Por qué ser padre antes de los 30 años no es tan importante como tener la posibilidad de serlo

Durante años me agobié y casi me obsesioné con la idea de ser padre antes de los 30. No lo conseguí. Hoy tengo 37 años y dos hijas. Y estaba equivocado.
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Tengo 37 años y dos hijas. La mayor nació cuando me quedaba un mes para cumplir los 31 años. Es decir, no fui padre antes de cumplir los 30 años. Puede parecer una tontería, pero me consta que hay muchas personas que tienen en la cabeza el deseo, idea o plan de ser padres o madres antes de dicha cifra. A mí me obsesionó esta idea, de hecho. Sin ánimo de dar consejos, nada más alejado de la realidad, voy a compartir por qué yo estaba equivocado.

Esta reflexión a título personal —quizá haya alguien en mi situación personal que piense diferente en función de sus circunstancias y visión de la vida— nace a raíz de la lectura de un post de Instagram que se ha hecho viral estos días. “Tener un hijo con la persona correcta es mucho más importante que tenerlo antes de los 30”, dice en el mismo Solisbella Porto. 400.000 likes tiene su mensaje en la citada red social.

De inmediato, al leerlo, recordé aquellos tiempos en los que me obsesioné con ser padre antes de los 30. A todo el mundo le decía que yo quería serlo antes de esa barrera psicológica. Con la perspectiva del tiempo creo que, como en tantos otros ámbitos de la vida, los condicionantes personales tenían mucho que ver en ello. El “yo soy yo y mis circunstancias” tan manido (y tan certero) de Ortega y Gasset.

Las mías, en concreto, eran las de tener una madre muy joven. Excesivamente joven, por cierto. Lo cual me llevaba constantemente a pensar en cuántos años tendría mi hija o hijo si lo hubiera tenido como mi madre y mi padre. Algo absurdo visto en la actualidad, pero que rondaba mi cabeza de vez en cuando.

Mano de padre y bebé

Y el otro factor que alimentaba esta idea en mi azotea es el recurrente comentario de los que ya habían sido padres. Tíos, abuelos, amigos, compañeros de trabajo que dicen eso de “Mejor ser padre joven que luego crece y cuesta estar en el suelo jugando con él”, o algo parecido a “no quieras ser un padre con edad de abuelo”, y mensajes similares. Si hasta la OMS establece en los 35 el final de la edad joven…

Puede parecer absurdo agobiarse con la idea de ser padre o madre antes de los 30, pero no todas las personas tenemos la capacidad de aislarnos de los que nos rodea o de dejarnos influenciar solo en su justa medida, sin dejar que llegue a inundar nuestros pensamientos por completo. La edad y la experiencia en esto es una gran ayuda, la verdad. Pero precisamente porque no quiero cometer los mismos errores de quienes me daban consejos a mí en mis 20, yo no vendo consejos cuando ni siquiera los tengo para mí.

Lo que sí hago es compartir mi experiencia personal aprovechando esta oportunidad, tal y como hago en lo que respecta a las altas capacidades de mi hija mayor, por si a alguna persona que haya llegado hasta aquí leyendo le puede ayudar.

Padre e hijo - iStock

Y lo cierto es que ser padre o no antes de los 30, en mi opinión, no tiene mayor importancia. Lo que sí es importante es no obsesionarse con ello. Y cuando ese deseo irracional de serlo aparezca, tener la oportunidad de hacerlo realidad.

Esto implica no tanto tener a alguien en nuestra vida con quien merezca la pena ser papá o mamá, como dice Solisbella Porto. Esto es precioso pero no indispensable, ya que hay muchas familias monoparentales con niños y adultos muy felices. Implica, deseo aparte, por supuesto, tener las condiciones socioeconómicas mínimas para serlo. Y esto es algo que desgraciadamente no tienen tantas personas en sus vidas. Y menos antes de los 30 años. 

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