Los ingresos por bronquiolitis han puesto en jaque al sistema sanitario a nivel nacional. Las Urgencias Pediátricas están colapsadas, los centros de Atención Primaria también y las plantas de hospitalización infantil se están quedando sin camas.
VRS, el virus detrás de la bronquiolitis
El Virus Respiratorio Sincitial, o más conocido por sus siglas, VRS, está detrás del 80% de las bronquiolitis en bebés. Es un virus respiratorio muy frecuente en invierno, la gran mayoría de niños pasan un par de veces por infecciones respiratorias producidas por este virus, y prácticamente la totalidad de los adultos lo hemos sufrido alguna vez en nuestra vida.

Hay muchas familias que piensan que este virus ha surgido de nuevo, como el coronavirus, pero esto no es cierto. Los pediatras llevamos décadas luchando contra el VRS y la bronquiolitis todos los inviernos.
El problema fundamental del VRS es que, a menor edad del niño que se infecte, peores serán los síntomas. Los bebés menores de tres meses, los prematuros o aquellos con enfermedades graves, son los que tienen mayor riesgo de padecer una bronquiolitis grave que precise ingreso y soporte respiratorio.
¿Tiene tratamiento?
Pues hasta la fecha, tratamiento específico como tal, no. En bebés de pocos meses no se ha demostrado una evidencia científica suficiente que justifique el uso de corticoides, antibióticos, o broncodilatadores. Si es cierto que, a mayor edad del niño, algunos fármacos se pueden mostrar más útiles, pero justamente para estos bebés menores de tres meses, tienen escaso efecto.
Muchas veces lo único que podemos ofrecer son medidas de sostén hasta que la enfermedad mejore. ¿A qué me refiero con estas medidas? Pues fundamentalmente a despejar la vía aérea de secreciones, proporcionar oxígeno con diferentes dispositivos en función de la gravedad e hidratar al lactante por vía intravenosa si no es capaz de comer. Como veréis, este tratamiento pasa por estar ingresado en un hospital.
Un nuevo medicamento
Recientemente la EMA ha aprobado el uso de un medicamento, en este caso, un anticuerpo monoclonal, que puede conferir con una sola dosis, efecto protector durante al menos 5 meses.
Y ¿qué es un anticuerpo monoclonal? Pues en esencia es una proteína artificial que nos ayuda a defendernos. Habitualmente, en el curso normal de una infección viral, nuestros leucocitos o glóbulos blancos deben identificar al virus y crear anticuerpos específicos para vencerlos.

Los anticuerpos monoclonales están creados artificialmente y diseñados para ayudar a nuestro sistema inmunitario a vencer la infección. No es una vacuna, y esto es importante que quede claro, por lo que no va a otorgar inmunidad de por vida. El funcionamiento de las vacunas se basa en que el organismo cree anticuerpos frente a un determinado patógeno para que cuando nos infectemos, ya tengamos anticuerpos frente a él. Pero es nuestro cuerpo el que fabrica los anticuerpos. En el caso de los anticuerpos monoclonales, estos se crean artificialmente y luego se administran, por lo que no requieren que el sistema inmune se ponga en marcha para ser eficaces. Por tanto, este nuevo medicamento ofrece una protección puntual y rápida. Ha sido desarrollado para administrarse a los recién nacidos y bebés de pocos meses, justamente la población que más lo necesita. Al administrarse, se adhiere al virus respiratorio sincitial, de modo que éste ya no puede infectar a las células de nuestro cuerpo.
Los anticuerpos monoclonales llevan muchos años usándose en el campo de la medicina, no solo para las infecciones, también para enfermedades autoinmunes o algunos tipos de cáncer. De hecho, ya se usaban frente a la bronquiolitis y el VRS, aunque estaba indicado sólo para bebés que habían sido muy prematuros o padecían enfermedades crónicas graves.
¿Tiene efectos secundarios?
Este medicamento no carece de efectos adversos, si bien es cierto que en su mayoría son leves. Los más frecuentes son la erupción cutánea, que se produce en los 14 días siguientes a la inyección y fiebre, además de reacciones en el lugar de la inyección que se producen en los 7 días siguientes a la inyección.