioso o estresado.
- Tiene fiebre o alguna enfermedad.
- Ha tomado muchas bebidas con cafeína (o alguna bebida energética).
- Está experimentando algún tipo de dolor en esos momentos.
- Se encuentra deshidratado.
Si tu hijo experimenta cualquiera de las situaciones anteriores, y tiene una frecuencia cardíaca rápida o muy elevada, generalmente no se trata de motivo de preocupación. Aunque como te hemos explicado en otras ocasiones, no es tan recomendable que los niños beban cafeína (ya que puede causar algunos problemas).
Además, durante la práctica de ejercicio físico es normal que el corazón se acelere mucho más, ya que el corazón del pequeño suele latir naturalmente más rápido, en comparación con el corazón de un adulto.
Frecuencia cardíaca en niños dormidos
Durante el sueño, la frecuencia cardíaca de un niño disminuye, reflejando un estado de reposo y recuperación. Esto es completamente normal. Los padres pueden notar que el pulso de su hijo es más lento mientras duerme, lo cual es un signo positivo de que el cuerpo está descansando adecuadamente.
130 pulsaciones por minuto en reposo, ¿es normal?
Un ritmo cardíaco de 130 pulsaciones por minuto en reposo puede ser normal para niños muy pequeños, especialmente para aquellos menores de un año. Sin embargo, en niños mayores, esta frecuencia podría ser considerada alta y podría requerir una evaluación médica. ¡Depende de muchos factores! Es importante tener en cuenta el contexto, como si el niño ha estado activo recientemente o si está experimentando estrés o ansiedad. Los padres deben observar si el ritmo cardíaco elevado persiste y si está acompañado de otros síntomas preocupantes, como dificultad para respirar o letargo. Siempre consulta con el médico ante cualquier inquietud o duda.

Medición y evaluación de la frecuencia cardíaca en niños
Medir la frecuencia cardíaca de un niño es un proceso sencillo que puede realizarse en casa.
¿Cómo comprobar la frecuencia cardíaca del niño?
Una de las formas más comunes es sentir el pulso en la muñeca, justo debajo del pulgar. Los padres deben aplicar una presión suave con dos dedos hasta sentir el latido y contar el número de latidos.
Pulsaciones en niños: dónde y cómo medirlas
Existen varias zonas del cuerpo donde puedes controlar su pulso, incluyendo la muñeca, el cuello o el codo. Aunque es cierto que para la mayoría de los padres la muñeca es el lugar más sencillo, además de convertirse en el más accesible.
Para verificar el ritmo cardíaco del pequeño coloca dos dedos en su muñeca, exactamente debajo del pulgar. Aplica una presión suave, hasta que puedas sentir un ligero latido en la punta de tus dedos. Cuenta cuántos latidos sientes en 15 segundos, y luego multiplica esta cantidad por 4, para determinar la frecuencia cardíaca, ya que se mide en latidos por minuto. Por ejemplo, si sientes 18 latidos en 15 segundos significa que la frecuencia cardíaca del pequeño es de 72 latidos por minutos, lo que se considera una frecuencia totalmente normal.
No obstante, puede ser posible que te cueste encontrar el pulso cardíaco en los bebés o en niños más pequeños. Esto es debido a que sus vasos sanguíneos suelen ser más pequeños.

Identificando posibles problemas en el ritmo cardíaco infantil
Aunque la variabilidad en la frecuencia cardíaca es normal, ciertos síntomas pueden indicar posibles problemas a consultar con el médico.
¿Cuándo pueden haber problemas?
Aunque una frecuencia cardíaca demasiado rápida no es un problema cuando ésta se registra en situaciones que requieren algún tipo de actividad física del pequeño, o cuando da síntomas de estrés o ansiedad (mientras que un ritmo cardíaco más lento es normal cuando duerme o está en reposo), si surgen algunos síntomas o condiciones en determinados momentos del día sí puede ser una señal de que existe algún tipo de problema.
Signos de alarma: síntomas preocupantes
Signos de alarma a tener en cuenta: si el ritmo cardíaco del pequeño es lento a mitad del día, en caso de que muestre síntomas de letargo o desmayos o si siente dolor en el pecho o dificultad para respirar. Si el pequeño siente dolor en el pecho o dificultad para respirar, y estos síntomas aparecen a la vez que tiene una frecuencia cardíaca rápida es posible que sea necesario recibir atención médica.