Dormir bien no solo es fundamental para el descanso y el desarrollo de los niños, sino que también podría desempeñar un papel clave en su alimentación. Un estudio reciente ha encontrado una relación significativa entre la calidad del sueño y los hábitos alimentarios en niños y adolescentes. La investigación, publicada en Anales de Pediatría, señala que la educación en higiene del sueño no solo ayuda a mejorar el descanso, sino que también podría influir en cómo los menores manejan su alimentación.
Los investigadores descubrieron que aquellos menores que recibieron formación sobre cómo mejorar su descanso no solo lograron dormir mejor, sino que también mostraron cambios positivos en su forma de alimentarse. Esto sugiere que la calidad del sueño podría influir en la manera en que los niños gestionan su nutrición, un hallazgo que abre nuevas perspectivas en el abordaje de la salud infantil.
Dado que los problemas de sueño y alimentación van en aumento entre las nuevas generaciones, estos resultados podrían ser clave para diseñar estrategias que ayuden a mejorar el bienestar de los niños desde una perspectiva más integral.
El papel del sueño en la salud infantil
El sueño es un pilar fundamental en el desarrollo de los niños, afectando su crecimiento, rendimiento académico y bienestar emocional. Sin embargo, la falta de un descanso adecuado puede desencadenar problemas en múltiples áreas de su vida, incluida la nutrición. El estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Hakkari en Turquía y la Universidad de Ulsan en Corea del Sur, se centró en evaluar el impacto de un programa de educación en higiene del sueño sobre los patrones de descanso y alimentación en niños de entre 10 y 18 años.
La investigación adoptó un enfoque cuasiexperimental, dividiendo a los participantes en dos grupos: uno que recibió formación sobre higiene del sueño y otro que permaneció en lista de espera. En total, 80 niños participaron en el estudio, cuyos hábitos de sueño y alimentación fueron evaluados antes y después de la intervención.
Para medir los cambios, los investigadores utilizaron dos herramientas: el cuestionario de hábitos de sueño infantil (CSHQ) y el cuestionario de alimentación de tres factores (TFEQ). Estos instrumentos permitieron analizar cómo la educación en sueño afectaba no solo la duración y calidad del descanso, sino también la relación de los niños con la comida.
Los resultados mostraron un impacto positivo. Los niños que participaron en la educación sobre higiene del sueño mejoraron significativamente sus hábitos de descanso. Además, presentaron cambios en su relación con la alimentación, con una mejor gestión de sus hábitos alimentarios según las mediciones realizadas en el estudio.
El estudio encontró diferencias significativas en las puntuaciones de los cuestionarios antes y después de la intervención. Los niños del grupo de formación en higiene del sueño no solo dormían mejor, sino que también presentaban un mayor control sobre su alimentación, lo que sugiere que dormir bien podría ser un factor clave en la prevención de malos hábitos alimentarios.

Mecanismos que explican esta relación
El vínculo entre el sueño y la alimentación no es nuevo, pero este estudio ofrece evidencia concreta sobre cómo educar a los niños en higiene del sueño puede traducirse en beneficios nutricionales. Uno de los posibles mecanismos detrás de este fenómeno tiene que ver con la regulación hormonal.
Investigaciones previas han demostrado que la falta de sueño puede alterar los niveles de hormonas clave en la regulación del apetito. La grelina, que estimula el hambre, aumenta cuando el descanso es insuficiente, mientras que la leptina, responsable de la saciedad, disminuye. Esto podría explicar por qué los niños con una mala higiene del sueño tienden a tener hábitos alimentarios más desordenados.
Además, un descanso inadecuado está relacionado con un mayor consumo de alimentos ultraprocesados y una menor ingesta de frutas y verduras. La fatiga y la falta de energía pueden llevar a los niños a buscar opciones rápidas y calóricas, lo que a largo plazo podría contribuir a problemas de salud como la obesidad infantil.
Uno de los aspectos más relevantes del estudio es que demuestra cómo una intervención educativa puede tener un impacto real en la calidad del sueño y la alimentación de los niños. En un contexto donde los problemas de insomnio y los trastornos alimentarios en menores van en aumento, estos hallazgos subrayan la necesidad de incorporar la educación en higiene del sueño en los programas de salud infantil.
El estudio sugiere que fomentar hábitos saludables de sueño no solo tiene beneficios inmediatos, como un descanso más reparador, sino que también podría contribuir a un mejor manejo de la alimentación, lo que a largo plazo podría tener efectos positivos en la salud infantil.

Un nuevo enfoque para abordar la salud infantil
Los resultados de esta investigación abren la puerta a nuevas estrategias en la promoción de la salud infantil. Si bien tradicionalmente se ha abordado la nutrición y el sueño como áreas separadas, este estudio demuestra que ambos aspectos están interconectados y que trabajar en uno de ellos puede tener efectos positivos en el otro.
En un mundo donde el acceso a la información sobre salud está al alcance de un clic, la educación en higiene del sueño podría convertirse en una herramienta poderosa para mejorar la calidad de vida de los niños. Integrar este tipo de formación en escuelas y centros de salud podría marcar una diferencia significativa en el bienestar de las nuevas generaciones.
Referencias
- Müge Haylı Ç, Chung S, Demir Kösem D. Impact of sleep hygiene education on sleep and nutrition in children aged 10-18 years. An Pediatr (Engl Ed). 2025;102(2):503745. doi:10.1016/j.anpede.2024.503745