Si existe algo con lo que puedes contar a la llegada de la pubertad, y sobre todo de la adolescencia, ese es -probablemente- el acné. Se estima que entre un 80 a un 85 por ciento de los adolescentes sufren este problema tan común de la piel, que suele estar marcado por la aparición de poros obstruidos (espinillas y puntos negros), granos inflamados y que en ocasiones pueden ser dolorosos, y bultos duros y profundos.
Además, no solo aparecen en la piel del rostro, donde evidentemente se hacen más evidentes. También pueden surgir en el cuello, en el pecho, en los hombros, en la espalda y en la parte superior de los brazos.
Aunque no todos los adolescentes lo sufren por igual (algunos apenas tienen, mientras que otros pueden llegar a presentar auténticos brotes), los especialistas coinciden en señalar que si el padre o la madre tuvieron acné durante su adolescencia, lo más probable es que los hijos también lo tengan. Por suerte, existen muchas formas de prevenirlo, y también de tratarlo. Pero, ¿cuáles son las causas que influyen de forma directa en su aparición?
¿Qué es realmente el acné? ¿Y las espinillas? ¿En qué se diferencian?
En nuestra piel nos encontramos con una serie de poros, que contienen glándulas sebáceas. Los poros son orificios de pequeñísimo tamaño, presentes en la epidermis de la piel, que cumplen una amplia diversidad de funciones, aunque la más importante es eliminar la transpiración.
Por otro lado, las glándulas sebáceas las encontramos en la dermis y se componen de células llenas de lípidos, cuya principal función es la de sintetizar la grasa o sebo que lubrica, y proteger la piel naturalmente.
Sin embargo, cuando existe demasiado sebo, los folículos pilosos o los poros tienden a obstruirse y bloquearse con las células de la piel, lo que ocasiona un aumento en el aceite, y a su vez, un crecimiento excesivo de unas bacterias llamadas Propionibacterium acnes. Así, cuando los poros bloqueado se inflaman o se infectan, acaba formándose un grano, que consiste en una mancha roja elevada con un centro blanco.
De esta forma, el acné es considerada en realidad como una enfermedad de la unidad polisebácea, lo que incluye el tallo piloso, el folículo piloso, las glándulas sebáceas y los músculos asociados.
En el caso de las espinillas nos encontramos básicamente ante un síntoma del acné común. Es decir, mientras que el acné es la enfermedad cutánea en sí, las espinillas se convertirían en uno de sus síntomas. Por tanto, las espinillas forman parte del acné. Es más, el acné vulgar se convierte en una de las principales causas.
En función de la severidad, los síntomas pueden variar, desde puntos negros hasta quistes, pasando por una amplia diversidad de tipos (con diferentes signos y síntomas), como: puntos blancos, puntos negros, pápulas, pústulas, nódulos y quistes. A continuación te resumimos algunas de sus principales características:
- Puntos blancos o blanquecinos. Son conocidos también como comedones cerrados. Consisten en pequeños granos, de color blanco o blanquecinos, que permanecen debajo de la piel.
- Puntos negros. Conocidos como comedones abiertos, son claramente visibles en la superficie de la piel, al ser de color marrón oscuro o negro, como consecuencia de la oxidación de la melanina, que es el pigmento de la piel.
- Pápulas. Son protuberancias de pequeño tamaño, redondeadas y sólidas, que se levantan de la piel. En la mayoría de las ocasiones tienden a ser de color rosa.
- Pústulas. Son granos llenos de pus, con base de color roja y pus en la parte superior.
- Nódulos. Presentan una estructura similar a las pápulas, pero con un mayor tamaño. Además, pueden ser dolorosos.
- Quistes. Están llenos de pus, generalmente son dolorosos, y son claramente visibles en la superficie de la piel. A menudo pueden causar la aparición de cicatrices.
¿Cuáles son las principales causas del acné en la adolescencia? ¿Y de las espinillas?
Cuando se llega a la pubertad, se produce un aumento en las hormonas sexuales conocidas como andrógenos. El exceso de estas hormonas ocasiona que las glándulas sebáceas terminen volviéndose hiperactivas, agrandándose y produciendo una mayor cantidad de sebo o aceite.
Cuando existe demasiado sebo, los poros o los folículos pilosos se bloquean y se obstruyen, produciendo un aumento de aceite o sebo. A su vez también se produce un crecimiento excesivo de unas bacterias llamadas Propionibacterium acnes (también conocidas bajo el nombre de Cutibacterium acnes), que residen en la piel normalmente sin causar problemas.
A medida que estas bacterias proliferan, atraen glóbulos blancos, que pueden dañar las diferentes paredes del folículo piloso, formando acumulación de aceite y también de células muertas. Así, si el poro bloqueado u obstruído se inflama y se infecta, se forma un grano, que consiste como te hemos comentado en una mancha roja elevada.

Es necesario diferenciar al grano en sí de los puntos negros, dado que éstos se producen cuando el poro se obstruye, permanece abierto, y en la parte superior se forma una mancha negruzca como consecuencia de la oxidación, o de la exposición al aire.
Posteriormente, cuando las bacterias crecen en el poro bloqueado u obstruído, puede aparecer una pústula, lo que significa que el grano se ha vuelto rojo e inflamado. Además, pueden surgir quistes, que se forman cuando el bloqueo, y la inflamación en el interior de los poros, producen bultos dolorosos y grandes debajo de la superficie de la piel.
Así, si las glándulas sebáceas se obstruyen o se infectan, las espinillas comienzan a desarrollarse, ocasionando la aparición de lesiones rojas inflamadas llenas de pus (que es lo que, al final, hace que en el centro se forme un punto blanquecino).
¿El acné puede aparecer en cualquier otro momento o etapa de la vida?
Lo cierto es que el acné no aparece únicamente en la pubertad y en la adolescencia. Pueden surgir también en la etapa adulta. Solo basta con que se produzca algún tipo de cambio hormonal, que desencadene la aparición del acné.
Es lo que ocurre, por ejemplo, con las píldoras anticonceptivas, con los períodos menstruales o con el embarazo.
Además, también existen otros desencadenantes externos que pueden influir en su aparición, como podría ser el caso de determinadas cremas faciales y productos cosméticos, así como tintes para el cabello que pueden aumentar -e incidir- en la obstrucción de los poros.
Cómo prevenir las espinillas fácilmente
Al contrario de lo que suele creerse, la realidad es que las espinillas o el acné no aparecen como consecuencia de tener una cara sucia. No obstante, esto no significa que no sea imprescindible eliminar tanto el exceso de aceite o sebo como de suciedad, lavando regularmente la piel.
A continuación te ofrecemos algunos consejos útiles que te pueden ser de mucha utilidad a la hora de prevenir la formación de las espinillas, independientemente de que seas adolescente, o no:
- Lávate la cara dos veces al día. Con la ayuda de un limpiador suave, y un poco de agua tibia, una opción excelente a la par que sencilla es limpiarte la cara dos veces al día. Luego, una vez hecho y tras haberla secado con suavidad con la ayuda de una toalla de algodón, aplicar una crema hidratante sin aceite, para conseguir que la piel no se seque en exceso. Eso sí, recuerda que el lavado excesivo puede ser contraproducente, agravando las espinillas.
- Cuidado con los exfoliantes y frotar la piel excesivamente. Dado que la piel está mucho más delicada y sensible, como consecuencia de la existencia de espinillas, no es aconsejable frotar la piel excesivamente, ni mucho menos utilizar toallitas o paños de textura áspera, dado que pueden acabar irritando la piel, y empeorar aún más si cabe la inflamación. Lo ideal es utilizar un limpiador suave, aplicarlo siempre con las manos limpias, y usar un cepillo suave.
- Evita pellizcar las espinillas. Aunque puede ser enormemente tentador, debes evitar al máximo pellizcar o reventar los granos, puesto que no solo provocará inflamación, sino también incómodas y molestas cicatrices. A la hora de reducir las imperfecciones, sobre todo en la adolescencia, lo más recomendable es utilizar un tratamiento tópico.
En caso de duda, recuerda la importancia de acudir a la consulta del dermatólogo, quién te ayudará a encontrar el tratamiento más adecuado a tu problema de acné y espinillas.