Cuando nos estresamos, una de las hormonas que se libera al torrente sanguíneo es el cortisol. Puede llegar a ser tóxico para el feto en altas dosis, pero no tiene paso transplacentario, por lo que el bebé está protegido.
Sin embargo, en los últimos años se está estudiando el efecto del estrés severo durante un largo periodo de tiempo o la ansiedad y la depresión y sus efectos en el bebé. En estos casos, los niveles de cortisol pueden ser tan elevados que sería posible poner en alerta al bebé.
Los estudios de Sandman et al. 2012, del Departamento de Psiquiatría y Comportamiento Humano de la Universidad de California, indican que periodos prolongados de estrés durante el embarazo, especialmente en la etapa temprana de gestación, provocan un retraso de la maduración del feto, alteración de la regulación emocional y deterioro del rendimiento cognitivo durante la infancia. Aun así, faltan más estudios.

¿Qué es el cortisol?
El cortisol es una hormona esteroidea producida por las glándulas suprarrenales, que son pequeñas glándulas ubicadas sobre los riñones. Es parte del grupo de hormonas conocidas como glucocorticoides y juega un papel importante en la regulación de diversos procesos en el cuerpo humano.
El cortisol se libera en respuesta al estrés físico o emocional. Ayuda al cuerpo a responder a situaciones estresantes aumentando la disponibilidad de glucosa en la sangre, lo que proporciona energía adicional para hacer frente a la situación de estrés.
Además, el cortisol ayuda a regular el metabolismo, el sistema inmunológico, la presión arterial y otras funciones corporales importantes.
Sin embargo, niveles crónicamente altos de cortisol, como los que pueden ocurrir debido a un estrés prolongado, pueden tener efectos negativos en la salud, como aumento de peso, debilitamiento del sistema inmunológico, trastornos del sueño, problemas digestivos y aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Por otro lado, niveles bajos de cortisol pueden estar asociados con fatiga, debilidad y otros problemas de salud. Por lo tanto, el equilibrio adecuado en los niveles de cortisol es crucial para el bienestar general.