Es una escena conocida para muchas madres y padres: el bebé pasa el día aparentemente bien, con solo un poco de moqueo, alguna tos ocasional, pero al llegar la noche, se intensifica todo. Tose más, se despierta inquieto, a veces incluso vomita por la cantidad de mucosidad acumulada. Y claro, el descanso se vuelve complicado para todos.
Este patrón de tos nocturna no es casual. Y aunque puede desesperar, tiene una explicación fisiológica que ayuda a entender mejor qué está pasando. El pediatra Antonio Rojas lo explica con claridad: el cuerpo del bebé, al estar acostado, favorece que las mucosidades drenen hacia la parte posterior de la garganta, lo que estimula la tos. Este mecanismo, que puede parecer alarmante, es en realidad una forma que tiene el organismo de defenderse y mantener limpias las vías respiratorias.
Los bebés, además, tienen las vías más pequeñas y aún están desarrollando sus reflejos para gestionar las secreciones. Todo eso hace que incluso un simple catarro pueda provocar noches de tos interrumpidas, mocos y sueño alterado. Pero no todo es motivo de alarma: la mayoría de los episodios de tos nocturna son benignos y autolimitados. Aun así, conviene saber distinguir cuándo se trata de algo normal y cuándo debemos consultar al pediatra.

Dos causas médicas de las congestiones nocturnas
Dice el pediatra que son dos las causas médicas más habituales que suelen provocar congestiones nocturnas en los bebés que, a su vez, pueden empeorar la tos nocturna: la rinitis alérgica y la hiperreactividad bronquial.
Cuando un bebé presenta rinitis alérgica, su nariz produce un exceso de moco que, al acostarse, gotea hacia la garganta y desencadena episodios de tos con flema que pueden interrumpir su sueño e incluso provocar vómitos.
En el caso de la hiperreactividad bronquial, los bronquios reaccionan de forma exagerada ante cambios de temperatura o alérgenos, lo que genera ataques de tos en un esfuerzo del cuerpo por volver a abrir las vías respiratorias.

Otros factores de la congestión y la tos nocturna en bebés
La primera gran causa de las congestiones nocturnas es la postura. Durante el día, los bebés están más incorporados, ya sea en brazos, sentados o moviéndose. Esto favorece que las mucosidades, si las hay, vayan drenando poco a poco sin provocar molestias importantes. Pero al llegar la noche y permanecer tumbados durante más tiempo, esa mucosidad se acumula en la parte trasera de la garganta, activando el reflejo de la tos.
Esa tos, aunque molesta, es útil: evita que las secreciones bajen hacia los pulmones. El problema es que puede hacerse más intensa, sobre todo en fases del sueño profundo, interrumpiendo el descanso y causando malestar.
Otro factor importante es el ambiente seco. En muchas casas, sobre todo en invierno o en climas secos, la calefacción contribuye a resecar el aire. Esto irrita aún más las vías respiratorias de los más pequeños, lo que puede potenciar la congestión y la tos nocturna.
Además, hay que tener en cuenta que los bebés aún no saben sonarse la nariz ni tragar bien las secreciones acumuladas. Esto los hace más vulnerables a la congestión, especialmente en procesos virales leves, que son muy frecuentes en los primeros años de vida.
Según explica el doctor Rojas, hay que prestar atención a señales como fiebre persistente, dificultad para respirar (por ejemplo, si se le marcan las costillas al inspirar), silbidos en el pecho o rechazo continuado del alimento. En esos casos sí conviene acudir al pediatra para descartar infecciones más serias como bronquiolitis o laringitis.

Consejos para aliviar la tos nocturna del bebé
Aunque no siempre podamos evitarla, sí hay formas de ayudar a que esa tos nocturna sea más llevadera. El doctor Antonio Rojas recomienda algunos consejos sencillos pero eficaces que puedes aplicar en casa con tu hijo o hija si tose mucho por la noche.
- Elevar ligeramente el colchón: no hace falta poner al bebé en una posición totalmente incorporada, pero sí se puede inclinar suavemente el colchón por la parte de la cabeza. Esto facilita el drenaje de las secreciones y reduce el estímulo de la tos.
- Mantener una buena humedad ambiental: si el aire está muy seco, un humidificador en la habitación puede marcar la diferencia. También vale colocar un recipiente con agua cerca de la calefacción para mantener el ambiente más respirable.
- Limpiezas nasales suaves antes de dormir: si el bebé tiene mocos visibles o congestión, una limpieza nasal con suero fisiológico antes de acostarlo puede ayudar a que duerma mejor.
- Ofrecer líquidos con frecuencia: la hidratación es clave para mantener las mucosas más fluidas. Si el bebé aún toma pecho o biberón, se pueden ofrecer más tomas durante el día.
- Evitar el humo del tabaco: aunque parezca evidente, es importante recordar que el humo irrita las vías respiratorias y puede agravar cualquier cuadro respiratorio.
En la mayoría de los casos, esta tos desaparecerá sola en unos días. Saber por qué ocurre, qué la provoca y cómo aliviarla da tranquilidad a las familias y permite que todos duerman un poco mejor.