A veces no entendemos a nuestro pequeño: parece que todo le molesta, es muy sensible al entorno y muy reactivo. Es difícil para dormir, para comer, para vestirle… todo parece un reto con él.

A menudo tildados de maniáticos, mimados o quisquillosos, los niños altamente sensibles son los grandes desconocidos.
Por suerte cada vez sabemos sobre este rasgo de personalidad y sus características, así como sus implicaciones para la crianza. Los estudios científicos y la neuroimagen nos han permitido conocer un poco más cómo funciona la mente de una PAS. Parece ser que las la corteza prefrontal, encargada de la toma de decisiones, control y panificación, (el gran centro de control del cerebro) está más activada, así como las zonas donde se alojan las neuronas espejo, que son las que nos permiten desarrollar la empatía y la comprensión de las emociones de los demás.
Por otro lado, la ínsula, una pequeña estructura del cerebro donde se aloja la conciencia, está especialmente estimulada en las personas altamente sensibles.
Principales rasgos y características de los niños altamente sensibles
Algunos de los rasgos que pueden ayudarte a identificar si tu hijo es NAS son los siguientes:
Maniático y quisquilloso con la ropa
Las costuras de los calcetines pueden ser un infierno, determinados tejidos, las etiquetas de la ropa o cualquier calzado. Todo parece molestarle, picarle, rascarle o apretarle. A menudo el momento de vestirle es una batalla: rabietas, lloros… ¿te suena?
Estos comportamientos se deben al primero de los cuatro grandes rasgos que la Dr. Aaron descubrió: la gran fineza sensorial. Perciben la información sensorial con gran sutileza. Los olores, sabores y texturas de la ropa, ruidos fuertes, bullicio… todo parece molestarles. Tienen una sensibilidad a flor de piel. Puede que presenten Misofonía (intolerancia extrema a ciertos ruidos, como escuchar comer a otros o mascar chicles)
Michael Pluess llamó a este rasgo “Susceptibilidad diferencial”, esa capacidad para percibir detalles sutiles del entorno y de que no se le escape nada.
Una mamá me contaba en consulta que su pequeña altamente sensible le dijo una vez: “¡mamá! Tú no lo entiendes… ¡la ropa muerde!”.
Muy sensible, experimenta las emociones de forma intensa
Puede que tu pequeño experimente grandes miedos y fobias, que sea muy susceptible a cualquier crítica, que no tolere que le riñas o que se apene profundamente cuando lo haces. Al mismo tiempo la alegría, el amor y la compasión también son de otro nivel.
¿Qué verás? Depende de si tu hijo es del grupo introvertido (un 70% de los NAS lo son) o del grupo extrovertido. A veces esto confunde, pues asociamos erróneamente la alta sensibilidad a personas tranquilas, inhibidas o tímidas. Y no siempre es así. Un NAS también puede ser vivaracho, enérgico y extrovertido. Así, puede que a tu peque le cueste relacionarse cuando llegáis a un sitio nuevo, que necesite un tiempo para observar y analizar, antes de lanzarse a interactuar.
Puede ser un niño temeroso, al que le cuesta separarse de las figuras de apego o hacer actividades nuevas. Es posible que sea ansioso, y necesite tener las cosas bajo control para sentirse seguro, o que no lleve bien los cambios.
Procesamiento profundo de la información
Analizan concienzudamente la información que proviene del entorno, y la procesan a nivel profundo. Generalmente están en estado de alerta, expectantes, y son muy conscientes de todo, tanto lo que sucede a su alrededor como lo que están experimentando a nivel interno.
Esta manera de sobre pensar y analizar todo conduce a menudo, junto con la saturación de estímulos sensoriales, al cuarto de los grandes rasgos:
Sobre estimulación
Sobrecarga mental, saturación de emociones y de experiencias. Con frecuencia colapsan, y necesitan tiempo a solas o acompañamiento emocional para gestionar ese desorden de emociones intensas y desbordantes. El mundo puede ser un lugar muy hostil para un NAS.

Podemos observar esta sobre estimulación en forma de llanto, rabietas o aislamiento. El niño cuanto más pequeño es menos repertorio de expresión emocional tiene, ya que solo nacemos con un tipo de conducta que nos sirve para todo: llorar.
A través del llanto el bebé expresa sus necesidades y estados. Poco después aparece la sonrisa y el gorgojeo como forma de llamar la atención, pero el malestar suele expresarse durante los primeros a través de lloros, gritos y rabietas. Puede que observemos también que el niño necesita salir de la situación, estar a solas y dedicar tiempo a sus tareas favoritas tranquilas. O si es un bebé, estará inquieto, nervioso, llorón, y posiblemente le cueste relajarse y dormir.
La importancia de conocer a nuestro hijo en profundidad
Conocer en profundidad la personalidad de nuestro hijo nos permitirá hacer las atribuciones correctas a sus comportamientos, sabiendo cuál es su origen, y, por tanto, la mejor manera de acompañarlas de una manera respetuosa y desde la aceptación.
Los estudios longitudinales, aquellos que estudian cómo evoluciona una variable a lo largo de la vida, nos han enseñado dos cosas muy interesantes sobre las PAS:
La primera: son más vulnerables al trauma, por lo que infancias en entornos hostiles, poco comprensivos o respetuosos con su rasgo, dejan huellas traumáticas. Igualmente son más propensos a sufrir ansiedad y depresión.
La segunda: responden mejor a las terapias, los grupos de autoayuda y el apoyo emocional. Es decir, que, en un entorno adecuado, florecerán y desarrollarán todo su potencial, sanando sus heridas.