¿Son más impacientes que la mayoría los niños con altas capacidades? Esto dicen dos expertas

La escasa tolerancia a la frustración es una de las características más comunes en los niños con altas capacidades, pero ¿implica eso que también sean muy impacientes?
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Las altas capacidades son una neurodivergencia que se expresa de múltiples maneras, algunas de ellas más comunes que otras en los distintos perfiles que existen de este tipo de personas, que representan aproximadamente al 10% de la población. Por ejemplo, sobre todo en la infancia, su tolerancia a la frustración es bajísima. Todavía más bajo que en la mayoría de peques, que no suelen destacar por tenerla alta precisamente. Pero, ¿implica esto que los niños y niñas con altas capacidades sean también más impacientes que la mayoría?

Responden a esta pregunta y profundizan sobre ello las dos psicólogas especializadas en altas capacidades intelectuales Anaïs Rodríguez y Mari Carmen Gutiérrez, del gabinete Altascapaciqué. “Parece ser que no hay demasiados estudios sobre ello”, reconocen las dos psicólogas, que, sin embargo, tienen la intuición de que algo hay detrás de ello. Aportan para ello un dato: “muchas de las personas que han realizado la evaluación de altas capacidades intelectuales con nosotras puntúan alto en el rasgo de “irritabilidad”, que se relaciona con baja tolerancia, frustración e impaciencia con quienes no siguen sus planes o peticiones”, explican.

No hay, por lo tanto, evidencia científica que demuestre de forma contundente que los niños y niñas con altas capacidades sean más impacientes que la mayoría. Si sabemos con certeza, en cambio, que tienen bajísima tolerancia a la frustración. Básicamente, porque están acostumbrados a que las cosas les salgan sin demasiado esfuerzo.

Altas capacidades e impaciencia: una teoría

Por esta misma razón parece tener sentido que estas personas también fueran impacientes, que lo quieren todo cuando antes, ya sean respuestas a sus preguntas u otras cosas. Pero no podemos afirmar que así sea, según Anaïs Rodríguez y Mari Carmen Gutiérrez. Falta investigación al respecto.

En cambio, ellas coinciden que detectan irritabilidad o impaciencia entre las personas que acuden a su centro psicólogo. Y creen que podría estar relacionado con la forma de trabajar de su cerebro. Lo explican así: “Una de las características de las altas capacidades es la mayor rapidez de aprendizaje. La persona con altas capacidades, generalmente, puede llegar a conclusiones de forma muy rápida y casi intuitiva”.

Niño levantando la mano

En este sentido, las dos psicólogas apuntan que la neurociencia confirma que “el cerebro de una persona con altas capacidades intelectuales realiza mayor número de conexiones neuronales, facilitando la propagación de la información de forma mucho más rápida”, de manera que, agregan, “si las personas con altas capacidades suelen tener un mayor número de conexiones, la información se procesa mucho más rápido”.

Esto no siempre es positivo. De hecho, en el colegio puede empezar a no serlo porque impera una forma de aprender, la repetición, que no funciona con este tipo de alumnado. “Cuando la alumna o alumno ha realizado esos saltos intuitivos y ha llegado al final de la conclusión, la técnica de la repetición es la que impera en la mayor parte del sistema educativo”, indican Anaïs Rodríguez y Mari Carmen Gutiérrez. “Y ahí empieza a darse cuenta de cómo la impaciencia lo define”, añaden las dos psicólogas de Altascapaciqué.

Ambas concluyen con una reflexión final a modo de advertencia: “así como la paciencia socialmente se ve como una virtud, la impaciencia se critica. Por ese motivo, es posible que la persona impaciente lo acabe percibiendo como un defecto. Y es que cuántas veces a lo largo de su vida ha tenido que escuchar: ‘Tienes que aprende a esperar’”. Y, sencillamente, estas personas pueden no saber esperar. “‘¿Pero eso, cómo se hace?’ Sencillamente, a veces es algo muy intrínseco, y la persona no sabe esperar”, concluyen.

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  • Eugenio Manuel Fernández Aguilar