El amor nos quita el sueño, independientemente de la edad que tengamos pero resulta que si estamos inmersos en la adolescencia, el amor nos quita el sueño mucho más que en cualquier otra etapa de nuestra vida.
El enamoramiento profundo y novedoso, ese que se experimenta por primera vez en la etapa de la adolescencia nos quita el sueño, literalmente. No solo ese primer amor sino también su pérdida, algo que es muy común y habitual también en esta etapa vital tan intensa.
Una reciente investigación desarrollada por los equipos científicos de la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos, llegó a la conclusión de que las relaciones románticas en su inicio o en su final, cuando desembocan en una ruptura, alteran negativamente los patrones de sueño de los adolescentes.

La intensidad de la adolescencia en todos los sentidos
Es la etapa más intensa emocionalmente de toda nuestra vida así que el momento del primer amor o el primer desamor, no iba a ser una excepción.
Es una etapa complicada, turbulenta en la que las hormonas han tomado el control de nuestro cuerpo. Anímicamente tampoco es sencillo y el conflicto interno suele ser algo frecuente en la vida del adolescente.
La amistad y el amor es un sentimiento arrollador durante la adolescencia como también lo es el rechazo y ahora sabemos que sí, que es verdad que ambos nos quitan el sueño, literalmente.
Los investigadores de la Universidad de Pensilvania estuvieron analizando a siete mil estudiantes chinos a través de cuestionarios sobre sus experiencias románticas y sus patrones de sueño.
Analizaron estas variables teniendo en cuenta la edad, el género, si consumían o no alcohol o tabaco, su estado socioeconómico familiar, el estado civil de los padres e incluso los síntomas depresivos que pudieran manifestar.
Cruzando todas esas variables encontraron que los adolescentes tenían un aumento del insomnio del 41% si habían comenzado una relación sentimental y un 35% si habían sufrido una ruptura amorosa.
Pasado un año volvieron a entrevistar a los mismos adolescentes para conocer cómo habían evolucionado sus hábitos de sueño durante ese tiempo.
Encontraron que los que habían entrado en una relación tenían un 61% más de nuevos síntomas relacionados con el insomnio y aquellos que habían experimentado una ruptura, tenían un 43% más de probabilidad de padecerlo.
¿Cómo actuar ante su primer amor adolescente?
El estrés, los niveles de hormonas y el desarrollo psicosocial parece que están muy relacionados ya que se constató que los adolescentes en torno a los 15 años fueron los más afectados, los que tenían peor calidad de sueño si desarrollaban una relación afectiva o si la rompían.
Si intuimos que nuestra hija o hijo está pasando por una fase de enamoramiento o de ruptura es fundamental que tratemos de hablar con ella o él aunque no sea lo más sencillo en esta circunstancia vital.
Lo más probable es que busque el consejo y el apoyo de sus amigos a la hora de compartir sus sentimientos pero eso no quita para que tratemos de comentarlo para que sienta que tiene en nosotras el apoyo que pueda necesitar en cualquier momento.
Es clave que sienta que nos tiene para seguir desarrollando su personalidad, para evitar que tome decisiones equivocadas o que descuide aspectos importantes de su vida.
De una forma sutil o cómplice, es recomendable que llamemos su atención, que les ayudemos a reflexionar sobre lo que sienten y las decisiones que toman al respecto e incluso, si apreciamos una problemática más complicada, debemos solicitar ayuda de un profesional.