Para los niños, el juego es un asunto muy serio. A través de esta actividad desarrollan muchas de sus destrezas y se van formando una imagen del mundo. El juego simbólico es particularmente importante pues se refiere a la capacidad del pequeño para imitar situaciones de la vida real y ponerse en la piel de otras personas. Se trata de una actividad de las actividades más enriquecedoras para el desarrollo infantil en la que el niño pasa continuamente de lo real a lo imaginario, algo esencial para su crecimiento emocional y cognitivo. Y es que a través de este juego simbólico, los niños exploran el mundo que les rodea y desarrollan habilidades fundamentales. Hoy vamos a ver todo sobre el juego simbólico, desde qué es en profundidad hasta para qué sirve y cómo fomentarlo.
Importancia del juego en el desarrollo infantil
El juego es una herramienta crucial en la infancia que permite a los niños aprender y crecer de manera integral. La importancia del juego en la etapa infantil es altísima, ya que a través de él los pequeños desarrollan sus habilidades motoras, cognitivas y sociales.
Se estima que mientras que son niños, aproximadamente más de un 60% de su tiempo lo dedican a jugar, una actividad que realizan de forma voluntaria y que tiene múltiples beneficios. Si buscas razones por las que el juego es importante en la infancia, aquí te dejamos cinco:
- Desarrolla las habilidades motoras
- Estimula el desarrollo intelectual y cognitivo
- Modela la personalidad
- Favorece la comunicación e interacción social
- Potencia la autonomía
Definición de juego simbólico y su relación con la imitación
Podemos definir el juego simbólico como la capacidad de los niños para representar situaciones de la vida real mediante la imitación y la creación de escenarios ficticios.
Gracias a esta actividad es los pequeños pueden explorar y comprender el mundo que les rodea. En este juego simbólico la imitación es un componente clave, ya que a través de ella los niños adoptan roles y recrean situaciones que observan en su entorno.

A través de este juego simbólico el niño representa, de forma simbólica, los roles y las situaciones del mundo que le rodea. Este juego implica “hacer como si” comiera, usando un palillo en vez de una cuchara o “hacer como si” fuera la madre o el doctor de su muñeca.
Se trata de una actividad que le ayuda a ampliar su lenguaje, desarrollar la empatía y, sobre todo, consolidar sus representaciones mentales. También es una vía para que el niño canalice sus preocupaciones e incluso le permite encontrar soluciones a sus conflictos ya que recrea diferentes situaciones a través del juego.
¿A qué edad comienza el juego simbólico?
Generalmente el juego simbólico comienza a los dos años, aunque depende mucho de la madurez psicológica de cada niño. Y es que es precisamente a esta edad cuando los pequeños desarrollan la capacidad de crear y manipular símbolos mentales, lo que a su vez les permite representar situaciones de la vida real en sus juegos. Así, el juego simbólico aparece cuando el pequeño desarrolla la capacidad para crear y trabajar mentalmente con los símbolos.
Evolución del juego desde la imitación hasta escenarios complejos
En un primer momento el niño se limita a reproducir la vida cotidiana de los adultos, los cuentos que les leen sus padres y los dibujos animados. De hecho, a los dos y tres años la visión del niño aún es muy egocéntrica y prefiere jugar solo o con sus padres. Sin embargo, poco a poco, a medida que se consolida el lenguaje, su imaginación y la capacidad de representación; va recreando escenarios más complejos, frutos de su fantasía e incluye a otras personas en el juego.

Un aspecto fundamental de esta nueva actividad es el juego compartido. En un primer momento el niño comparte su juego con los padres pero más adelante comienza a disfrutar jugando con sus coetáneos. En este punto son capaces de establecer una meta común y ciertas normas del juego. Poco a poco, el juego simbólico se complejiza y se hace grupal, por lo que pasa a ser un proceso de socialización propiamente dicho.
Este cambio se produce a los 4 o 5 años, edad en la que el niño ya tiene las herramientas psicológicas necesarias para compartir el simbolismo del juego con otros pequeños. Así, la niña que antes jugaba a ser la madre de su muñeca, ahora incluye en el juego a otros pequeños, que asumirán diferentes roles, como el padre, el doctor y la maestra.
Beneficios del juego simbólico
El juego simbólico ofrece numerosos beneficios para el desarrollo infantil, entre los que destacan los siguientes:
- Desarrollo del lenguaje y la empatía: a través de este tipo de juego, los niños practican habilidades comunicativas, ya que deben negociar y colaborar con otros para desarrollar historias y escenarios compartidos. Además al asumir diferentes roles, los más pequeños de la casa aprenden a comprender y empatizar con las emociones y perspectivas de los demás.
- Desarrollo de la representación mental y la creatividad: al crear mundos imaginarios, los niños ejercitan su pensamiento crítico y su capacidad para resolver problemas de manera innovadora. Experimentando así con diferentes perspectivas y encontrando soluciones creativas a los desafíos que enfrentan en sus juegos.
- Expresión emocional: al asumir diferentes roles, los niños pueden explorar sentimientos y resolver conflictos internos de manera segura. Mejorando así su bienestar emocional y desarrollando una actitud crítica y reflexiva hacia sus propias experiencias y emociones.

Importancia del juego compartido y la socialización
El juego compartido y la socialización son aspectos esenciales del juego simbólico, ya que permiten que los niños desarrollen habilidades sociales y emocionales fundamentales.
Así, a medida que los pequeños crecen van empezando a jugar con otros niños, compartiendo sus historias y colaborando para desarrollar escenarios conjuntos. Este tipo de juego fomenta la socialización y les ayuda a desarrollar habilidades de comunicación y cooperación.
Desarrollo de la capacidad de establecer metas y normas
Otro de los aspectos cruciales en el juego simbólico compartido es el desarrollo de la capacidad de establecer metas y normas: a medida que los niños juegan juntos, aprenden a colaborar y a establecer reglas y objetivos comunes en sus juegos.
Algo fundamental para su desarrollo social, ya que les prepara para interactuar de manera efectiva en diferentes contextos. Al establecer metas y normas en sus juegos, los niños practican habilidades de negociación y resolución de conflictos. Aprendiendo así a comunicar sus ideas y a escuchar las de los demás para encontrar soluciones constructivas a los desafíos que enfrentan en sus juegos.

Rol de los padres en estimular el juego simbólico
Los padres desempeñan un papel fundamental en el estímulo del juego simbólico en sus hijos ya que mediante su apoyo y participación pueden fomentar el desarrollo de habilidades esenciales y enriquecer la experiencia de juego de sus pequeños.
Solo tienen que proporcionar un entorno seguro y estimulante para que sus hijos puedan explorar y experimentar con diferentes roles y escenarios. Así, el proporcionar materiales y juguetes que fomenten la creatividad y la imaginación es muy beneficioso.
Ya solamente con darles objetos simples como bloques de construcción, disfraces y muñecos, los niños pueden crear mundos imaginarios y representar diferentes roles. Los padres también pueden participar activamente en el juego simbólico de sus hijos, asumiendo roles y colaborando en la creación de historias y escenarios.
Tres ideas para estimular el juego simbólico
Aunque el juego simbólico es una actividad espontánea, los padres también pueden estimularlo.
- Juega con tu hijo. Aprovecha cualquier ocasión y sumérgete en el mundo de fantasía que ha creado tu hijo. Siéntate a beber té o juega a los médicos. Disfruta de ese momento y ayúdale a aprender, intentando que la situación sea lo más cercana posible a la realidad.
- Asegúrate de que tenga juegos de roles. Tu hijo se sentirá más motivado si tiene un kit de repartidor de correos, una cocinita perfectamente equipada o un kit de primeros auxilios. De hecho, ni siquiera es necesario que compres esos juegos, puedes confeccionarlos en casa.
- Ayúdale a recrear personajes y situaciones. Si tu hijo aún es pequeño, es probable que tenga un repertorio limitado de situaciones y personajes que puede imitar. Por eso, puedes proponerle nuevos personajes y contextos con las que tu hijo se pueda identificar, que estimulen el juego simbólico.
