El psicólogo Alberto Soler, sobre dejar de repetir mil veces las cosas: “Lo ignora porque sabe que solo el grito tiene consecuencias”

Alberto Soler y Concepción Roger abordan en su libro ‘La gran guía de la crianza’ esa “tortura” de la crianza que es repetir mil veces las cosas.
ignorar rabietas

Repetir mil veces las cosas a tus hijos e hijas. Una sensación que todo papá y mamá ha experimentado al menos alguna vez durante la crianza de sus peques. Y no es agradable. De hecho, es desesperante. Irrita, enfada, entristece, agota… Y siempre deja la misma duda, sobre todo cuando el grito funciona a la primera: “¿por qué solo me hacen caso cuando grito?”. Quizá, porque abusas de repetir las cosas mil veces. “Lo ignora porque sabe que solo el grito tiene consecuencias”, dice el psicólogo Alberto Soler.

Soler y Concepción Soler abordan esta “tortura” psicológica que forma parte de la crianza en su libro La gran guía de la crianza. En sus páginas, los dos psicólogos recuerdan a sus lectores que el contexto importa, y este pasa por entender que también a los adultos nos cuesta hacer caso a la primera. “De hecho, hasta los despertadores vienen todos con dos botones: el de apagar y el de repetir, y muchos de nosotros elegimos voluntariamente que nos lo repita un par de veces antes de despertarnos”, ponen como ejemplo.

Los dos expertos se preguntan por qué esperamos que los niños y niñas sí hagan caso a la primera cuando a los adultos nos cuesta tanto hacerlo, y proponen un cambio de estrategia, un cambio de mirada: “Quizá, en lugar de pretender que hagan caso a la primera, que estamos viendo que parece una meta poco realista, es más interesante enfocarnos en mejorar el clima en casa, porque de tanto repetir las cosas, al final, acabamos todos enfadados”, reflexionan.

Una secuencia cotidiana como ejemplo

Para explicar su propuesta, Alberto Soler y Concepción Roger ponen el manido ejemplo de la hora de la cena. Ese momento, efectivamente, en el que repites mil veces “¡A cenar!” hasta que la nariz se te pone como al reno Rudolph y el vaso se desborda.

“Cuando ya estás hasta las narices, acabas gritando y es entonces cuando el peque va corriendo al comedor, pero ya cenáis todos de morros por haber tenido que llegar a esa situación, y tú preguntándote por qué no te hace caso si no gritas”, escriben Alberto Soler y Concepción Roger.

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Los dos psicólogos explican que el problema en esta situación lo tenemos los adultos, no los pequeños de la casa. “Puede que no te hayas dado cuenta, pero en realidad repites las cosas porque quieres repetirlas. De hecho, cuanto más repites las cosas, más favoreces que tu criatura no te haga caso”, señalan. “Ha aprendido a ignorar esos ‘a cenar’ porque sabe que solo el grito tiene consecuencias”, añaden.

Por ello, su recomendación es clara y concisa: “Aunque te parezca absurdo, deja de repetir las cosas”, afirman. Y aconsejan hacerlo por un doble objetivo: mejorar el clima en casa y también, “dejar de aburrirte”, apuntan.

¿Cómo se aplica este consejo? Siguiendo con el ejemplo de la cena, Concepción Soler y Alberto Soler recomiendan dar dos avisos. El primero, avisando de que la cena está lista, y el segundo, cuando nos vamos a sentar. Y si no vienen, empiezas a cenar después de decirle, con las mejores formas posibles, que empezáis a cenar y que cuando terminéis, la hora de cenar habrá acabado. “Sabemos que tenemos que adaptarnos a esos horarios porque de lo contrario hay consecuencias. [...] El mundo no nos espera”, reflexionan.

Si viene hecho una furia y tarde, incluso cuando la cena haya acabado, Alberto Soler y Concepción Roger explican lo siguiente: “Ese será el momento de recordarle calmadamente que en casa hay unos horarios que todos tenemos que respetar”. Si queréis, podéis ofrecerle algo rápido, tipo una pieza de fruta, pero “debe entender que la cena ha terminado”, aseguran los dos expertos.

Cuidar el tono y el mensaje

En este proceso, sea con el ejemplo de la cena o con otro, es clave cuidar el mensaje y el tono del mismo. En ello inciden Alberto Soler y Concepción Roger: “Lo más importante aquí es transmitir este mensaje, pero cuidando mucho las formas y sin que afecte a otras áreas. Recordemos que el objetivo es mejorar el clima en casa, no empeorarlo”, dicen.

Niña ignorando a sus padres - BERNARD BODO

Por este motivo, por ejemplo, no es bueno dar los dos avisos a voces o gritando, ni las amenazas o las consecuencias como dejarles sin cuento. Basta con que entienda que la cena ha terminado. “El próximo día sabrá que si quiere cenar debe hacerlo a la hora de la cena, junto al resto de la familia. Qué triste sería que cada uno cenara a una hora pudiendo cenar todos juntos, ¿no?”, afirman Soler y Roger.

Para los dos psicólogos, “aplicando estas estrategias estamos trabajando su autonomía: estamos dándole la oportunidad de decidir si quiere seguir jugando o cenar”. Y también, añaden, “estamos transmitiéndole que en casa tenemos una serie de normas que todos conocemos, entendemos y respetamos, y que todos nos esforzamos en cumplir para que el clima sea el mejor posible”.

El tono, el tipo de mensaje y el momento, intentar anticipar el cambio de estrategia para que sepa que se acabó lo de repetir mil veces las cosas para que no les pille por sorpresa, son factores que marcarán la diferencia a la hora de ejecutar el cambio y que tenga consecuencias positivas en casa. “En definitiva, que dejar de repetir las cosas no depende tanto de los peques como de nosotros: dejar de repetirnos implica empezar a ser firmes, preferiblemente sin dejar de ser amables, respetuosos y cariñosos”, concluyen Alberto Soler y Concepción Roger. 

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