Cada hora que un niño pasa frente a una pantalla —ya sea móvil, consola, tablet o televisión— puede sumar algo más que entretenimiento. También puede estar añadiendo un pequeño grano a una montaña silenciosa: su riesgo cardiometabólico. Así lo demuestra un nuevo estudio internacional con más de mil niños y adolescentes.
Investigadores daneses del proyecto COPSAC acaban de confirmar lo que muchos padres intuimos, pero pocos cuantificamos: el vínculo entre el uso excesivo de pantallas y el aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares desde edades tempranas. ¿La clave? No solo las pantallas, sino cómo se combinan con hábitos de descanso insuficientes.
El hallazgo no viene solo: se detectaron alteraciones metabólicas en sangre relacionadas con el uso de pantallas, y se constató que el riesgo es significativamente mayor en quienes duermen menos. Una señal de alarma que nos interpela como madres, padres y cuidadores, que ya estaban alertados por otros estudios recientes de que el exceso de pantallas también puede generar malos hábitos alimentarios e incluso problemas relacionados con la salud mental, no solo con el descanso.
Hay margen de acción. Y empieza en casa.

Qué ha descubierto este nuevo estudio (y por qué es tan relevante)
Un vistazo a su salud… desde la pantalla
El estudio, liderado por David Horner y su equipo del Journal of the American Heart Association, analizó a más de 1.000 menores de dos cohortes: unos de 10 años, otros de 18. Todos participaron en el proyecto danés COPSAC, con seguimiento desde el nacimiento. La pregunta era clara: ¿cómo se relaciona el tiempo que pasan frente a pantallas con su salud cardiometabólica?
Los investigadores crearon un índice de riesgo basado en cintura abdominal, presión arterial, colesterol HDL, triglicéridos y glucosa. Los resultados fueron consistentes y preocupantes: cada hora adicional de pantalla aumentaba el riesgo cardiometabólico, tanto en niños (β=0.08) como en adolescentes (β=0.13).
Además, los adolescentes con más horas de pantalla mostraban un mayor riesgo cardiovascular estimado a futuro, medido a través de perfiles metabólicos avanzados. Y, como si no bastara, identificaron un “perfil en sangre” asociado al uso de pantallas, lo que refuerza la idea de que el impacto es físico, medible y real.

Lo que más afecta no son las pantallas… sino cuándo y cómo se usan
Dormir poco amplifica el daño
Uno de los grandes hallazgos fue el papel del sueño como factor clave: los niños y adolescentes que dormían menos mostraban un mayor impacto negativo del tiempo frente a pantallas. Es decir, no es solo la cantidad de pantallas, sino también si tu hijo descansa lo suficiente o no.
En cifras, el sueño moderó la relación en ambos grupos (P=0.029 en niños, P=0.012 en adolescentes), y hasta un 12 % del efecto negativo de las pantallas en la infancia se explica por dormir menos horas.
Y no solo eso: acostarse más tarde también mostró efectos negativos, sobre todo en chicas adolescentes. Lo que vemos aquí es una tormenta perfecta, según el citado estudio:
Pantallas antes de dormir → Sueño más corto o irregular → Mayor riesgo cardiometabólico

¿Qué podemos hacer desde casa?
Ideas prácticas para actuar sin dramatismos
Aunque los datos puedan inquietar, este estudio también abre una puerta: sí podemos intervenir como familia. Aquí algunas acciones útiles:
🕓 Reducir pantallas en la franja de la tarde-noche. Es una medida simple, pero con gran impacto en la duración y calidad del sueño.
🌙 Adelantar la hora de acostarse. Dormir más horas ayuda a compensar parte del riesgo, incluso si no podemos eliminar del todo el tiempo digital.
🎲 Proponer alternativas de ocio sin pantalla: juegos de mesa, lectura compartida, cocina en familia… actividades que conectan y desconectan a la vez.
👨⚕️ Hablar con pediatras de hábitos digitales. La salud digital también forma parte del desarrollo infantil.

Un riesgo silencioso... que se puede prevenir
No hace falta eliminar las pantallas. Hace falta equilibrio.
Este estudio no pide que desaparezcan las tablets de casa, sino que entendamos el impacto acumulativo del uso excesivo en la salud futura. Las pantallas no son “el enemigo”, pero sí requieren una gestión activa por parte de los adultos.
Las asociaciones entre pantallas, sueño y salud cardiometabólica ya no son solo hipótesis: son datos medidos en sangre. Y aunque las diferencias puedan parecer pequeñas, cada hora cuenta. Especialmente en etapas de desarrollo como la infancia y la adolescencia. Así lo demuestra este nuevo estudio recién publicado.
En definitiva, este trabajo nos recuerda que cuidar del corazón de nuestros hijos empieza mucho antes de que escuchen esa palabra en clase de biología. Empieza en casa, con rutinas que prioricen el descanso y un uso consciente del mundo digital.
Referencias
- David Horner, Marie Jahn, Klaus Bønnelykke, Bo Chawes, Trine Flensborg‑Madsen, Ann‑Marie Malby Schoos, Jakob Stokholm, Morten Arendt Rasmussen. Screen Time Is Associated With Cardiometabolic and Cardiovascular Disease Risk in Childhood and Adolescence. Journal of the American Heart Association, 2025. DOI: 10.1161/JAHA.125.041486